El Foro Económico Mundial toma el pulso a las principales economías del planeta, que se preparan para un 2023 marcado por los temores a entrar en recesión

Geopolítica, energía y recesión: las cuentas pendientes del Foro de Davos

PHOTO/WEF - Logo del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), que se celebra anualmente en la localidad suiza de Davos

“Escucho a la gente hablar de participación, justicia, igualdad, transparencia… pero casi nadie menciona un auténtico problema: la evasión de impuestos”, señalaba Rutger Bregman en 2019. El historiador neerlandés participaba entonces en un debate organizado por la revista Time en el marco del Foro de Davos, en el que denunciaba que los ricos no pagaban la parte proporcional que les correspondía. “Es como si estuviera en una conferencia de bomberos y nadie pudiera hablar de agua. Algo tiene que cambiar”, reclamaba insistentemente el polémico ensayista, antes de recomendar a los presentes “dejar de hablar de filantropía y empezar a hablar de impuestos”

Sus declaraciones han vuelto a emerger tres años después, justo cuando el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) reúne en Davos a las élites políticas y económicas para discutir los asuntos globales. Todos los focos apuntan un año más a esta diminuta localidad suiza, situada a 1.500 metros de altitud en los Alpes, que concentra esta semana a más de 2.600 asistentes, entre los que se cuentan jefes de Estado y de Gobierno, ministros de Exteriores, Comercio y Finanzas, presidentes y directivos de las principales multinacionales y figuras destacadas de la sociedad civil y el ámbito académico. Nadie ha invitado en esta ocasión a Bregman, pero sus reivindicaciones se han colado a contracorriente en la agenda.

Davos

La creciente desigualdad es el problema de fondo. Los expertos sostienen que se trata de un problema sistémico de la globalización que todavía no ha sido abordado con seriedad. Oxfam ha llamado a la acción para revertir esta dinámica tras la publicación de su último informe, en el que sostienen que el 1% más rico de la población mundial se embolsa casi el doble de riqueza que el resto del mundo junto en los últimos dos años. “Las élites se reúnen en la estación de esquí suiza mientras la riqueza y la pobreza extremas han aumentado simultáneamente por primera vez en 25 años”, denuncia la oenegé, que propone un impuesto del 5% sobre los multimillonarios de todo el mundo. 

La subida de impuestos a las grandes fortunas, pese a ser uno de los grandes temas de debate, ha quedado relegada a un segundo o tercer plano en Davos. El protagonismo se lo han llevado la pandemia de COVID-19 y la invasión rusa de Ucrania, cuya incidencia directa en los mercados desestabiliza los cimientos de la globalización —un fenómeno potenciado durante décadas por el Foro Económico Mundial— y desconecta a marchas forzadas las economías de Rusia y Occidente. Pero las élites han hecho un hueco a otro tipo de cuestiones, como el retroceso del capitalismo democrático en detrimento del populismo autoritario y el modelo agresivo con el medioambiente que utilizan las principales compañías energéticas.

António Guterres

El secretario general de la ONU, António Guterres, advirtió de que el mundo se encuentra “en un estado lamentable”. En su intervención, el diplomático portugués lanzó un duro ataque contra las principales compañías petroleras, representadas en Davos. “Hoy en día, los productores de combustibles fósiles y quienes los facilitan siguen corriendo para aumentar la producción, sabiendo perfectamente que su modelo de negocio es incompatible con la supervivencia humana”, remató. 

La UE se abre a competir con Estados Unidos 

El horizonte es incierto para muchas economías, que caminan hacia el proteccionismo y la búsqueda de la autosuficiencia. La disrupción de las cadenas de suministro propiciada por la COVID-19 convencieron a los Estados de la importancia de reducir lo máximo posible la dependencia externa. El mismo escenario, agravado por la invasión rusa de Ucrania y la consiguiente crisis energética, que trajo consigo una subida exponencial de las tasas de inflación, ha desembocado en una carrera entre las principales economías del planeta, que apuestan por subsidiar las industrias locales. Es el caso, por ejemplo, de Estados Unidos. 

La Administración Biden puso en marcha la Ley de Reducción de la Inflación, un estímulo de 369.000 millones de dólares para incentivar a las compañías estadounidenses a realizar inversiones en energías verdes. En respuesta, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, anunció desde el Foro de Davos que Bruselas se bajaría al barro a competir con Washington en este sector: suavizaría temporalmente la normativa que afecta al gasto público de los socios comunitarios e inyectaría dinero en las empresas estratégicas que sean respetuosas con el medioambiente. 

Ursula von der Layen

Ninguno quiere verse abocado a entrar en recesión, pero corren el mismo riesgo. Sus respectivos bancos centrales vienen acometiendo en los últimos meses sucesivas subidas de los tipos de interés para contener los tambores de crisis, y prometen seguir haciéndolo. Hasta la fecha, los datos superan con creces las bajas expectativas, pero dos tercios de los economistas consultados por el Foro Económico Mundial prevé que la recesión global puede llegar a producirse en 2023. “Los motores del crecimiento mundial se ralentizan y aumenta el número de hogares y empresas que se enfrentan a dificultades económicas”, señala la encuesta. 

Los competidores económicos de Estados Unidos y la Unión Europea parten de una situación mucho más comprometida. En el caso de la economía rusa, el Foro Económico Mundial prevé que se contraiga hasta un 6% en 2022 a pesar de los precios récord de la energía. China, por su parte, vuelve a abrirse al mundo después de tres años de aislamiento a cuenta de la COVID-19. Su crecimiento económico se ha estancado en el 3%, muy por debajo de la tendencia de la última década, que acostumbraba a superar los dos dígitos. Pero Pekín aprovechó su presencia en Davos para mandar un mensaje nítido: estaba de vuelta.

“La economía china experimentará una mejora significativa en 2023”, vaticinó el viceministro y máximo responsable económico de China, Lui He. “Si nos esforzamos lo suficiente, confiamos en que el crecimiento recupere con toda probabilidad su tendencia normal”. He, bien conectado en los círculos occidentales y lugarteniente en materia económica del presidente Xi Jinping —pese a haber abandonado recientemente el politburó—, dijo que la realidad de China “dicta que la apertura al mundo es una obligación, no una conveniencia”. “Debemos abrirnos más y hacer que funcione mejor. Nos oponemos al unilateralismo y al proteccionismo”, subrayó. 

Liu He

La intervención del enviado de Pekín nada tuvo que ver con la retórica de Xi de hace seis años, cuando reclamó desde el mismo atril que utilizó He el liderazgo chino de la economía mundial en un contexto global convulso, aún marcado por la elección de Trump en Estados Unidos y la ratificación en las urnas del Brexit. El gigante asiático ha perdido espacio, pero asegura estar de vuelta. Antes, eso sí, deberá contener las decenas de miles de casos y muertes de COVID-19 en el país tras el levantamiento de las severas restricciones que han asfixiado su economía desde 2020. 

Dejar atrás “la mentalidad de crisis” 

El fundador y presidente ejecutivo del Foro Económico Mundial, Klaus Schwab, dejó claro que el objetivo de esta edición era deshacerse de “la mentalidad de crisis”. Davos ha demostrado que existe cierto optimismo entre la élite global. Han sido varios los líderes empresariales y políticos que han puesto de relieve el rumbo positivo hacia el que se dirige la economía mundial. Con China reabriendo sus puertas, Estados Unidos aumentando de forma considerable su inversión en energías verdes y la Unión Europea ajustándose a marchas forzadas al escenario de guerra. 

Kristalina Gueorguieva

La subdirectora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Gina Gopinath, dijo que el organismo espera una mejora para la segunda mitad de 2023 y 2024. Mientras que Daniel Pinto, director de operaciones de JP Morgan, una de las mayores firmas financieras del planeta, aseguró que el mundo “había superado un periodo con una guerra, una pandemia y la mayor normalización de la política monetaria de la historia”. “Teniendo en cuenta todo lo que ha pasado, el mundo está mucho mejor de lo que cabría esperar”, remató el argentino. 

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