Los proyectiles cayeron al mar cerca de los puestos norteamericanos, sin víctimas aparentes

Estados Unidos coloca en alerta dos bases militares en Oriente Medio tras el lanzamiento de tres misiles iraníes

AFP/ANDREW CABALLERO-REYNOLDS - Un miembro de la Fuerza Aérea de Estados Unidos observa cerca de una batería de misiles Patriot en la base aérea de Al-Kharj, en el centro de Arabia Saudí

Dos bases militares de Estados Unidos emplazadas en Oriente Medio han activado la máxima alerta después de que la República Islámica de Irán lanzase tres misiles que terminaron cayendo al mar en una localización muy próxima a las infraestructuras del Ejército estadounidense. 

Diversos medios de comunicación de EEUU confirmaron que el establecimiento de la alerta se produjo después de que "los indicadores de inteligencia mostraran que un misil iraní posiblemente se dirigía hacia allí". 

Las últimas informaciones difundidas hasta ahora recogen que no se ha producido ningún impacto, pero sí se confirmó que tres misiles iraníes "se hundieron en aguas cerca de las bases como parte de los ejercicios militares de Irán" y que cayeron "lo suficientemente cerca" como para causar preocupación. 

El Comando Central del Ejército de Estados Unidos en la región dio veracidad a las informaciones vertidas, por lo que se han verificado estos incidentes que vuelven a poner en riesgo la seguridad regional y mundial. 

Hace poco, Irán ya trasladó una maqueta de un portaaviones al estrecho de Ormuz en medio de las crecientes tensiones entre ambos países. En esta línea, Estados Unidos denunció las “actividades destructivas” perpetradas por la República Islámica para “desestabilizar la región”. Teherán podría haber utilizado esta simulación para llevar a cabo ejercicios con fuego real, tal y como sugirieron las fotografías de satélite publicadas este mismo lunes.

Una de las imágenes tomada por la Corporación de Tecnología Espacial (Maxar Techonologies), una compañía con sede en EEUU, mostraba un barco en movimiento hacia el modelo de portaaviones estadounidense localizado en esta vía fluvial estratégica, de acuerdo con la información a la que tuvo acceso el digital Al-Arab. 

Prosigue de esta forma la escalada de tensión instalada desde hace muchos años entre Washington y Teherán. Un choque diplomático que se vio potenciado recientemente por las sanciones políticas y económicas impuestas en 2018 por el Gobierno norteamericano de Donald Trump sobre el Estado iraní tras haber denunciado incumplimientos por parte de este respecto al pacto nuclear sellado en 2015 (JCPOA, por sus siglas en inglés) por el que se limitaba el programa atómico persa, sobre todo en materia armamentística. Un acuerdo que fue rubricado por ambas partes en 2015 junto con otras potencias como Alemania, Francia, Reino Unido, China y Rusia, y que sigue vigente a pesar de la salida del gigante norteamericano. 

Después de la imposición de este embargo, el cual afecta sobre todo al petróleo (principal fuente de financiación iraní), el presidente de Irán, Hasán Rohaní, respondió amenazando con seguir comerciando con su crudo, con bloquear el estrecho de Ormuz (principal zona de paso del comercio petrolero mundial) y con no respectar diversos términos del JCPOA, especialmente los referidos al enriquecimiento de uranio y al tratamiento de agua pesada. 

En este escenario, se sucedieron incidentes relacionados con buques cargueros en aguas del Golfo y ataques a infraestructuras petrolíferas y aeroportuarias en territorio de Arabia Saudí, principal enemigo regional de Irán y gran representante de la rama suní del islam, contrapuesta a la chií patrocinada por el régimen de los ayatolás. 

Irán fue acusado de estar detrás de estos sucesos y de apoyar a grupos chiíes afines para entrometerse en los asuntos internos de países vecinos, lo cual aumenta la inestabilidad en la zona. En este sentido, es conocida la labor de las Fuerzas Quds (división internacional de la Guardia Revolucionaría Islámica, cuerpo de élite del Ejército iraní) para cooperar con organizaciones chiíes aliadas de cara a satisfacer intereses propios. Este es el caso de Líbano, con las milicias de Hizbulá; Palestina, con la guerrilla de Hamás; Yemen, con los rebeldes hutíes que luchan en la guerra civil contra el Gobierno legítimo; Siria, con las milicias de origen afgano de Liwa Fatemiyoun; o Irak, a través de las Fuerzas de Movilización Popular. 

Además, Irán colabora estrechamente, según diversos analistas, con otros países que están en el ojo del huracán por su postura beligerante en el plano internacional, como son Turquía y Qatar. Unos socios a los que se aproximó la nación iraní para mejorar su situación financiera tras las sanciones impuestas por EEUU. El país euroasiático presidido por Recep Tayyip Erdogan participa activamente en las guerras civiles de Libia y Siria, incluso aportando mercenarios a sueldos adscritos a grupos ligados en el pasado con organizaciones terroristas como Daesh o Al-Qaeda, de cara a mejorar su posición geoestratégica y para obtener beneficios económicos en la explotación de zonas del Mediterráneo. Mientras, la monarquía del Golfo padece otro embargo decretado en 2017 por parte de Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Egipto y Bahréin, naciones que acusan al Estado qatarí de apoyar el terrorismo transfronterizo y de lazos estrechos con los Hermanos Musulmanes, organización catalogada como terrorista por varios países occidentales.

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