El Gobierno etíope dice que los informes obedecen a motivaciones políticas, mientras se recrudece el conflicto con Tigray y el TPLF llama a las armas a la población civil

Etiopía: la ONU denuncia crímenes de guerra en Tigray

photo_camera REUTERS/TIKSA NEGERI - El primer ministro de Etiopía, Abiy Ahmed

Las negociaciones de paz en Etiopía, que parecían cercanas hace apenas unas semanas, no son ahora ni siquiera una opción. Ante las ofensivas del Ejército etíope y eritreo en Tigray, el Frente Popular para la Liberación de Tigray (TPLF) se ha visto obligado a llamar a las armas a la población civil ante lo que consideran “una guerra genocida”. Una carta que ya ha jugado el Ejército etíope en noviembre del año pasado, cuando pidió a la población civil tomar las armas contra los tigrinos.

“Dado que el desafío existencial al que nos enfrentamos, más que nunca se requiere la plena participación de todos y cada uno de los tigrinos. El TPLF os pide que estéis plenamente disponibles para la guerra total que estamos librando para frustrar los sueños y aspiraciones de nuestros enemigos a los pueblos de Etiopía”, se lee en un comunicado difundido por el Ministerio de Exteriores de Tigray.

Además de a la población de Tigray, el comunicado apuntaba a todos los perjudicados por el conflicto. El TPLF se ha referido a la población de Amhara y Afar, unas regiones que desde que comenzó la guerra civil han mostrado simpatías con la lucha de Tigray por querer la misma independencia para sus etnias. A ellas han implorado para que intensifiquen sus esfuerzos para salir “de la trampa tenida por el Gobierno fascista”.

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También recordaba a la población etíope que sus hijos “han sido enfrentados a sus hermanos y han sido utilizados como carne de cañón”, y al Ejército eritreo que “el pueblo de Tigray no renuncia a lo que es suyo por derecho, ni codicia lo que no es suyo”, y que sus aspiraciones son “la paz y el desarrollo”, no la destrucción. Y es que esta misiva se redactaba poco después de que el portavoz del TPLF, Getachew Reda, anunciara que las fuerzas eritreas habían iniciado un ataque en Tigray por varios frentes.

Sin embargo, no son sólo las ofensivas militares las que recrudecen el conflicto. Las recientes investigaciones de la ONU ponen en entredicho la actuación del Gobierno de Abiy Ahmed, a cuyo Ejército denuncian por posibles crímenes de guerra y contra la humanidad.

“Hay motivos razonables para creer que violaciones como ejecuciones extrajudiciales, violaciones, violencia sexual y muerte por hambre de la población civil como medio de guerra han sido cometidos en Etiopía desde el 3 de noviembre de 2020”, indica el informe de la Comisión Internacional de Expertos de Derechos Humanos de la ONU.

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Según este informe, los soldados del Ejército etíope son responsables de matanzas como la de enero de 2020 con la muerte de 60 civiles en un ataque con dron y de la escala abrumadora de violaciones a mujeres y niñas, a las que “cogían como esclavas sexuales, y las violaban repetidamente, muchas veces en frente de sus hijos o familiares”. Algo que también hacen responsables a las fuerzas de Tigray, especialmente cuando ocuparon zonas cercanas a la capital Adís Abeba.

El comunicado también denunciaba al Gobierno federal por privar de forma sistemática a Tigray de alimentos y servicios indispensables para su supervivencia. Una reclamación que también han hecho en varias ocasiones las organizaciones de ayuda humanitaria por no dejar pasar a sus camiones con alimentos y productos de higiene a esta región.

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Sin embargo, y como era de esperar, las acusaciones de la ONU no han sido bien acogidas por el Gobierno etíope. “El informe sobre violaciones de Derechos Humanos en Etiopía tras el conflicto en el norte del país está planificado de antemano, tiene motivaciones políticas y no cumple el propósito de responsabilizar a los perpetradores”, ha señalado Zenebe Kebede, el embajador de Etiopía para la ONU en Ginebra, quien pedía que el informe fuera rechazado y la dimisión del grupo de expertos de la ONU.

Kebede también ha señalado que Naciones Unidas utiliza los Derechos humanos como un arma para la presión política, lo que hace cerrar “todas las puertas para la cooperación con el Gobierno etíope”. Algo a evitar y por lo que ya trabaja el primer ministro Abiy Ahmed, con la realización de varios viajes y encuentros, como la visita a Argel y al presidente argelino, Abdelmadjib Tebboune, o el encuentro reciente al margen de la Asamblea General de la ONU en Nueva York entre el ministro de Relaciones Exteriores etíope, Demeke Mekonnen, y su homólogo chino, Wang Yi.

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