Challenge One pretende inaugurar una constelación de 30 plataformas espaciales que proporcionará Internet de las Cosas a escala mundial

El primer satélite de Túnez despegará desde Rusia a finales de año

PHOTO/TASS-Alexander Scherbak - La visita a Túnez del ministro ruso de Exteriores Sergei Lavrov a principios de 2019 agilizó el acuerdo espacial entre los dos países

El primer ingenio espacial tunecino no obedece a un impulso gubernamental sino al ímpetu de la iniciativa privada. Pero, eso sí, después de haber recibido el visto bueno de las máximas autoridades de la república, en concreto del anterior presidente Béji Caïd Essebsi y también del actual, Kais Saied, y su jefe de gobierno, Elyès Fakhfakh.

La plataforma que va a inaugurar la llegada al espacio de la nación más pequeña del norte de África se ha hecho realidad gracias al empeño personal del emprendedor Mohammed Frikha, el presidente y director general de Telnet Holding, una multinacional tunecina de ingeniería dedicada al desarrollo y fabricación de productos electrónicos para el sector de las telecomunicaciones, la aeronáutica, multimedia, energía y banca electrónica. 

El ruso Alexander V. Serkin, presidente ejecutivo GK Launch Services, y Mohamed Frikha suscriben el contrato para el lanzamiento del Challenge One desde el cosmódromo de Baikonur

La puesta en órbita del que ha sido denominado Challenge One está prevista para el próximo 15 de noviembre. Viajará a bordo de un lanzador ruso Soyuz 2, que despegará desde el cosmódromo de Baikonur, una enorme base espacial ahora en territorio de la república ex soviética de Kazajistán, en Asía central, que Moscú no ha tenido más remedio que alquilar al gobierno de Astaná.

La fabricación del Challenge One ya está concluida desde hace un par de meses y también ha superado las pruebas a que ha sido sometido en la capital del país para comprobar su fiabilidad. Pero todavía no ha trascendido cuál será su misión, si estará enfocada a las comunicaciones, la observación de la Tierra o a ensayos tecnológicos, esto último poco probable. Lo que es indudable es que ha requerido la contribución de la industria espacial rusa, que ha resultado clave para hacer realidad el satélite, y lo será todavía más para colocarlo en el espacio.

Y es que tanto las arcas del estado tunecino como el potencial de sus capacidades tecnológicas son mucho más modestas que las de sus dos formales vecinos, Argelia e Italia. Esos son los principales motivos por los que la primera incursión espacial del país se va a materializar bajo la forma de un Cubesat 3U, un tipo de nano satélite de escasamente 30 centímetros de altura, otros 10 de ancho y poco más de 3 kilos de peso.

El lanzador ruso Soyuz 2 será el encargado de colocar órbita al tunecino Challenge One, compañero de viaje del coreano CAS-500-1
Algo más que una cooperación empresarial 

Estrechamente ligada con las autoridades políticas y militares de Túnez, con filiales en Alemania, Arabia Saudita, Estados Unidos, Francia, Rusia y la Unión de Emiratos Árabes y con más de 600 ingenieros en sus filas, un grupo de técnicos de Telnet se desplazará dentro de unas semanas hasta la sede de su filial en Moscú para someter al pequeño satélite a las pruebas finales previas para su puesta en órbita.

El proyecto Challenge One se concretó en 2018 y su camino al espacio ha quedado despejado hace un año, cuando Mohammed Frikha llegó a un acuerdo con los altos directivos de las compañías rusas Sputnix y GK Launch Services. Creada en 2009, Sputnix es la primera compañía privada fabricante de componentes electrónicos, equipos completos para producir mini y nano satélites y estaciones terrenas para su control y seguimiento. Muy posiblemente, su Cubesat 3U de nombre OrbiCraft-Pro haya sido modificado por Telnet para construir el Challenge One. En cambio, GK Launch Services es una sociedad de servicios de lanzamiento que goza de la autorización de la Agencia Federal Espacial de Rusia para comercializar los cohetes rusos en el ámbito privado. En el caso de Túnez, el moderno Soyuz 2.

El pacto suscrito en junio del año pasado entre los tres socios en el Parque Tecnológico de Skolkovo ‒una especie de Silicon Valley ruso que se encuentra a unos 30 kilómetros al sudoeste de Moscú‒ contempla la puesta en pie en Túnez de un ambicioso programa para potenciar el incipiente sector espacial tunecino de la mano de sus dos socios rusos. Supone crear una cadena de producción de componentes electrónicos para pequeños satélites, acompañada por la construcción de laboratorios de ensayos y bancos de pruebas.

Un modelo a escala del nano satélite Challenge One preside el encuentro entre Vladislav Ivanenko, fundador y director de Sputnix y el emprendedor Mohamed Frikha, de Telnet
Difícil desplegar una constelación antes de 2023

Lo anterior va aparejado con el intento de desplegar en el espacio antes de 2023 una constelación formada por una treintena de nano satélites, dedicados a proporcionar centenares de aplicaciones relacionadas con el conocido como Internet de las Cosas o IoT. Pero si el primero vuela en noviembre próximo, conseguir poner otros 29 en órbita en los siguientes dos años no va a ser nada fácil.

No obstante, todo lo anterior va camino de convertirse en realidad si Mohammed Frikha continúa al frente de Telnet. Hombre con cerca de 57 años y clara visión de futuro, es ingeniero de telecomunicaciones con experiencia en la empresa privada ‒ha trabajado en la multinacional Thales‒, es fundador de la compañía aérea Syphax Airlines y goza de gran predicamento en los círculos empresariales del país. 

Mohammed Frikha incluso ha llegado a ser candidato a la presidencia del gobierno en las primeras elecciones generales democráticas de finales de 2014. Pero fue derrotado por el veterano político Béji Caid Essebsi, que gobernó el país hasta el 25 de julio de 2019, fecha en la que falleció a los 92 años de edad a causa de una insuficiencia renal crónica. Hoy, uno de los mensajes de Mohammed Frikha es que Túnez tiene que ser reconocido en el mundo como “ejemplo de país árabe y musulmán en el que se valora la democracia y la tecnología”. 

Rusia se ha comprometido a establecer las bases para que Túnez pueda volcar sobre el campo espacial una parte de su cadena de producción de componentes electrónicos para aeronaves

Si el proyecto Challenge One sigue su curso y la pandemia de coronavirus no afecta el programa ruso de lanzamientos al espacio, el primer satélite tunecino despegará como carga secundaria del cohete Soyuz 2, cuya misión principal es poner en órbita a la plataforma surcoreana de observación CAS500-1, de cerca de media tonelada de peso.

Aunque la industria de Túnez no tiene experiencia en la integración de satélites de cualquier tamaño y condición, en cambio cuenta con más de medio centenar de fabricantes de equipos y estructuras aeronáuticas que forman parte de la cadena europea de suministros, que dan empleo a varios miles de técnicos cualificados naturales del país. Así las cosas, a algunas de las compañías no les resultará difícil acceder al todavía minimalista y embrionario sector espacial tunecino. 

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