La formación islamista reconoce las competencias del rey Mohamed VI sobre la política exterior de Marruecos

El PJD rebaja el tono pero mantiene su postura sobre Israel

PHOTO/REUTERS - El secretario general del gobernante Partido Justicia y Desarrollo (PJD) y ex primer ministro de Marruecos, Abdelilah Benkirane, habla durante una nueva conferencia en la sede del partido en Rabat, Marruecos, 16 de marzo de 2017

La Casa Real de Marruecos reprendió a principios de esta semana al Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD, en sus siglas) por interferir en las decisiones de política exterior del Reino con sus críticas sobre Israel. El secretario general de los islamistas había acusado al ministro de Exteriores de “defender” a la “entidad sionista” en sus funciones diplomáticas.  

En concreto, Abdelilah Benkirán le echó en cara haber promovido la cooperación regional entre Marruecos, la Comisión Europea e Israel en una reunión con el comisario de Vecindad y Ampliación, Oliver Varhelyi. 

La Casa Real salió en defensa de Nasser Bourita, el arquitecto de la diplomacia marroquí y brazo ejecutor de las órdenes de Palacio. La política exterior es una prerrogativa del rey Mohamed VI, de acuerdo con la Constitución. Por eso, las críticas de Benkirán, quien fuera primer ministro hasta 2016, se percibieron como una crítica explícita contra el monarca y no tanto contra el ministro de Exteriores. 

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“En primer lugar: la posición de Marruecos respecto a la cuestión palestina es irreversible, y constituye una de las prioridades de la política exterior de Su Majestad el Rey, Amir Al-Mouminine y Presidente del Comité Al-Quds, que la sitúa al mismo nivel que la integridad territorial del Reino. Se trata de una posición de principio constante de Marruecos, que no puede someterse a pujas políticas y estrechas campañas electorales”, arrancó el comunicado emitido por el Gabinete Real.

El texto subrayaba que la diplomacia del Reino “no puede ser objeto de chantaje por nadie y por ningún motivo, especialmente en este complejo contexto mundial”. “La instrumentalización de la política exterior del Reino para una agenda partidista interna constituye, por tanto, un precedente peligroso e inaceptable”, recogió el comunicado en referencia a la formación islamista.

En un comunicado emitido en Facebook, el secretario general del PJD negó “todo lo que puede entenderse en su mencionado informe que entra en las competencias constitucionales de Su Majestad el Rey y sus papeles estratégicos”. Reconocieron las prerrogativas constitucionales de Mohamed VI. Dijeron, además, no salirse de la senda que marca la Carta Magna.

Al mismo tiempo, el PJD reforzó su postura sobre Israel: “El partido no se desvía de las posiciones constantes y frecuentes del partido en apoyo de la causa palestina y el pueblo palestino y el rechazo a la normalización, que el partido expresa constantemente y en todas las ocasiones a través de las instituciones y órganos del partido”. Las críticas, sostiene el comunicado, las vierte “en el marco del consenso nacional, que se produce en el contexto de la interacción directa del partido con las declaraciones del ministro de Relaciones Exteriores, como miembro del Gobierno, como otros colegas del Gobierno, sujeto a críticas y monitoreo sobre la base de su programa”. 

Jared Kushner

Marruecos normalizó sus relaciones con Israel en diciembre de 2020. Lo hizo en el marco de los Acuerdos de Abraham, de la mano de otros países árabes como Emiratos, Bahréin y Sudán. En el caso de Rabat, la decisión se tomó como moneda de cambio para desbloquear el reconocimiento de la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental por parte de Estados Unidos. En ese momento, el PJD era la primera fuerza política del país y su secretario general, Saadeddine Othmani, ocupaba la jefatura del Gobierno.

Othmani no opuso resistencia a un acuerdo avalado por Palacio, concretamente por el rey Mohamed VI, dueño de la política exterior por sus prerrogativas constitucionales. Benkirán, que fue primer ministro entre 2011 y 2016, negó cualquier responsabilidad del PJD en el acuerdo.

“Hemos apoyado al rey Mohamed VI en la causa nacional. Defendemos nuestra patria como defendemos a los palestinos. No debemos culpar a Saadeddine Othmani por firmar la declaración tripartita”, dijo en su cuenta de Facebook acerca de lo que describió como un sacrificio para “resolver” la cuestión del Sáhara. Pero el daño a sus bases ya estaba hecho.

La normalización de las relaciones con Israel descosió al partido islamista, fundado en el principio de la defensa de la causa palestina. A esto se sumó el desgaste después de haber encabezado todos los Gobiernos de coalición desde la reforma constitucional de 2011. “Si hay algo que tienen en común todos los movimientos políticos que acaban llegando al poder, sobre todo cuando están estructurados por una ideología fuerte, es el fantasma del desencanto”, condensó el politólogo francés Haoues Seniguer en Saphir News.

Sadeddine Othmani

Estos motivos le condujeron irreversiblemente hacia el batacazo electoral de septiembre de 2021.  

La formación islamista perdió la friolera de 113 escaños en aquella votación. Pasó de ocupar 125 asientos del total de 395 a tan solo 12, lo que propició una fuga masiva de cuadros y militantes. Desde entonces, el PJD busca recuperar su identidad. Y así lo demostró, en parte, la vuelta de Abdelilah Benkirán a la secretaría general tras la dimisión de Othmani.  

El histórico líder islamista quiere capitalizar el descontento contra el Gobierno de Aziz Akhannuch y resucitar a una formación en horas bajas. Para cumplir este objetivo es necesario rearmar en términos ideológicos a un partido moldeado tras su paso por las instituciones.  

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