La decisión del juez Edson Fachin reconfigura el mapa político brasileño y de la izquierda

El Supremo anula las condenas a Lula por Lava Jato y podrá ser presidenciable en 2022

photo_camera AFP/SERGIO LIMA - El expresidente de Brasil Luiz Inacio Lula da Silva

El Partido de los Trabajadores está de celebración tras la anulación de las condenas a Lula da Silva en el marco de la operación Lava Jato por parte del juez del Tribunal Supremo Federal (TSF) Edson Fachin. Una decisión que ha sido posible debido a que el sistema judicial brasileño permite decisiones unipersonales por parte de jueces del Supremo.

El expresidente brasileño (2003-2011) recupera de esta manera sus derechos políticos lo que abre la puerta a su regreso al Palacio de Planalto en las elecciones presidenciales de octubre de 2022. 

Fachin alega que el tribunal que juzgó a Lula, la 13ª Jurisdicción Federal de Curitiba, no era competente para hacerlo. Aquel juzgado estaba capitaneado por el polémico juez Sergio Moro, que durante un tiempo se granjeó entre algunos sectores de la población la fama de azote de la corrupción, y que después de impedir que Lula se presentara en 2018, cuando era de lejos el favorito en las encuestas, fue designado ministro de Justicia por Bolsonaro una vez que éste llegó a la presidencia. En abril de 2020 dimitió del cargo por discrepancias con el presidente brasileño, y en octubre el Tribunal Supremo le acusó de imparcial en el juicio que condenó a Lula a 9 años y 6 meses de prisión por corrupción y blanqueo de dinero. Sin embargo, el fallo de Fachin no ha querido entrar en valoraciones acerca de la parcialidad o imparcialidad de Moro.

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Ya en 2017, 122 juristas de distintas posiciones del espectro político analizaron las 600 páginas de la sentencia contra Lula y determinaron que era “frágil, basada en la excepcionalidad y en la falta de pruebas”.

La decisión de Fachin se ha producido tras aceptar el habeas corpus presentado el 3 de noviembre por la defensa de Lula da Silva. Según su decisión, las denuncias relativas al apartamento en Guarujá, la sede y donaciones del Instituto Lula, y la finca de Atibaia, son cuestiones ajenas a los desvíos de dinero del Caso Petrobras, que era el tema al que debía limitarse el tribunal de Curitiba, y que por lo tanto el tribunal competente era el del Distrito Federal, adonde los ha derivado.

La Fiscalía no ha tardado en anunciar que recurrirá la decisión de Fachin y por parte de la defensa de Lula no están del todo contentos al no haber sido absuelto de los cargos que se le imputan en los mencionados cuatro casos de corrupción.

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“La decisión de hoy (lunes) afirma la falta de competencia de la Justicia Federal de Curitiba y el reconocimiento de que siempre hemos tenido razón en esta larga batalla legal”, ha expresado la defensa del expresidente en un comunicado que compartió el propio Lula da Silva en su cuenta de Twitter.

La izquierda recibe con agrado el fallo

La presidenta del Partido de los Trabajadores y estrecha aliada de Lula, Gleisi Hoffman, se mostró cautelosa en Twitter: “Estamos esperando el análisis jurídico de la decisión del juez Fachin, que reconoce con cinco años de retraso que Sergio Moro nunca pudo haber juzgado a Lula”.

En un discurso ante la Cámara de Diputados, Hoffman reivindicó que “la decisión de Fachin no puede descartar la pena para Moro, un juez que debe ser juzgado y condenado”. “Todo el mundo ha visto la confabulación para condenar ilegalmente al expresidente”, añadió.

En el resto de la izquierda, el gobernador de Maranhão Flávio Dino, del Partido Comunista de Brasil (PCdoB), uno de los partidos más cercanos al PT, compartió en Twitter una entrevista que le hicieron en 2017 en la que precisamente señalaba lo que ahora reconoce el juez del Supremo. El PSOL (Partido Socialismo y Libertad), escisión del PT, lo ha calificado de “victoria democrática”.

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El varias veces candidato del centroizquierdista Partido Democrático Laborista (PDT) y exministro de Lula, Ciro Gomes, a pesar del distanciamiento con el exmandatario anoche reconoció en una entrevista concedida a CNN que “Lula ha sido perseguido por la arbitrariedad de Sergio Moro”. Gomes y Lula han intentado reconstruir puentes e incluso se reunieron en Sao Paulo en septiembre. En su momento algunos medios hablaron de una posible “solución Cristina Kirchner”, en referencia a la decisión tomada por la expresidenta argentina en 2019 de dejar a Alberto Fernández al frente de la candidatura presidencial y concurrir ella como candidata a la Vicepresidencia. Sin embargo, anoche pidió “el fin del radicalismo político, del sectarismo, del odio, que han caracterizado la confrontación entre el lulopetismo y el bolsonarismo”, un mensaje que en principio no va en la línea de unir fuerzas con el PT sino más bien de presentarse como una opción intermedia entre el partido de Lula y Bolsonaro.

En cualquier caso, que Lula haya recuperado sus derechos políticos es un hecho inesperado de cara a las próximas presidenciales para las que quedan 1 año y siete meses. Cuando ya se especulaba con posibles candidatos que unieran a la izquierda, incluso ajenos al hegemónico PT, Lula vuelve a estar en el centro de las quinielas a pesar de que él mismo se autodescartó en mayo del año pasado. “Yo tendré 77 años, y ayudaré al PT para que tenga otro candidato y que yo sea un buen ‘gancho’ electoral”, dijo entonces. Pero ahora el escenario ha cambiado.

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De momento el líder de la izquierda y sindicalista guarda silencio. Mientras tanto, ha recibido una avalancha de felicitaciones de líderes de izquierda de otros países, entre ellos el expresidente colombiano Ernesto Samper, el vicepresidente del Gobierno español, Pablo Iglesias, el expresidente boliviano, Evo Morales, la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, el expresidente uruguayo, Pepe Mujica, y el presidente argentino, Alberto Fernández, entre otros. 

Quien no ha recibido con agrado la noticia ha sido Bolsonaro, que ha asegurado que “Brasil no quiere tener un candidato como Lula en 2022 porque su gestión fue catastrófica” y ha acusado al juez Fachin de tener una “fuerte relación” con el PT. No obstante, los datos no avalan las palabras del presidente brasileño, y en las encuestas se muestra a Lula, que se despidió de la presidencia con una popularidad récord del 87%, como el único candidato capaz de hacerle frente. 

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