Se cumple el primer aniversario del conflicto en el país africano

Etiopía: un año de guerra civil entre el TPLF y el Gobierno federal

photo_camera AFP/ ASHRAF SHAZLY - Refugiados etíopes que han huido del conflicto de Tigray, llenan botellas y recipientes con agua tras llegar a un centro de tránsito en la ciudad fronteriza sudanesa de Hamdayit el 27 de noviembre de 2020

El enfrentamiento en Tigray prosigue y provoca preocupación

La guerra en Etiopía continúa dejando a su paso una de las crisis humanitarias más graves de su historia y por la que la UE y Naciones Unidas preparan sanciones por los derechos violados.

Los bombardeos en Tigray continúan. El conflicto desatado en Etiopía sigue dejando miles de muertes civiles por hambrunas y bombardeos cuando ya se va a cumplir un año del inicio de la conflagración entre el Gobierno central de Adís Abeba y la zona norte del país, en la región de Tigray, gobernada por el Frente Popular de Liberación de Tigray (TPLF).  

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Lejos de proclamas de paz, este mismo lunes 18 de octubre se llevó a cabo un bombardeo aéreo en Mekele, la capital de Tigray, donde han fallecido tres menores y otras nueve personas han resultado heridas, según los datos de la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA). El Gobierno etíope ha reconocido su autoridad, pero deja sin responder las acusaciones del TPLF acerca de los muertos civiles que ha provocado dicho ataque, algo que sí le ha atribuido el Gobierno de Tigray a Abiy Ahmed, primer ministro etíope.

Getachew K Reda, portavoz del TPLF, denunció en su cuenta de Twitter la culpabilidad del Ejecutivo de Adís Abeba sobre el bombardeo en Mekele, a lo que anunciaba que la Administración de Abiy Ahmed “hará todo lo posible por aterrorizar a nuestra gente, especialmente cuando sus fuerzas están perdiendo en el frente de batalla”.

Todo ello cuando los enfrentamientos entre el Gobierno federal y el de Tigray van a cumplir su primer aniversario a raíz del inicio de una ofensiva militar contra el TPLF como consecuencia, según el Gobierno federal, de una intromisión del poder de Tigray en la base del Ejército etíope en Mekele. A raíz de esta decisión y en menos de un mes, el Ejército etíope, con la ayuda de Eritrea, pudo avanzar en el territorio hasta penetrar en la capital de Tigray, Mekele, obligando a retroceder a los líderes del TPLF en su cometido beligerante. Tras estos éxitos conseguidos por el Ejecutivo federal vino la respuesta del TPLF, que realizó importantes avances el pasado junio forzando a Abiy Ahmed a declarar un alto el fuego, algo que no respetaron en Tigray, expandiendo su ofensiva a las regiones de Amhara y Afar. 

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Naciones Unidas y la Unión Europea ante la crisis en Etiopía

El mundo no permanece aislado al conflicto etíope y Naciones Unidas muestra su preocupación por el recrudecimiento del conflicto con el bombardeo en Mekele e insta urgentemente a que cesen los ataques en Tigray. Demandan también que este conflicto dificulta que la ayuda humanitaria pueda actuar con éxito en las zonas afectadas, pues la falta de seguridad en Tigray, Amhara y Afar hace que los trabajadores humanitarios no puedan desplazarse y prestar ayuda a una población que ya padece los estragos de la guerra con hambruna y falta de medicinas.

En un comunicado de prensa facilitado por la ONU, António Guterres, secretario general de Naciones Unidas, declaró que se necesita urgentemente que se facilite el paso de combustible y medicinas para que las ayudas humanitarias puedan actuar e insta tanto al Gobierno etíope como al TPLF que se priorice el bienestar de la población y que cesen las hostilidades. Este mensaje llega en un encuentro clave entre la ONU y Etiopía, y es que el pasado jueves 30 de septiembre el Gobierno de Etiopía anunció la expulsión de siete altos funcionarios de agencias humanitarias de la ONU, entre ellos el representante de UNICEF, que fueron declaradas personas non grata por “entrometerse en asuntos internos de Etiopía”, por lo que el Gobierno de Abiy Ahmed les obligó a salir del país con un margen de tan solo 72 horas. 

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Por su parte, en un comunicado de prensa, el Consejo de la Unión Europea mantuvo su firme su postura en la denuncia de esta expulsión de los funcionarios de la ONU y se reafirmó en que estas organizaciones llevan a cabo su trabajo de ayuda humanitaria de manera neutral e imparcial. Denunció que esta expulsión se ha producido en una de las peores crisis alimenticias de Etiopía y atestiguó que “es imperativo que se permita a las organizaciones de derechos humanos y de ayuda humanitaria realizar su trabajo sin trabas en todo el país”. Recordó, asimismo, la obligación de Etiopía de cara a respetar la Carta de la ONU.

El Alto Representante de la Unión Europea para Política Exterior, Josep Borrell, afirmó este mismo lunes, al conocer la noticia de los bombardeos de Mekele, la grave situación de Etiopía y reclamó más unión entre los países miembros de la UE para incrementar las medidas contra Etiopía y sancionar al país africano por la violencia de los Derechos Humanos y crímenes de guerra. Así lo declaró en una rueda de prensa y alertó sobre la necesidad de los Veintisiete de tomar decisiones comunes para atajar la crisis humanitaria, que afirma, “es la peor del mundo”. 

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La Unión Africana (UA), con sede en Adís Abeba, comenzó un informe en junio sobre la situación en Etiopía para examinar las violaciones de los Derechos Humanos que se habían producido en el norte del país, una encomienda que habría mandado realizar el propio primer ministro etíope Abiy Ahmed. A pesar de ello, no se han determinado unas conclusiones sobre dicha investigación. Por su parte, Estados Unidos también se posiciona sobre el conflicto y llama a que se encuentre una rápida solución de paz y el cese inmediato de los ataques.

La mayor crisis humanitaria de la historia reciente de Etiopía

Según los datos de Naciones Unidas, ya son cerca de dos millones de personas las que están al borde de la hambruna en Tigray y más de 400.000 las que ya la padecen. Atendiendo a los datos de ONGs y ayuda humanitaria, como Save The Children o Acción Contra El Hambre se espera que en los próximos meses 3 de cada 4 personas tengan problemas al acceso a alimentos. Esta realidad afecta principalmente a la zona en conflicto, Tigray, y a las adyacentes, como las regiones de Amhara y Afar, donde su población permanece aislada de suministros y a la que difícilmente llegan ayudas humanitarias. Desde que comenzó la pugna entre estas regiones de Etiopía, la mala situación agrícola, los ataques a los centros de salud y carestía en suministros de primera necesidad ha sido una realidad en el país que dejan a miles de personas a merced de ayudas humanitarias que no cubren.  

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Dichas ayudas son tomadas como armas de guerra tanto por el Gobierno central de Etiopía como por el de Tigray, pues el TPLF acusa a Abiy Ahmed de desviar esta ayuda humanitaria para que no llegue a la zona de etnia tigray, ya que en Adís Abeba se controlan todas las comunicaciones.

Los refugiados también es otra consecuencia importante que deja este conflicto y que afecta directamente a Sudán, donde van a parar la mayoría de las personas que tratan de huir de la región en guerra, Tigray. Según el último informe de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), más de dos millones de personas se han desplazado en el interior de Etiopía provenientes de la región de Tigray, y casi 100.000 se han refugiado en Sudán.

Las claves de la guerra actual: un conflicto de etnias

Sería difícil analizar los conflictos actuales africanos si se excluyen los factores étnicos que, si bien no son los únicos, son clave en la determinación de los enfrentamientos que han llevado a Etiopía a una guerra civil sin precedentes. El primer ministro etíope, Abiy Ahmed, ha sido el primer gobernante de etnia oromo, la primera minoría étnica del país, algo que diferencia al Gobierno del TPLF, de etnia tigray. Pero ¿cómo se ha llegado a esta situación? 

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La guerra actual de Etiopía no es algo que no se haya repetido anteriormente, y nada más lejos en el tiempo llevó también la cuestión de Eritrea, con precedentes en los años 90 y todavía perteneciente al reino de Etiopía, que tan amplio fue desde el mismo Haile Selassie, pero embaucada ya en su guerra por la independencia desde 1961. Por ello no resulta anómalo retrotraer el tiempo hasta la caída del Telón de Acero y la caída misma del comunismo, con lo que cayó también el mandato comunista en Etiopía a manos de Mengistu. Dos organizaciones armadas tomaron el poder del país. Por un lado, el Frente Popular de Liberación de Eritrea (FPLE) y, por otro, el Frente Democrático Revolucionario del Pueblo Etíope (FDRPE). La inestabilidad estaba asegurada y los enfrentamientos con Eritrea continuaban a pesar de su independencia en 1991. 

Estos enfrentamientos entre ambos países pasaban entonces a ser una línea permanente entre sus relaciones, especialmente fronterizas, hasta el conflicto del Gobierno federal etíope con la región del Tigray. La capitulación de estas disputas entre Etiopía y Eritrea no llegó hasta 2019, cuando el ahora primer ministro Abiy Ahmed recogía el Premio Nobel de la Paz por haber conseguido el logro de poner fin a las hostilidades después de 20 años de guerra. 

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Tan solo un año transcurrido de la recogida de este premio, el primer ministro afirmaba en una declaración oficial que la guerra era inevitable con Tigray ante los actos subversivos. Tigray si por algo se caracteriza dentro de Etiopía es por ser la región que alberga las etnias más influyentes del país y la que ha gobernado a Etiopía durante años, y desde entonces se enfrenta el Gobierno federal. Fallados los intentos de diálogo, comienza la guerra. “Es humillante entrar en guerra con nuestra propia gente, pero no queda otra opción”, decía el número dos de la nueva Administración. Por su parte, presidente del TPLF apuntaba también con similares palabras beligerantes. 

El año 2020 se presentaba clave para el futuro de Etiopía con la celebración de unas elecciones generales para el 29 de agosto que, sin embargo, tuvieron que ser aplazadas a causa de la pandemia causada por el coronavirus. Los comicios que podían revalidar el cargo de Abiy Ahmed como primer ministro tuvieron que esperar hasta el 21 de junio de este mismo año.  Su partido, el Partido de la Prosperidad (PP), refundado de lo que fue el Frente Democrático Revolucionario del Pueblo Etíope (EPRDF), comenzó su campaña que acabó con grandes éxitos: Abiy Ahmed volvía a ser elegido con una amplia mayoría, aunque no de forma plenamente democrática. El aplazamiento de las elecciones por la pandemia, la falta de seguridad y logística produjeron dificultades para que se votasen en todas las regiones del país, especialmente en Tigray, y ocasionando una baja participación en la llamada a las urnas.  

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Los enfrentamientos del Gobierno federal con el TPLF ya comenzados se intensificaron ante la celebración de estos comicios y tuvieron respuesta por parte de Abiy Ahmed el pasado noviembre con el envío de una ofensiva militar.

Tras un año de guerra civil todavía se escuchan bombas y se cuentan víctimas. La hambruna y la crisis sanitaria que vive el pueblo etíope es prueba de que la guerra no ha capitulado y que atormenta las bases de un futuro próspero en el Cuerno de África.


 

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