El emplazamiento de la nueva instalación militar se sitúa en la ciudad oriental de Deir Ezzor

Estados Unidos establece una nueva base en Siria

photo_camera AFP/DELIL SOULEIMAN - Convoy de vehículos blindados estadounidenses cerca de la ciudad nororiental de Al-Qahtaniyah

El Ejército de Estados Unidos ha situado una nueva base en el enclave de Deir Ezzor, al este de Siria, para reforzar sus posiciones dentro del conflicto bélico que se desarrolla en el país de Oriente Medio desde 2011.

El Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), organización radicada en Reino Unido y que cuenta con una amplia red de informadores sobre el terreno, informó sobre esta nueva estrategia norteamericana. La entidad señaló en su página web que se han detectado refuerzos masivos estadounidenses en la localidad de Al-Yazira, justo al oeste de la zona rica en petróleo de Deir Ezzor. Diversos expertos ven precisamente en el asunto del crudo la principal razón por la que el Gobierno de Donald Trump ha retomado intensamente el interés por Siria. 

Esta jugada de EEUU sigue poniendo de manifiesto el renovado interés de la Administración Trump por Siria, vinculado al atractivo que despierta la riqueza petrolera del área, después de que abandonase sus posiciones hace meses y pactase con Turquía la creación de una zona de seguridad en la frontera turco-siria, de la que debían salir las fuerzas kurdo-sirias hostigadas por la nación otomana y a la que debían regresar miles de refugiados sirios que habitan en territorio turco, según las intenciones del presidente Recep Tayyip Erdogan. 

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump

Turquía incursionó con sus tropas al norte de Siria para establecer puestos de control y perseguir a los kurdo-sirios bajo la excusa de que la etnia kurda lleva a cabo actos terroristas en el sur del territorio otomano. Unas posiciones establecidas tras el acuerdo alcanzado con el Departamento de Estado de EEUU por el que se instauró el año pasado una zona de seguridad al norte de suelo sirio, de la que debían salir los kurdos por exigencia del ‘sultán’ Erdogan y a la que debían ser destinados los miles y miles de refugiados sirios que alberga Turquía y que huyeron de la guerra civil. Esto generó polémica porque el Ejecutivo de Donald Trump abandonaba de esta forma a su suerte a grupos kurdo-sirios como las Unidades de Protección del Pueblo (YPG, por sus siglas en turco), integradas en las opositoras Fuerzas Democráticas de Siria (FDS), asociadas momentáneamente con el presidente Bachar al-Asad para echar al enemigo común turco a pesar de que estaban circunscritas a la oposición al régimen oficial sirio; las cuales fueron básicas en la derrota de Daesh en Siria hace un año, cuando cayó el bastión de Al-Baghouz. 

Una guerra, la de Siria, que enfrenta al Gobierno de Bachar al-Asad, apoyado férreamente por la Rusia de Vladimir Putin, con los insurgentes atrincherados en el último reducto rebelde de Idlib, donde Turquía se posicionó hasta el punto de exigir la retirada de tropas rusas tras una cumbre protagonizada por Ankara y Moscú el pasado mes de febrero, la cual no dio resultados. La Administración Al-Asad ha venido argumentando que su objetivo en el conflicto bélico del país árabe es acabar con el terrorismo yihadista englobado en la resistencia de Idlib, para reunificar y pacificar todo el país; todo ello frente a un polo contrario insurgente y una nueva oposición representada por los intereses que defiende Turquía, nación que recibe el apoyo de mercenarios a sueldo procedentes de ex filiales de grupos terroristas como Al-Qaeda.

Junto a Turquía y Rusia, Irán auspició el proceso de paz de Astaná, en el que incluso se ofrecieron como mediadores para resolver las diferencias entre Ankara y Damasco cuando en febrero hubo un repunte de tensión en el noroeste de Siria que se zanjó con el alto el fuego dispuesto entre Turquía, valedor de la oposición siria, y Rusia, socio de Al-Asad, implementado desde el pasado 6 de marzo. Ese cese de las hostilidades continúa, pese a que hay esporádicas violaciones y a que sigue aumentando la presión en el país sirio sin que se respete el grave panorama actual que atraviesa el mundo con la pandemia del coronavirus. En estos momentos, se habla de 20.000 efectivos militares de Turquía presentes en el norte de Alepo con más de una treintena de puestos de control en los alrededores de Idlib, citado reducto rebelde organizado de los extremistas que busca derribar las fuerzas del régimen de Bachar al-Asad.

Un convoy de vehículos militares turcos es fotografiado en la ciudad de Turmanin, en la provincia siria de Idlib, el 15 de febrero de 2020

Gracias a su nueva maniobra en Siria, EEUU aumenta su presencia en campos de petróleo y gas al norte de la nación árabe. A través del punto de Al-Walid el gigante norteamericano también aporta semanalmente material bélico y logístico a efectivos de las citadas FDS, conformadas mayormente por kurdos. Estados Unidos estuvo presente en bases al norte y al sureste, en el triángulo fronterizo con Irak y Jordania, pero posteriormente las abandonó tras el consabido pacto con Turquía, aunque la marcha no se produjo del todo. Se mantiene ahora muy presente en los núcleos de hidrocarburos de Deir Ezzor y Raqqa por el renovado interés estadounidense centrado en el crudo. Algunas fuentes calculan que EEUU puede tener entre 3.000 y 4.000 soldados desplegados actualmente. Mientras tanto, el país estadounidense también cuenta con el apoyo de Israel, que a partir de enero intensificó el lanzamiento de misiles sobre Siria desde territorios ocupados en Palestina y los Altos del Golán.

El nuevo plan de EEUU ha quedado de manifiesto una vez que en los últimos días unos 300 camiones estadounidenses  incursionaran al este de Siria desde el oeste de Irak, donde la nación norteamericana tiene presencia militar también dentro de la coalición internacional que lucha contra el yihadismo, el cual está muy activo en los territorios iraquí y sirio en los últimos tiempos aprovechando la inestabilidad de estos países de Oriente Medio y la debilidad interna derivada de la lucha emprendida contra la crisis sanitaria de la enfermedad COVID-19.

Una difícil situación que se agrava en Siria por la guerra civil; y en Irak, ya que el país del Golfo está sumido en violentas protestas ciudadanas contra la crisis económica y la corrupción política y contra la injerencia de EEUU e Irán en sus asuntos internos (a través de los nexos con milicias chiíes como las Fuerzas de Movilización Popular en el caso iraní), y, además, es muy vulnerable ahora por la dedicación de las Fuerzas Armadas iraquíes a proteger a la población frente al coronavirus descuidando así la habitual lucha antiterrorista. 

Soldados rusos en la ciudad siria nororiental de Kobane
Irán mantiene posiciones

La República Islámica de Irán es uno de los aliados del presidente sirio Bachar al-Asad y continúa con su presencia en territorio sirio. Fuentes sirias revelaron que no ha habido retirada o reducción parcial de la presencia militar iraní en Siria. Estos informadores dijeron al diario panárabe radicado en Londres Al-Quds al-Arabi que el sistema de trabajo persa en suelo sirio no se ha modificado; y añadieron que los oficiales iraníes no habían abandonado ningún centro militar sirio, a menos que su trabajo se hubiera completado desde el punto de vista logístico y técnico. Según las fuentes, el régimen oficial sirio no pidió a los iraníes que redujeran su influencia en Siria, de la misma manera que estos no están planeando actualmente reducir su presencia militar, especialmente la de sus asesores.

Los informadores añadieron que la cooperación militar entre Damasco y Teherán no cambió tras el asesinato de Qassem Soleimani, comandante de las Fuerzas Quds (división internacional de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán que ejerce influencia en asuntos internos de países como Siria, Irak o Líbano); muerto en una operación con drones realizada el 3 de enero por Estados Unidos en las inmediaciones del aeropuerto de la capital iraquí de Bagdad, en la que también cayó Abu Mahdi al-Muhandis, vicepresidente de las chiíes Fuerzas de Movilización Popular, asociadas al país persa.

“El Ejército iraní sigue en sus posiciones. Es posible que haya habido un cambio en sus posiciones por razones logísticas y de otro tipo relacionadas con los repetidos ataques israelíes a algunos emplazamientos militares, pero su trabajo y su presencia técnica siguen siendo los mismos”, manifestaron. 

El presidente de Siria, Bachar al-Asad, y el ministro de Asuntos Exteriores de Irán, Mohammad Javad Zarif, llevando máscaras faciales como protección contra la propagación de la enfermedad COVID-19, se reúnen en Damasco, Siria

El martes, el enviado especial de EEUU para la política de Siria y la lucha contra Daesh, James Jeffrey, remarcó que las sanciones estadounidenses a Irán, derivadas del abandono norteamericano en 2018 del pacto nuclear sellado con el régimen de los ayatolás en 2015, lo han obligado a reducir su presencia militar en Siria. “Hemos visto a los iraníes retirarse de algunas de sus actividades periféricas en Siria debido, francamente, a problemas financieros… en términos del enorme éxito de las políticas de sanciones de la Administración Trump contra Irán”, resaltó James Jeffrey, quien añadió que “están teniendo un efecto real en Siria”.

Arresto de terroristas de Daesh

Mientras, tres terroristas del grupo terrorista Daesh han admitido haber realizado “diferentes” operaciones en coordinación con EEUU en Siria. 

En un programa difundido este jueves por la televisión siria, los tres terroristas de Daesh han confesado haber llevado a cabo “diferentes operaciones” contra los militares y civiles sirios “en coordinación” previa entre sus líderes y las fuerzas estadounidenses desplegadas en la estratégica base militar de Al-Tanf, situada en el extremo suroriental de la provincia de Homs (centro).

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