El encuentro entre Tebboune y Al-Sisi impulsa las relaciones egipcio-argelinas
En mitad de las profundas transformaciones regionales, el presidente argelino Abdelmadjid Tebboune ha visitado Egipto para mantener una cumbre de dos días con su homólogo egipcio, Abdel Fattah al-Sisi. La inestable transición en Libia, la crisis política en Túnez o la disputa por la Gran Presa del Renacimiento han sido algunos de los asuntos que ambos mandatarios han repasado en un encuentro impulsado por Argel con el objetivo de recalibrar sus relaciones con El Cairo.
En su primer viaje del curso, el mandatario argelino aterrizó el lunes en el Aeropuerto Internacional de El Cairo, donde le esperaba el ex militar que encabezó el golpe de Estado en 2013 contra el Gobierno del islamista Mohamed Morsi. Y este martes, Tebboune ha sido recibido de nuevo en el Palacio de Al-Ittihadiya, una de las tres residencias presidenciales, que ha acogido la primera toma de contacto formal entre ambos líderes.
El desplazamiento del presidente argelino se enmarca en un contexto de necesidad para ambas partes, que buscan recomponer su acción exterior en aguas turbulentas. La intensa rivalidad regional con Marruecos y la carencia de apoyos externos han arrastrado Argelia hacia un terreno incierto, mientras que Egipto ha ido perdiendo espacio en el Golfo Pérsico en detrimento de otros actores como Turquía. Una situación propensa para el acercamiento.
Las relaciones entre ambos países han mejorado de forma ostensible desde la renuncia de Bouteflika y la posterior llegada de Tebboune a la presidencia en diciembre de 2019. Con un perfil oficialista y agenda tímidamente reformista, el presidente argelino se ha mostrado incapaz de aplacar las movilizaciones masivas del Hirak y la crisis interna. Sin embargo, Tebboune sí ha conseguido tejer puentes con Egipto a pesar de haber mantenido posturas contrapuestas en el tablero libio.
La crisis en Libia, que comparte frontera con ambos países, parece haber unido las agendas de Argel y El Cairo después de más de un lustro de desencuentros. Al-Sisi respaldó al general Jalifa Haftar, mientras que Argel se mantuvo próximo al Gobierno de Acuerdo Nacional de Fayez al-Sarraj. Aunque las conversaciones en Berlín, de la que surgió el acuerdo de transición, definieron una hoja de ruta que ambos países han decidido secundar.
En una comparecencia conjunta al término del encuentro, al-Sisi subrayó la necesidad de “presionar para poner fin a la fase de transición y no permitir que las aspiraciones del pueblo libio se vean frustradas”. Las elecciones en Libia, previstas en principio para el pasado 24 de diciembre, tuvieron que posponerse por la presencia de mercenarios extranjeros, las polémicas candidaturas y la carencia de un marco legal unificado.
A juicio del presidente de Egipto, la resolución de la crisis pasa por la celebración inmediata de los comicios. Un tema sobre el que discutió con su homólogo argelino, quien también consideró el proceso electoral como horizonte necesario para acabar con la crisis política abierta en Libia. Existe consenso entre ambos para mantener la unidad y la soberanía de Libia y unificar sus instituciones. Y convinieron además en “poner fin a la presencia de fuerzas y mercenarios extranjeros”, enviados por Rusia y Turquía.
En 2014 estalló una guerra civil que afectó a la región e incidió de forma directa sobre los dos países, provocando el surgimiento de grupos yihadistas-salafistas con presencia en el Sahel. En este sentido, tanto al-Sisi como Tebboune han hecho hincapié en su asociación estratégica para combatir “el terrorismo y todas las formas de delincuencia organizada a nivel regional, especialmente mediante la cooperación y la coordinación militares y de información”.
En un comunicado posterior, la presidencia de Egipto ha recogido un nuevo enfoque común entre El Cairo y Argel sobre la cuestión tunecina. La crisis política en el país norteafricano, abierta el pasado mes julio después del golpe constitucional del presidente Kaïs Saied, ha recibido el apoyo de sus vecinos, en especial de Argelia y Egipto. Un respaldo que responde cuestiones relacionadas con la estabilidad regional.
Los dos últimos puntos tratados en la cumbre egipcio-argelina han sido los de la Gran Presa del Renacimiento Etíope y la cuestión palestina. Argelia se ha postulado como intermediario en la disputa por los recursos hídricos que protagonizan desde hace una década Egipto, Etiopía y Sudán. Un ofrecimiento que el Gobierno etíope no comparte por las sospechas de imparcialidad a raíz de su reciente proximidad con El Cairo. En este sentido, la presidencia egipcia ha acogido de buen grado la propuesta en un tema crucial para las aspiraciones del país.
Argelia acogerá en marzo la 31ª edición de Cumbre de la Liga Árabe a pesar de los rumores de un posible aplazamiento. Aunque aún no hay fecha oficial, el ministro de Asuntos Exteriores argelino, Ramtan Lamamra, anunció que esta esta se celebraría al tiempo que Tebboune sugirió la fecha del 19 de marzo por el 60º aniversario de la independencia del país norteafricano.
Uno de los desafíos de la cumbre pasará por reconciliar a las partes palestinas divididas. Un reto donde Argel pretende ejercer un rol determinante en detrimento de un moderador histórico como Egipto, sin ideas y sin la legitimidad de antaño. “Ningún país entiende el expediente palestino como Egipto, y por supuesto El Cairo será el mayor partidario en el caso de garantizar una reconciliación seria y seria entre las partes palestinas, y en la cuestión de los conflictos ningún país puede señalar el proceso de solución, y muchos buscan frustrar la reconciliación palestina”, trasladó la presidencia egipcia, que respaldará a Argelia en la cumbre.
