El vicepresidente de la Fundación para la Defensa de las Democracias, Jonathan Schanzer, advierte sobre los peligros de las concesiones occidentales a Irán ante la proximidad de un nuevo acuerdo nuclear

El riesgo de no poner líneas rojas a las negociaciones nucleares con Irán

photo_camera PHOTO/REUTERS - Reuniones en Viena para la reactivación del Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA, por sus siglas en inglés); el acuerdo internacional de 2015 para limitar la acción nuclear iraní, abandonado por EE. UU. en 2018

El reciente intento de asesinato de Salman Rushdie –el novelista británico-estadounidense autor de la obra “Los versos satánicos” y enemigo público del ayatolá Ruhollah Jomeini, que en 1989 pidió la muerte del escritor vía fatua– atrajo, de nuevo, todas las miradas a una República Islámica de Irán que lleva ya gran parte del verano copando la atención mediática. Los esfuerzos internacionales por reactivar el acuerdo nuclear de 2015, en marcha desde comienzos de años, así como los intentos por cuantificar la repercusión de unas concesiones que, de unas semanas hasta aquí, no han cesado de crecer, parecen convertir a Irán en una de las cuestiones prioritarias para Occidente.

Más, pese al aparente beneficio general de reconstruir un acuerdo que, por un lado, limite la amenaza del enriquecimiento de uranio iraní –clave para la construcción de armamento nuclear –, y, por otro, permita a la República Islámica liberarse de las sanciones que llevan años asfixiando su economía; los riesgos que entraña la reactivación del Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA, por sus siglas en inglés) son muchos si se olvidan –las que deberían ser– las “líneas rojas” occidentales. 

Esta cuestión ha sido abordada por el vicepresidente senior de investigación en la Fundación para la Defensa de las Democracias (FDD), y anterior analista de financiamiento del terrorismo del Departamento del Tesoro estadounidense, Jonathan Schanzer, durante el webinar “La amenaza de Irán ahora: Salman Rushdie, Israel y el mundo libre”. Una ponencia que ha sido organizada por el Comité para la Exactitud en la Información y el Análisis de Oriente Medio (CAMERA) y dirigida por el principal analista de investigación de la organización, Sean Durns. 

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El punto de partida de la ponencia de Schanzer, también autor del libro Gaza conflict 2021, ha sido la desestabilización regional de Oriente Medio. Tras la salida de las tropas estadounidenses de Afganistán, explicó el investigador, no es solo la progresiva consolidación de los grupos terroristas como Hamás en Palestina, o Hizbulá en el Líbano, lo que ha contribuido a la inestabilidad y la inseguridad en la zona. La llegada de Joe Biden como sucesor de Trump en la presidencia estadounidense –un líder que, aparentemente, Irán no percibe como una amenaza –, parece haber provocado también un aumento de la injerencia iraní en muchos de sus países vecinos. Una injerencia que, además, pasa también por el respaldo de Teherán a estos “proxys”, a estos grupos vinculados al régimen de los ayatolás. 

Y es que, según Schanzer, tras el final de la guerra iraní (1980-1988), no tardaron en llegar las primeras pistas sobre las intenciones de la República Islámica de exportar su régimen a otros países vecinos. Teherán comenzaba así el largo camino de la injerencia extranjera que le ha llevado hasta nuestros días. Las facciones políticas afines en Irak, los ya mencionados Hamás e Hizbulá, así como la Yihad Islámica Palestina, los hutíes en Yemen, o las políticas favorables a los intereses persas en Somalia, son, para el vicepresidente de la Fundación para la Defensa de las Democracias, solo algunos ejemplos de lo que denominó “el largo brazo de Irán”, que llegó a estar vinculado, incluso, con atentados terroristas perpetrados en Argentina o Bulgaria. 

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Ahora, además, la mejora de las capacidades militares y armamentísticas iraníes –entre las que Schanzer destacó el 9A Qadr (un tipo de munición guiada de precisión, o PGM), la primera generación de bombas que Teherán es capaz de lanzar desde el aire, y que ha construido a partir de las bombas de propósito general (no guiadas) de EE. UU –, no son más que otro motivo de preocupación en el Medio Oriente. Especialmente para Israel, uno de los principales antagonistas regionales de Irán en tanto que aliado estadounidense, y firme opositor al programa nuclear. 

Pero, sin lugar a duda, fue precisamente la negociación entre los países G5+1 (Alemania, China, Francia, Reino Unido y Rusia + Estados Unidos) e Irán, para la reactivación del JCPOA, lo que se convirtió en el eje central de la ponencia de Schanzer. En palabras del experto, la liberación de las sanciones económicas impuestas sobre Teherán permitiría al país utilizar los cerca de 150.000 millones de dólares anuales –ahora empleados en el pago de multas internacionales – para continuar financiando a sus “proxys”, desestabilizando la región, y, eventualmente, volver a relanzar su programa nuclear. 

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“Debemos intentar resolver todas estas cuestiones de manera diplomática”, decía Schanzer, “pero debemos tener en cuenta todas estas cuestiones”, añadió, advirtiendo también sobre los progresivos acercamientos iraníes hacia Rusia –aliados desde hace años – en el marco de la invasión de Ucrania. En este sentido, el vicepresidente del FDD apuntó hacia el papel de Israel como obstáculo a los intereses iraníes en Oriente Medio, y es que el Estado hebreo se encuentra librando una “guerra de guerras” (war of wars) contra Irán. Una campaña asimétrica dirigida contra los activos persas, tanto militares convencionales, como nucleares, lo que ha resultado – por ejemplo – en ataques cibernéticos, y se encuentra elevando las tensiones en la zona.

Y aunque la conclusión de Schanzer sobre la situación iraní a nivel interno es que “la solución ha de venir de los propios iraníes”, a nivel internacional, el experto considera que lo que Estados Unidos debe hacer es “escuchar a sus aliados en la región”, en vez de hacer las mismas concesiones –cada vez mayores – que, antes que Biden, hizo la Administración Obama. Washington debe impedir que Irán “continúe humillado a la parte occidental”, y se convierta en un Estado nuclear.

Coordinador de América: José Antonio Sierra. 

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