Pese a su respaldo al golpe perpetrado por el general Abdel Fattah Al-Burhan, en octubre de 2021, el Ejército afirma estar comprometido con la transición política sudanesa lejos de “cualquier agenda política partidista”

El Ejército de Sudán afirma mantenerse al margen de la batalla política

AFP/PETER LOUIS GUME - Miembros del Ejército Nacional de las Fuerzas Unificadas

Desde que el general Abdel Fattah Al-Burhan –jefe del Ejército y, ahora, autoproclamado presidente del Consejo Soberano de Sudán– liderase el movimiento militar golpista que derrocó el Gobierno civil de transición de Abdalla Hamdok, en octubre de 2021, la escena política en el país africano se ha convertido en un puzle difícil de resolver. 

Las protestas ciudadanas que exigen “la vuelta de los militares a los cuarteles” son casi una constante desde hace un año, y, pese a los esfuerzos internacionales del “mecanismo tripartito” (conformado por Naciones Unidas, la Unión Africana, y la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo de África Oriental) para acercar las posturas de civiles y militares y reactivar un proceso de transición democrática liderada por civiles, lo cierto es que, día a día, la situación parece cada vez más bloqueada.

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En este escenario, las Fuerzas de Libertad y Cambio (FCC, por sus siglas en inglés) – una de las coaliciones políticas de grupos civiles y rebeldes sudaneses más importantes del país– publicaron un comunicado este miércoles acusando al Ejército de llevar a cabo una “la campaña sistemática, protagonizada por elementos del régimen anterior en estos días, que pretende crear una amplia brecha entre el estamento militar y el de los civiles, por un lado, y empujar a la confrontación dentro de la institución, por otro”.

Unas afirmaciones contra la que las Fuerzas Armadas sudanesas se han defendido. “La institución militar es, y ha sido siempre, un lugar de respeto y reconocimiento […] alejada de cualquier agenda política partidista”, decía el portavoz oficial del Ejército, Nabil Abdullah, este jueves. “Nadie puede manipular a las Fuerzas Armadas ni dirigirlas para que sirvan a sus propios intereses […], ya que estas se encuentran trabajando para asegurar el período de transición sin interferir directamente en la arena política”. 

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El ejército sabe muy bien cómo inmunizar a sus miembros contra cualquier intrusión, y confiamos en la sabiduría de los líderes y su capacidad para hacer lo que sea necesario para garantizar la seguridad del país”, agregó, en unas declaraciones que podrían hacer referencia a las exigencias ciudadanas de reformar unas filas que, critican, “incluyen a partidarios del exdictador Omar Hasán al-Bashir” –derrocado en el año 2019–, y que deberían ser supervisadas por autoridades civiles. 

En contraataque, el portavoz militar llamó, además, a “algunas de las fuerzas políticas” del país a “corregir sus posiciones sobre las Fuerzas Armadas”, alegando que “se han dado varios intentos de explotar al Ejército con el objetivo de acceder al poder sin una elección popular”

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Transición democrática a cinco años vista

Tras 30 años bajo el mandato de Omar Hasán al-Bashir, el 5 de julio de 2019 daba comienzo –de manera formal– el proceso de transición democrática de la República de Sudán. Un proceso acordado por el Consejo Militar Transitorio y las fuerzas civiles que, se esperaba, resultaría en la creación de un Consejo Soberano de Sudán (presidido de manera alterna por ambas partes), y se extendería durante 39 meses. Hasta el año 2024.

Sin embargo, en octubre de 2021, el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Sudán, el teniente general Abdel Fattah Al-Burhan, derrocaba al Gobierno civil de transición –encabezado en aquel momento por Abdalla Hamdok– como parte de unas “medidas que corregían” la revolución que, en 2019, ponía fin al Gobierno de Al-Bashir. Algo que tanto la mayor parte de la población sudanesa, como las fuerzas opositoras civiles consideran un “golpe de Estado militar”.

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Meses y meses de protestas casi semanales sacudieron el país, hasta que, en julio de 2022, Al-Burhan anunció la disolución del órgano de gobierno militar, para dejar paso, de nuevo, a una autoridad civil. Un paso a un lado por parte del Ejército. Pero un paso simbólico. Y es que el papel político de los militares no desaparecería, sino que pasaría a encargarse de la supervisión de la transición a través de herramientas como el control del Banco Central. No obstante, el paso de los meses sin cambios tangibles en la situación parece dar la razón a los líderes civiles que acusaron a Al-Burhan de llevar a cabo un “ardid”. Hasta la fecha, el control efectivo del país continúa en manos del jefe del Ejército, sin la formación de un Gobierno a la vista, y con una negativa civil cada vez mayor a las negociaciones con las Fuerzas Armadas.  

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“A medida que Sudán enfrenta crisis humanitarias y de seguridad económica, y [a medida] se acerca el aniversario de la toma del poder militar del 25 de octubre de 2021, enfatizamos la necesidad de que todos los actores sudaneses, incluido el Ejército de Sudán, participen de manera constructiva en un proceso político para restaurar una transición a la democracia liderada por civiles”, recogía un comunicado emitido por nueve países occidentales, entre los que se encontraban Alemania, Reino Unido, Francia y España, entre otros. 

“Ningún acuerdo político puede ser creíble o sostenible si no es inclusivo o no cuenta con una amplia base de apoyo popular”, agregó. “Ningún actor, grupo o coalición debe tener el monopolio del proceso político. Sudán debe unirse”

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