El repunte de violencia entre Israel y la Yihad Islámica Palestina, que ya ha alcanzado una tregua temporal, pone sobre la mesa las dificultades de la población palestina de Gaza para reconstruir sus hogares

Gaza, de nuevo ante el reto de reconstruirse

AFP/MAHMUD HAMS - Fotografía de archivo. Ataque aéreo israelí sobre el complejo Hanadi en la ciudad de Gaza

El alto el fuego decretado el domingo, después de la peor escalada de violencia entre Palestina e Israel desde el mes de mayo de 2021, pone de nuevo sobre la mesa las dificultades para reconstruir la Franja de Gaza. “La última agresión dejó 18 viviendas destruidas por completo, 71 destruidas parcialmente, inhabitables, y 1.675 parcialmente dañadas, pero todavía habitables”, afirmó el viceministro del Ministerio de Obras Públicas y Vivienda, Naji Sarhan, durante una conferencia de prensa en Gaza.

A esto se sumó la escasez de combustibles para mantener en marcha la única central eléctrica de la región, que dejó de funcionar el pasado sábado y que no ha podido reactivar sus labores hasta que, este lunes, Israel abrió de nuevo las conexiones terrestres del territorio, permitiendo acceder a la Franja de Gaza a los camiones cargados con el combustible. “Se espera que lleguen cerca de 30 camiones cargados de combustible a la compañía eléctrica a lo largo del día”, anunciaba el director del lado palestino del paso fronterizo de Kerem Shalom, Bassam Ghabin. 

Se continuarán levantado gradualmente las restricciones a medida que se evalúa la situación”, puntualizó el Ejército israelí.

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Ahora, los habitantes de la Franja de Gaza comienzan a retirar los escombros y a buscar sus pertenencias entre las ruinas de unos enfrentamientos que han terminado con la vida de 45 palestinos, y que han dejado más de 400 heridos en total, de los cuales 360 residen en el territorio palestino. “Hemos tenido tres días muy complicados”, decía Suhail al-Bawab, un ciudadano gazatí, para el diario Al-Arab. “La gente no puede soportarlo más. Solo queremos vivir una vida digna, sin una guerra cada seis meses”. Algo que, según los observadores, no hace más que complicar los esfuerzos por reconstruir el país. 

La “Operación Amanecer” y el “Despertar del Amanecer”

Poco antes de los primeros ataques registrados durante el pasado viernes, el ministro de Defensa israelí, Benny Gantz, declaraba: “a nuestros enemigos, específicamente a los líderes de Hamás y de la Yihad Islámica Palestina, me gustaría decirles: se les acabó el tiempo”. Y es que la operación antiterrorista, denominada por el país hebreo como “Operación Amanecer”, tenía como objetivo “evitar una amenaza real inmediata de la Yihad Islámica Palestina (YIP) de Gaza, un tentáculo de Irán, que estaba destinada a matar a ciudadanos israelíes inocentes”.

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En este sentido, los resultados de la Operación Amanecer habrían cumplido, con creces, con sus propósitos iniciales. Desde el pasado viernes, las fuerzas hebreas han anunciado la muerte de Tayseer al Jabari, número dos de la organización; de Jáled Mansur, líder del comando sur del brazo armado de la YIP en Gaza, y de Ibrahim Nabulsi, un comandante de las Brigadas de los Mártires Al Aqsa –brazo armado del movimiento político Fatah–durante una redada en la ciudad de Nablus, hace escasas horas.

Sin embargo, la gran cantidad de muertos y heridos que ha dejado la ofensiva, ha llevado a la población palestina a calificar la Operación Amanecer, como el “Despertar del Amanecer”. La reescalada de la violencia israelo-palestina después de 15 meses de tregua. 

Gaza, un enfrentamiento también electoral 

El embajador de Palestina ante la ONU, Riyad Mansour, por su parte, ha acusado a la parte israelí de iniciar los ataques –a los que ha calificado de “no provocados e injustificados”– con intereses electorales. “Su verdadera razón apenas se contempla: las próximas elecciones israelíes y la desesperación por acercarse y apaciguar a los extremistas”, denunciaba. 

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Y es que la Operación Amanecer ha sido percibida por el 58% de los israelíes como “un éxito”. Un clima de opinión que se ha trasladado también a las urnas, de cara a las elecciones previstas para el próximo 1 de noviembre, donde Yair Lapid, actual primer ministro en funciones, luchará por renovar su mandato. 

Según los últimos sondeos publicados por varios canales israelíes, la operación ha consolidado a Yair Lapid como líder candidato en estas elecciones, desbancando al bloque de la oposición que encabeza el otrora primer ministro, Benjamin Netanyahu, que pierde la mayoría de 62 diputados que le otorgaban encuestas previas. Sin embargo, esta situación sigue sin facilitar el gobierno del partido Yesh Atid (que lidera Lapid), ya que este sigue necesitando de una amplia coalición de partidos para alcanzar de nuevo el Ejecutivo. 

“Economía a cambio de seguridad”

En este escenario, los procesos de reconstrucción de la Franja de Gaza –que lidera Egipto, con la reciente construcción de una calle de casi 2 kilómetros de largo, al norte de la ciudad– se han visto profundamente obstaculizados por esta escalada de la violencia. Las condiciones económicas y de vida de más de dos millones de palestinos se han visto muy deterioradas por los continuos enfrentamientos entre las partes a lo largo de los últimos 15 años. 

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Todavía a día de hoy Gaza continúa haciendo frente a las consecuencias de la guerra de 11 días librada en mayo del año pasado. Un enfrentamiento que mató a más de 250 palestinos y resultó en 2.200 viviendas dañadas o destruidas. “El coste de reconstruir estas viviendas se estima en cerca de 100 millones de dólares”, explicó, entonces, el viceministro de Vivienda de Gaza, Naji Sarhan. 

En respuesta, el ahora primer ministro Yair Lapid presentó la iniciativa “Economía a cambio de seguridad”. Un plan de dos fases que, pese a no haber sido negociado con Hamas, contempla un primer proceso de “reparación de las líneas eléctricas, la conexión del gas y la construcción de una planta desalinizadora de agua” en Gaza, para poner fin a las restricciones de unas 12 horas diarias de electricidad, y la escasez de agua potable. En segunda instancia, se construiría un puerto y “un enlace por carretera” entre Gaza y Cisjordania, así como una nueva zona industria.

A cambio, los islamistas de Hamás habrían de comprometerse a estar “en calma durante un prolongado periodo de tiempo”, ya que, según Lapid, en caso contrario “la violencia sería más fuerte que en el pasado”. 

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