La enviada especial María Senovilla intervino en el programa “De cara al mundo” de Onda Madrid para analizar la situación actual de la guerra de Ucrania

El miedo a que, si cae Bajmut, lo haga Kramatorsk

photo_camera IMAGEN/ARCHIVO - Fotografía aérea de Bajmut

Bajmut centra toda la atención actualmente durante el curso de la invasión rusa de Ucrania. Existe miedo a que, si cae este enclave, también pueda caer Kramatorsk. María Senovilla, enviada especial al país ucraniano, pasó por los micrófonos del programa “De cara al mundo” de Onda Madrid para analizar cómo está la situación en estos momentos en la contienda bélica en territorio ucraniano.

María, ¿dónde te encuentras?

Ahora mismo estoy en Kramatorsk, a escasos 30 kilómetros de esa disputada ciudad de Bajmut que hoy ocupa todos los titulares.

¿Cuáles son tus primeras impresiones en estos días que llevas en esa zona?

Al llegar al Dombás, al llegar a Kramatorsk, lo primero que me he encontrado es una ciudad completamente militarizada. De hecho, yo llegué aquí en tren y prácticamente todo el pasaje de ese tren eran militares. Yo creo que era la única civil en mi vagón. Cuando caminas por la calle ves constantemente militares y muy pocos civiles. Los que permanecen aquí están con esa inquietud, con esa incertidumbre, de ver qué va a pasar durante las próximas semanas porque si Bajmut cae, la siguiente gran ciudad en el camino de las tropas rusas en ese avance por el norte de la provincia de Donetsk es precisamente Kramatorsk, y es donde se supone que sería el próximo gran combate de esa ofensiva rusa de primavera.

¿Qué nos puedes contar de la situación en otras ciudades como Járkiv o el frente de Kupiansk?

Se han intensificado los bombardeos en varias ciudades. Hasta en siete provincias me parece que han caído misiles rusos, pero concretamente en Járkiv se han disparado 10 misiles. La mayoría fueron parados por la defensa antiaérea, pero otros sí que lograron impactar y lo están haciendo en zonas residenciales del centro. La peor parte, no obstante, se la llevó el Dombás. Solamente en Bajmut murieron cinco personas y otras diez resultaron heridas frutos de esos bombardeos. Aquí en Kramatorsk las sirenas antiaéreas no paran, me dicen desde Járkiv que están en la misma situación.

Un punto de esperanza es que en el sur de la provincia de Járkiv, justo en ese eje Kupiansk- Kreminna parece ser que las tropas ucranianas estarían haciendo avances. La semana pasada hablábamos de que se había instalado una especie de zona gris, de que las tropas rusas empujaban y su artillería no paraba de bombardear y parece ser que han reforzado militarmente los ucranianos todo ese frente que está en la orilla este del río Oskil. Están contraatacando, están respondiendo y parece ser que habrían logrado estabilizar ese sur de la provincia de Járkiv, que no deja de ser una buena noticia.

Otros frentes que también merecen atención, Jersón y la frontera con Bielorrusia. Su presidente ha dicho que tiene 75.000 efectivos y que podría movilizar hasta medio millón si hay guerra.

Eso es. Lo están vistiendo ahora como que se están realizando maniobras militares, pero lo cierto es que en esa frontera norte de Ucrania con Bielorrusia está habiendo mucho movimiento militar. No parece que haya una preocupación excesiva de que puedan lanzar una ofensiva como la que lanzó Rusia el año pasado, pero estos movimientos militares lo que sí hacen es obligar a las tropas ucranianas a que dispersen su fuerza de acción. En vez de concentrarse ahora mismo en la zona del Dombás y del sur de Járkiv, que es donde más se está necesitando, pues van a tener que enviar unidades a esa frontera norte con Bielorrusia para asegurar las posiciones. Aunque no pase nada, el hecho de que fragmenten las fuerzas operacionales del Ejército ucraniano ya es algo negativo para el momento en el que está ahora mismo la guerra.

En Jersón pasaría más o menos lo mismo. Hubo intercambio de artillería y varias explosiones en la zona que todavía está ocupada de Jersón, o sea que las tropas rusas están activas en ese frente sur y también supone lo mismo, que haya que destinar unidades y efectivos, quitarlos del Dombás, que a lo mejor ahora harían más falta, y ponerlos en varios puntos. Supongo que esto también forma parte de la estrategia del Kremlin para intentar avanzar.

¿Cuál ha sido tu impresión? Has hablado con los ucranianos durante estos días, ¿cómo está la moral? ¿Has notado algún tipo de diferencia?

Ellos siguen resistiendo, pero donde yo he visto el cambio más que en el tiempo ha sido en el espacio. Yo salía de Odesa en un tren con destino Kramatorsk y dejaba una ciudad muy resiliente, muy activa y muy esperanzada, esperando a que entraran esos carros de combate y dispuesta a no ceder porque no se fían de los rusos y de que en una mesa de negociaciones lleguen a un acuerdo y que luego el Kremlin lo vaya a respetar. Pero a medida que ese tren avanzaba hacia el Dombas yo compartía el compartimiento de gente que se iba subiendo en Dnipro y hablaba con ellos de la situación. Hablé con un hombre de Sloviansk, que se bajó un poco antes que yo del tren y comentábamos lo preocupante que era para ellos el avance, aunque sea metro a metro de las tropas rusas en Bajmut, porque ellos se veían perdidos, se ven los siguientes. Y yo les decía que puede suceder lo que sucedió en otoño en Járkiv, que el Ejército tome la contraofensiva y recupere territorios. Al pobre hombre se le llenaron los ojos de lágrimas diciendo que ellos estaban dispuestos a resistir hasta el final, pero que lo veían muy difícil. Entonces claro, el Dombás es como otro país dentro de Ucrania, aquí la esperanza cuesta mucho encontrarla. Aquí la gente está dispuesta a resistir, pero la esperanza cuesta mucho encontrarla. Lo contamos en un reportaje cuando tuve la oportunidad de ir a Liman. Ten en cuenta que estas provincias, Donetsk y Lugansk, llevan en guerra desde 2014. El desgaste el muchísimo mayor que en el resto de Ucrania y yo creo que eso creo va haciendo mella por desgracia en la población civil también.

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