A pesar de que Vladimir Putin cuente con el respaldo de oligarcas e importantes figuras políticas y militares durante su ofensiva sobre Ucrania, una gran parte de la población rusa se opone firmemente a la invasión militar. El mismo día que el Kremlin anunció la “operación especial” en su país vecino, miles de ciudadanos salieron a las calles de Moscú y San Petersburgo para expresar su rechazo ante los ataques.
Durante la jornada del 24 de febrero, una fecha que ya se ha quedado grabada en la mente del pueblo ucraniano, 1.702 personas fueron detenidas en 53 ciudades rusas según el monitor OVD-Info, una organización independiente rusa de derechos humanos dedicada a la persecución política en el país. En el vigésimo día de guerra, el portal contabiliza casi 15.000 arrestados.
No obstante, ni estos arrestos ni las posteriores medidas adoptadas por el régimen ruso han amedrentado a la sociedad rusa crítica con Putin. Las manifestaciones en Rusia no han cesado desde que Ucrania comenzó a sufrir los primeros bombardeos y ataques.
El grito de no a la guerra ha llegado incluso a ciudades siberianas como Irkutsk, donde rara vez se han visto “tal cantidad de arrestos”, según explica Maria Kuznetsova, portavoz de OVD-Info, a la agencia Reuters. En este sentido, también se han reportado protestas en lugares del Lejano Oriente, como en la localidad de Jabárovsk o la ciudad portuaria del Pacífico de Vladivostok.
Además de manifestantes y figuras destacadas como los activistas Marina Litvinovich y Lev Ponomarev o la directora teatral Evgueni Berkovich, la Policía rusa ha detenido incluso a niños y ancianos, como Elena Osipova, una superviviente del asedio de Leningrado durante la Segunda Guerra Mundial. “La escalada de violencia policial ilustra hasta dónde llegan las autoridades rusas para intimidar y silenciar a la disidencia”, denuncia Hugh Williamson, director para Europa y Asia Central de la ONG Human Rights Watch.
Cada vez es más difícil manifestarse en Rusia. Por ello, los ciudadanos han ingeniado nuevas maneras de mostrar su desacuerdo. En redes sociales han circulado vídeos de personas portando tan solo un papel en blanco o vistiendo los colores de la bandera ucrania, aunque también han sido arrestados. “Cualquiera que intente salir o parezca un manifestante es detenido violentamente”, informa Bernard Smith desde Moscú al medio Al Jazeera. “Es muy difícil para la gente salir a la calle y protestar”, añade.
Por otro lado, un reportero de la agencia AFP ha señalado que los antidisturbios han arrestado incluso a una joven que gritaba “paz al mundo”. También ha relatado que algunos miembros de las fuerzas de seguridad llevaban la letra “Z” en sus cascos. La “Z”, pintada en los tanques rusos, se ha convertido en un símbolo de apoyo a la invasión rusa de Ucrania.
Ante el incremento de voces críticas respecto a la guerra en Ucrania, el Kremlin ha tomado cartas en el asunto y ha decretado nuevas limitaciones a la libertad de expresión. Cualquier persona que publique o transmita lo que el Gobierno ruso considera “información falsa” sobre la invasión de Ucrania podría enfrentarse a 15 años de prisión.
Esta medida no solo afecta a los activistas y personas que acuden a las manifestaciones, sino que también coarta la libertad de prensa en el país. Los medios de comunicación extranjeros se han visto obligados a abandonar Rusia, mientras que los nacionales tienen prohibido usar la palabra “guerra” o “invasión”. Por este motivo, medios como The Echo of Moscow o TV Rain han cesado sus actividades por temor a las represalias del Ejecutivo. Otros, como Novaya Gazeta, han aceptado la censura impuesta para poder seguir trabajando.
Sin embargo, esta mordaza a la prensa no ha servido para que los periodistas se revelen ante esta guerra. La periodista Marina Ovsyannikova, del canal público de la televisión rusa Channel One, irrumpió durante una retransmisión en directo con un cartel en el que se leía “Detengan la guerra. No creas en la propaganda. Os están mintiendo aquí”. El mensaje iba firmado por “rusos contra la guerra”.
Tras este suceso que ha dado la vuelta al mundo, Ovsyannikova fue detenida por las autoridades bajo la acusación de “desacreditar a las fuerzas armadas de Rusia”. Se puede enfrentar a 15 años en prisión. La reportera, consciente de lo que iba a ocurrir, grabó un vídeo anteriormente que fue difundido después del arresto.
En la grabación, Ovsyannikova, luciendo un collar con los colores de las banderas rusa y ucraniana, expresó su lamento por haber trabajado en esa cadena de televisión. “He estado haciendo propaganda del Kremlin y estoy muy avergonzada de eso”, señaló. “Permití que el pueblo ruso fuera zombificado”, añadió.
La exeditora de Channel One también cargó contra Putin y su invasión. “Lo que está pasando en Ucrania es un crimen y Rusia es el agresor. La responsabilidad de esta agresión recae en un hombre: Vladimir Putin”, denunció. “Todo el mundo se ha alejado de nosotros y diez generaciones de nuestros descendientes no lavarán esta guerra fratricida”, agregó Ovsyannikova.
No obstante, Ovsyannikova no ha sido la única trabajadora de la prensa que ha lamentado las acciones militares del Kremlin. Casi 300 periodistas, incluidos reporteros de empresas públicas, han firmado una carta condenando la invasión de Ucrania. Como era de esperar, el régimen ruso ha respondido con despidos, como ha sido el caso de la veterana Elena Chernenko, excorresponsal diplomática en el periódico Kommersant.