La senadora por Massachusetts se perfila como alternativa a Sanders entre las bases más progresistas del Partido Demócrata

Elizabeth Warren: la guerrera que se enfrentó a los bancos

photo_camera PHOTO/REUTERS - Elizabeth Warren, durante un mitin de campaña en Des Moines, la capital de Iowa, un estado donde la senadora ha pasado buena parte de su campaña

“Senadora Warren, sería usted la persona de más edad en ser investida”, preguntó el periodista. “También sería la mujer más joven en ser investida”, replicó ella. Este intercambio tuvo lugar en el curso del sexto debate televisado entre los candidatos de las primarias demócratas. El programa fue retransmitido en directo por la cadena CBS. La respuesta de Warren ha quedado registrada como uno de los mejores momentos de toda la campaña electoral.

Sus palabras revelan a las claras la valentía y el carácter de una mujer que, a sus 70 años, no ha encontrado demasiadas facilidades a lo largo del camino. Su historia es la de una persona que ha hecho realidad el sueño americano; alguien que ha nacido en una familia humilde del medio oeste y que, a través de su trabajo y solo de su trabajo, ha conseguido ser uno de los rostros más destacados de la alta política de su país.

El maltrecho ascensor social estadounidense la llevó desde su Oklahoma City natal, donde su padre era tapicero y su madre se quedaba en casa a cargo de la prole, hasta el Senado, donde ocupa uno de los dos escaños atribuidos a Massachusetts desde el año 2013. Entre medias, se acumuló varios trabajos como profesora de niños con necesidades especiales, una carrera en derecho por la universidad pública y más de treinta años en la docencia universitaria.

Elizabeth Warren interviene en un mitin en el estado de Iowa. Su cercanía con los simpatizantes es uno de sus puntos fuertes
Fiscalizando a los gigantes de Wall Street

No obstante, si hay una etapa de este largo trayecto por el que Warren es identificada, es la que corresponde a su papel durante la Administración de Barack Obama. En 2008, se ocupó de presidir el Panel de Vigilancia del Congreso que se encargó de investigar el cataclismo de las hipotecas ‘subprime’ que había estallado a finales del año anterior. En concreto, Warren tuvo que lidiar con el Programa de Alivio para Activos con Problemas (TARP, por sus siglas en inglés); un eufemismo muy largo que se utilizó, ni más ni menos, para designar al órgano que debía supervisar el rescate con dinero público sobre Wall Street.

Desde su puesto, su principal iniciativa fue la creación, en 2010, de la Oficina de Protección Financiera a los Consumidores (CFPB), que debía representar, más o menos, el papel de la honda de David frente a Goliat. No parecía haber un perfil más idóneo que el suyo para dirigir la nueva institución. No en vano, Warren está considerada toda una autoridad en el estudio de las estrecheces financieras de las familias de clase media. Sin embargo, su nombramiento fue vetado por los republicanos del Senado. 

Ha transcurrido cerca de una década desde entonces, pero el sector financiero sigue siendo uno de los caballos de batalla de la senadora. “He pasado la mayor parte de mi vida ahondando en lo que les ocurre a las familias trabajadoras de Estados Unidos”, escribió el pasado mes de julio en un post para el portal Medium. “Alerté sobre un crash económico años antes de la crisis de 2008, pero las personas que estaban en el poder no me escucharon. Ahora, estoy viendo señales de alarma graves en la economía de nuevo”. Un aviso a navegantes de una persona que no es precisamente neófita en estas cuestiones.

Sus exhortaciones a los legisladores para que tomen medidas no han surtido, por el momento, demasiado efecto. En vista de la inacción gubernamental, Warren ya ha hecho sus propios planes para que Wall Street no vuelva a colapsar de esa manera. Entre las medidas que tiene en mente, algunas afectan directamente a las grandes entidades bancarias. Una mayor regulación para evitar oligopolios o las exigencias de una mayor transparencia en los planes para contrarrestar el cambio climático se encuentran entre sus últimas propuestas. Para la candidata, la urgencia de estas medidas está fuera de toda duda.

Warren se ha distinguido como la voz de las sufridas clases medias en Washington
Sanders, un rival duro de pelar

A lo largo de las últimas semanas, Warren ha perdido algo de fuelle en las encuestas; el mismo aire que ha ganado, en contrapartida, Bernie Sanders, que se perfila como su principal rival en el sector izquierdista del partido. A diferencia de su competidor, no son muchos los que la califican como “socialista”; un adjetivo totalmente asimilado en la historia política de Europa que, en Estados Unidos, está cargado de connotaciones peyorativas heredadas fundamentalmente de los tiempos de la Guerra Fría.

Línea por línea, no se aprecian demasiadas diferencias entre los discursos de los dos. Warren ha hecho campaña por una sanidad universal, la subida de impuestos a las rentas más altas, la condonación de la deuda de los estudiantes universitarios y una política limpia, libre de corrupción. Lo cierto es que Sanders bien podría firmar debajo de la mayor parte del programa que propone su compañera de bancada en el Senado.

Previsiblemente, Warren y Sanders se disputarán el voto del sector más izquierdista del Partido Demócrata, integrado por los simpatizantes jóvenes

Fríamente, Warren tiene un perfil muy atractivo para los simpatizantes más progresistas. Procede de una familia de clase más baja que media, tiene experiencia como gestora pública y sus tiempos como guardiana de los desmanes de Wall Street le han granjeado una valiosa reputación; la de la política abnegada que se posiciona con los que más tienen que perder frente a los gigantes del sistema, aparentemente invulnerables.

¿Por qué parte Warren en desventaja, entonces? Es muy probable que la respuesta no tenga tanto que ver con ella como con su rival. Warren tiene en su haber todo ese acervo -y mucho más-, pero Bernie Sanders es Bernie Sanders. Es el político superviviente por excelencia, que ha superado todas las zancadillas que le han puesto, incluso desde sus propias filas. En su piel política, Sanders tiene todavía más cicatrices que ella; en tiempo de polarización y búsqueda de las esencias más auténticas, la profundidad de las heridas de guerra puede ser el aliciente que desnivele la balanza entre dos candidatos similares.

Warren y la senadora por Minnesota Amy Klobuchar son las dos candidatas por las que ha manifestado su apoyo The New York Times
¿Señora presidenta?

Warren, en todo caso, es una política de grandes cualidades y los esfuerzos que lleva realizando desde hace muchos meses no deben ser desestimados. Es conocida por haber invertido bastante tiempo y dinero de su campaña en los primeros estados en votar en las primarias, donde se ha detenido durante horas simplemente para charlar en grupos reducidos de simpatizantes. 
Recientemente, ha recabado, además, grandes apoyos. La semana pasada, el prestigioso diario The New York Times manifestó públicamente su apoyo por Warren y también por Amy Klobuchar, senadora por Minnesota que ha mantenido un perfil más bajo.

Dentro de su partido, ha recibido el respaldo de voces destacadas, como el excandidato a las primarias Julián Castro, que tuvo que retirarse de la carrera, o el excandidato presidencial Michael Dukakis, derrotado por George Bush padre en los comicios de 1988.

El hecho de ser la mujer mejor posicionada en la carrera también puede jugar a su favor. Retrocediendo a las primarias de hace cuatro años, hay quien dice que Warren es una combinación entre las ideas renovadoras que trajo Sanders entonces y la ilusión que supuso el elegir a una mujer como candidata. Aunque la carta del techo de cristal no le funcionó a Hillary Clinton todo lo bien que debía, el perfil de Warren es bastante diferente. No está considerada una política del aparato y tiene bastante más gancho con el ciudadano de a pie. 

El principal riesgo para ella es quedarse en la nada, a medio camino entre la pujanza de Sanders y la moderación de Biden. No obstante, hasta el momento ha conseguido sortear la irrelevancia y su nombre se mantiene en las conversaciones. En función de cómo se le den los primeros estados, comenzando por Iowa, puede aglutinar bastante apoyo popular. Muchos dudan de su capacidad para medirse a Trump en unas eventuales presidenciales, pero Warren ya ha demostrado que puede enfrentarse a los poderosos y salir indemne.

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