Erdogan abre la puerta de la Unión Europea a los refugiados

El ataque aéreo lanzado en la noche del jueves por el Ejército de Bachar al-Asad sobre un puesto de control turco cerca de Idlib empieza a tener consecuencias. Tras este episodio, en el que al menos 33 soldados turcos han fallecido y otros 35 están heridos, el Gobierno de Recep Tayyip Erdogan ha decidido buscar aliados. Ha mirado a la OTAN, a Estados Unidos… y también a la Unión Europea.

Hasta ahora, la posición oficial de Bruselas con respecto al conflicto sirio ha sido de no injerencia y de respeto a las normas de derecho internacional, si bien es cierto que algunos de sus miembros más prominentes, como Francia y, antes del brexit, Reino Unido, han realizado alguna actuación por su cuenta. No obstante, Erdogan está buscando, al menos, una declaración de apoyo formal a su causa por parte de las instituciones comunitarias.

¿Cómo se propone conseguir este objetivo? Aplicando presión. Turquía ha decidido abrir sus fronteras para permitir el paso de refugiados hacia suelo comunitario. Por una parte, la frontera sureste con Siria permanecerá abierta durante tres días, según han informado fuentes oficiales, para que los refugiados sirios que allí aguardan puedan entrar en territorio turco. Por otra, representantes de la Administración turca han manifestado que no detendrán a aquellos refugiados que traten de pasar a la UE a través de la frontera con Grecia y Bulgaria. Se ha pedido expresamente a las fuerzas de seguridad que no impidan la marcha de los refugiados.

En virtud de los acuerdos ratificados por Bruselas y Ankara en 2016, el país de Anatolia ha estado ejerciendo como un dique de contención frente a los incesantes flujos de refugiados que llegan desde Siria, Afganistán y otros países a cambio de una compensación económica. Sin embargo, la mayor parte de los campamentos de refugiados turcos se encuentran en una situación límite. El país alberga ya a más de tres millones y medio de desplazados. Además, desde el pasado mes de diciembre, Naciones Unidas calcula que cerca de un millón de sus casas se han visto obligadas a dejar sus hogares en la región de Idlib. La mayoría han partido en caravana hacia el norte, precisamente en dirección a territorio turco.

A pesar de que Erdogan ya había amenazado en varias ocasiones con liberar el flujo de refugiados hacia la UE, es la primera vez que ha tomado la decisión en firme. La agencia turca oficialista Anadolu ha publicado, a lo largo de la mañana de este viernes, varios vídeos en los que se puede ver una flota de autobuses que circula hacia el oeste con personas refugiadas a bordo; su destino, la frontera con Grecia. 

La caravana ha sido fletada por la propia comunidad siria residente en Estambul. Igualmente, también hay imágenes de grandes colas de personas listas para embarcar en los ferris con destino a la isla griega de Lesbos desde los puertos de la provincia fronteriza turca de Çanakkale. 

¿Qué puede aspirar a conseguir el presidente turco? Siendo realistas, no se trata de apoyo militar, puesto que la UE per se no dispone de unas Fuerzas Armadas propias. Igualmente, es improbable que los Estados miembros, por su cuenta y riesgo, estén dispuestos a involucrarse unilateralmente en el avispero sirio. Esa vía es más probable que se explore a través de la OTAN. Como mucho, Erdogan podría conseguir cambiar la posición comunitaria de la no intervención a un apoyo explícito a Ankara. Puede parecer poco, pero se trataría de un paso bastante importante.

Por el momento, ni el Consejo Europeo ni su presidente, el ex primer ministro belga Charles Michel, se han pronunciado públicamente sobre la maniobra llevada a cabo por Erdogan. El país heleno, a título propio, ya ha reforzado las patrullas en su territorio en los puestos de control cercanos a la frontera. Es de esperar que Bulgaria tome medidas similares.

Con los acuerdos entre Bruselas y Ankara, muchos refugiados han optado, a lo largo de los últimos años, por intentar entrar en la Unión Europea de forma ilegal y valiéndose de los medios proporcionados por organizaciones de traficantes de personas. Las rutas del Mediterráneo, tanto por el estrecho de Gibraltar, por la zona central (entre la costa libia e Italia) y por la oriental -precisamente, en las costas griegas- se han convertido en caminos muy transitados que se han cobrado la vida de miles de personas.

Para gestionar esta circunstancia, la UE había puesto en marcha un dispositivo de rescate en las aguas del Mediterráneo conocido como operación Sofía, que fue sustituido apenas hace unos días por otro despliegue que busca garantizar el embargo internacional de armas sobre Libia. Durante el intervalo en que estuvo activa, la operación Sofía no impidió que muchos refugiados llegasen a las costas europeas. 

El problema es que las instituciones de Bruselas, que suelen tomar la mayor parte de sus decisiones por consenso, no han sido capaces de articular una política unitaria para la gestión de los flujos de personas refugiadas. Las cuotas que se intentaron establecer no se respetaron, algunos países como Hungría cerraron fronteras y solamente Alemania ha llevado a cabo una política de acogida consistente.