Paul Henri Damiba acepta la propuesta del primer ministro y oficializa el proceso de transición tras el golpe de Estado de enero

El líder golpista de Burkina Faso aprueba la formación del nuevo Gobierno

photo_camera PHOTO/Présidence du Faso - El teniente coronel Paul Henri Damiba es investido presidente de Burkina Faso, Uagadugú, 2 de marzo de 2022

Burkina Faso sufrió el pasado 24 de enero un nuevo golpe de Estado, el séptimo desde que consiguiera su independencia de Francia en 1958. La historia de la joven nación africana ha ido moldeándose en torno a este fenómeno, que ha visto cómo en lo que va de siglo se han sucedido con éxito dos asonadas. La primera, en 2014, acabó con la longeva dictadura de Blaise Compaoré; la segunda, sucedida hace apenas unas semanas, depuso al presidente democráticamente elegido Roch Marc Christian Kaboré.

La incapacidad de su Gobierno para hacer frente a la creciente amenaza yihadista empujó a los altos mandos del Ejército burkinés a amotinarse en un golpe de Estado a cámara lenta, que eclosionó unos días después de que se desatasen los rumores. Liderada por el teniente coronel Paul Henri Damiba, la soldadesca detuvo a Kaboré en el Palacio Presidencial y forzó su dimisión. Así, Burkina Faso, antes conocida como Alto Volta, se sumaba a países como Guinea, Malí o Sudán y se sumergía en un proceso transicional pilotado por militares.

En cuanto se oficializó el cambio de régimen, las calles de la capital, Uagadugú, y de otros puntos del país se llenaron de enfervorecidos manifestantes que celebraban la acción del Ejército. “Por fin –pensaría una gran parte del pueblo burkinés– un Gobierno contundente, que puede liberarnos de la amenaza terrorista”. Alejado del entorno castrense, Kaboré se mostró atenazado a la hora de combatir contra los grupos yihadistas presentes en el norte del país, cuya facciosa presencia se ha cobrado ya el desplazamiento de al menos 1,5 millones de personas.

Paul Henri Damiba

La violencia islamista en el Sahel viene afectando desde hace años a los países de la región. Después del golpe pudieron verse en las avenidas banderas de Rusia y pudieron escucharse cánticos de “No a Francia”. Y es que el sentir mayoritario del pueblo burkinés apuesta por un cambio de alianzas en materia de seguridad. La retirada militar de París, que redujo el contingente de la operación Barkhane, y su ineficacia a la hora de preservar la seguridad, han empujado a Uagadugú hacia la órbita de Moscú y a la presencia del Grupo Wagner, al que consideran más fiable.

Los líderes militares hicieron su aparición estelar horas después en la televisión estatal, desde donde mandaron un mensaje de tranquilidad a la población: “Disolvemos el Gobierno y suspendemos la Constitución”. Paul Henri Damiba, el comandante de una de las tres regiones del país, formado militarmente en academias de Francia y Estados Unidos, tomaba las riendas del país al frente del Movimiento Patriótico de Salvación y Restauración (MPSR).

Desde entonces Damiba ocupa la jefatura del Estado en funciones, un cargo en que prolongará su estancia al menos para los próximos tres años. Semanas después de reactivar de forma parcial la Carta Magna y tomar posesión como presidente con la aprobación del Tribunal Constitucional, el teniente general estampó su rúbrica en una Carta de Transición. Un documento que recogía de forma oficial el establecimiento de un proceso transicional.

Gobierno Burkina Faso

El decreto garantizó la extensión de este período hasta el año 2025, la creación de un Parlamento compuesto por 71 diputados y, en última instancia, la conformación de un Gobierno interino integrado por 25 ministros, es decir, con 25 carteras ministeriales. Una vez finalice dicho período, el pueblo burkinés será convocado a unas elecciones presidenciales en las que no podrán postularse, según el propio documento, ni el presidente del Parlamento, ni el primer ministro, ni el propio presidente. Damiba quedaría ‘a priori’ descartado.

Antes de revelar los perfiles del gabinete, Damiba nombró al economista de 52 años Albert Ouédraogo como nuevo jefe de Gobierno. Con experiencia militar y especializado en desarrollo y gestión empresarial, el bisoño primer ministro ha sido el encargado de encajar las piezas de un Ejecutivo que deberá hacer frente a los múltiples retos y amenazas que atraviesa el país para los próximos tres años. Un Ejecutivo llamado a sacar del atolladero a un país donde más del 40% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza y que encara la latente amenaza islamista.

Tres días después de la petición formal del teniente general para el nombramiento de los perfiles del gabinete, Ouédraogo reveló los nombres de los 25 ministros que pasarán a integrar el nuevo Gobierno en funciones, de los cuales 22 son civiles –entre ellos seis mujeres– y tres militares. Donde destaca el titular de Defensa, el general Aimé Barthélémy Simpore, quien ya ocupaba el cargo durante la presidencia del depuesto Kaboré. Un elenco que recibió la aprobación de Damiba.

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