Túnez se convierte en el país de África donde la pandemia causa mayores estragos

El ministro de Sanidad tunecino, Faouzi Mehdi, es destituido en medio del aumento de casos por la pandemia

photo_camera AFP/FETHI BELAID - Una anciana en silla de ruedas recibe una dosis de la vacuna contra el coronavirus COVID-19 en Túnez

Con la tasa de mortalidad más alta del continente, según la Organización Mundial de la Salud. El jefe de Gobierno tunecino, Hichem Mechichi, cesó al ministro de Sanidad, Faouzi Mahdi, en el cargo desde el pasado mes de agosto y que se había convertido en el cuarto responsable en ocupar esta cartera desde el comienzo de la pandemia, según ha anunciado su oficina en un escueto comunicado, sin explicar los motivos de la destitución, mientras el Gobierno está de por sí debilitado por las tensiones internas. 

Mahdi será remplazado por el actual ministro de Asuntos Sociales interino, Mohamed Trabelsi, quien se convertirá en ministro interino de Sanidad, en un Gobierno ya debilitado por la salida de muchos ministros sin reemplazo tras una remodelación que quedó inconclusa. Mahdi decidió poner en marcha dos días de puertas abiertas para que todos los tunecinos mayores de 18 años se vacunaran contra la COVID-19, pero no concibió ninguna medida para supervisar a las personas que se presentaban para recibir el inmunizador o protegerlos del riesgo de contraer la COVID-19 en las aglomeraciones frente a los centros de salud, según ha informado el diario La Presse. Esta apertura provocó una avalancha en los 29 centros de vacunación afectados, provocando escenas de empujones y frustración por el rápido agotamiento de las dosis disponibles.

Covid-19 casos y muertes registradas oficialmente en Túnez hasta el 12 de julio AFP/AFP

Túnez registra desde finales de junio entre 150 y 200 muertes diarias y reportó en los últimos días un récord con 205 fallecidos en un solo día. Según cifras oficiales, el país ha alcanzado los 549.000 contagios y 17.644 muertes desde el comienzo de la pandemia. Desde principios de junio, 21 de los 24 departamentos permanecen bajo un confinamiento total, una medida descartada a nivel nacional pro el poder central que lo justificó por las repercusiones sociales y económicas. En su lugar, prolongó hasta el 31 de julio el toque de queda-impuesto entre las 20:00 y las 05:00h -, la prohibición de desplazamientos entre provincias, las celebraciones sociales y eventos deportivos y religiosos. Mientras, el oxígeno está empezando a agotarse seriamente en algunas áreas, como Mateur, al norte del país, donde los suministros son escasos. El consumo diario de oxígeno llegó incluso a 5.500 litros por día, en comparación con 400 a 500 de antes.

Tras el arranque de la campaña de vacunación a mediados de marzo, cerca de 2,3 millones de ciudadanos han recibido al menos una de las dosis y poco más de 910. 000 tienen la pauta completa. Pese a las acciones de sensibilización, tan sólo 3,6 millones de personas se han inscrito en la plataforma digital EVAX para ser vacunados de manera voluntaria y gratuita. Ante esta situación, el anterior Ejecutivo un llamamiento de ayuda internacional, a la que se sumaron una quincena de países como España, Francia, Italia, Marruecos, y China con donaciones de más de 3,5 millones de vacunas, además de material médico.

Un trabajador sanitario tunecino se prepara para recibir a las personas para la vacunación contra la enfermedad del coronavirus (COVID-19), en Túnez REUTERS/ZOUBEIR SOUISSI

 La nueva ola de COVID está arrollando a Túnez. Los casos aumentan, cada vez son más los pacientes hospitalizados, pero los recursos para poder tratarlos se empiezan a agotar. Las estructuras del país se enfrentan a una emergencia de oxígeno y sangre. El país africano ha sufrido una explosión récord en la epidemia de COVID-19 durante las últimas dos semanas. Con una campaña de vacunación aún muy limitada, la escasez de dosis y el incumplimiento de las normas de distanciamiento físico, la tasa de contagio se ha disparado y el número de muertes aumenta cada día. A pesar de las recientes decisiones del Gobierno de confinar ciertas regiones y extender el toque de queda, el país se está hundiendo en una crisis de salud sin precedentes. Los hospitales ya están desbordados, al límite de la saturación, y los pacientes siguen llegando todos los días.

La corrupción endémica, la parálisis política y la crisis financiera que atraviesa el país se produce en un momento en el que la crisis de la COVID-19 está debilitando una economía ya maltrecha. La pandemia ha empeorado aún más esta serie de condiciones, mientras muchos tunecinos están cada vez más hastiados por la gestión del Gobierno en cuanto a unos servicios públicos deficientes y una clase política que ha demostrado repetidamente su incapacidad para gobernar de manera coherente. 

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