El activista social argentino y responsable de la Fundación para la Democracia Internacional concede una entrevista a Atalayar para exponer su lucha por los derechos humanos y de los trabajadores

Guillermo Whpei: “El de Qatar es el Mundial de la vergüenza, donde nadie gana”

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Guillermo Pablo Whpei es un empresario social argentino pionero en su país en la lucha contra la esclavitud contemporánea y en la promoción de la cultura de paz. Esos dos retos son pilares básicos en su acción social y base de la actividad de la Fundación para la Democracia Internacional y de la Federación Internacional de Museos y Derechos Humanos que representa. Atalayar conversa con él para hablar de su lucha activista y de la defensa de los derechos humanos y de los trabajadores, que tiene un lunar negro importante ahora, como es el Mundial de Qatar y las denuncias existentes ante las malas condiciones laborales de trabajadores inmigrantes en territorio qatarí. 

¿Qué es la Fundación para la Democracia Internacional?

Es una ONG sin fines de lucro donde intentamos todos los días construir una democracia mejor, una democracia participativa donde interviene la comunidad. La democracia se construye colectivamente, se intenta hacer una propuesta plural, es libre en conjunto con la comunidad. Los agregados sabemos que la democracia es una utopía, caminar siempre por un derecho nuevo, por un objetivo nuevo de lucha y esperanza. La verdad es que estamos muy contentos con el Museo Internacional para la Democracia porque intentamos abordar los temas más complejos y sensibles de una manera muy respetuosa y en conjunto con la comunidad. 

¿Qué acciones implementa la Fundación en ese sentido?

Nuestro objetivo es la lucha por visibilizar la problemática de temas de alto impacto como son las migraciones forzosas, las cuestiones bélicas, étnicas, políticas, ambientales, el tema de la esclavitud contemporánea, que es nuestro “core”, y la verdad es que hemos sido pioneros en muchas de las denuncias de este flagelo que alcanza a más de 50 millones de personas en el mundo, y hablar de la diversidad, del medio ambiente, del derecho al agua, a la alimentación; el tema del hambre que es uno de los flagelos y pandemias más grandes del mundo. Hablamos de temas incómodos. 

Temas de difícil abordaje.

Muy complejo. Pero como siempre decimos: del saber no se vuelve. Cuando uno sabe que hay 120 millones de niños que tienen trabajo infantil o que en Latinoamérica muere un millón de niños a causa de la desnutrición infantil o por derivados de ella, si permanecemos en silencio nos convertimos en cómplices, como en el asunto de la esclavitud contemporánea. En ese sentido, llega la alerta ante el Mundial de Qatar que es la última gran denuncia hecha hace más de cinco años. 

Uno de los puntos claves de la Fundación para la Democracia Internacional es la lucha contra la esclavitud contemporánea y pelear por los derechos fundamentales de los trabajadores. ¿Cómo está la situación general de esos derechos a nivel global y a nivel particular Qatar que está en el punto de mira por el Mundial y las condiciones de trabajadores inmigrantes allí? La Fundación presentó un informe denunciando las malas condiciones laborales en el país qatarí.

La pandemia no ayudó. Arrojó 10 millones de esclavos más, según el último informe. El de Qatar es el Mundial de la vergüenza, donde nadie gana. El Mundial nace corrupto, desde sus bases y designación. No olvidemos que Joseph Blatter tuvo que renunciar, que Michel Platini tuvo que renunciar, el presidente de la CONMEBOL terminó preso y todo fue una corrupción absoluta. No conforme con eso, Blatter dice hoy que Qatar fue un error y que se siente responsable. Así nace esta designación de sede del Mundial y ese fue el inicio. Mi mamá me decía que “cuando algo nace mal termina mal”, hay muy pocas posibilidades de que termine bien. Nunca imaginamos este impacto social que iba a tener Qatar en la vida de los inmigrantes. Venimos denunciando hace muchos años, antes del Mundial de Rusia; junto con Rigoberta Menchú, Premio Nobel de la Paz, y Lech Walesa, fui a Madrid, a Casa de América, para hacer pública la denuncia e hice público un informe titulado “Detrás de la Pasión”. Van a ser más de 100 trabajadores muertos por partido. Este informe lo llevé a la Santa Sede y el papa Francisco envió una carta a Gianni Infantino para convocar una reunión entre el presidente la FIFA, el Santo Padre y yo para entender la situación de Qatar en profundidad e intentar encontrar una salida hacia adelante y nunca tuvimos una respuesta. La FIFA es tan responsable como Qatar y se han aprovechado de los inmigrantes, que han trabajado en condiciones insalubres. Más de 6.500 muertos y me pregunto cuántos muertos más debe haber para que el balón se detenga. 

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El balón no se va a detener por lo menos para esta cita mundialista.

Pero ya por ejemplo Dua Lipa dijo que no va a la fiesta inaugural, Rod Stewart dijo que no va tampoco y Shakira tampoco. La FIFA prohibió a Dinamarca ponerse una camiseta negra sin publicidad por el tema de derechos humanos, Francia no va a emitir en canales públicos espacios de Qatar, etc... El mundo se va despertando poco a poco, ¿era lo que queríamos? No. ¿Soñábamos con algo distinto? Sí. ¿No era como esperábamos? Es verdad. Pero también las revoluciones y grandes sueños se logran con pequeños pasos. Se ha logrado algo que es mucho más de lo que se puede lograr en el sistema, es difícil. 

Hay problemas con los trabajadores en Qatar, que han sufrido condiciones insalubres, muertes, problemas con sus documentos como relataba el informe de la Fundación. Qatar quería dar algún paso hacia el cambio, pero esos problemas están ahí. 

Estructuralmente todo sigue ahí, como el sistema de patrocinio y la regulación laboral. Hay más, sabemos que Qatar tiene problemas con el género, con las mujeres, con la libre expresión… No era un lugar para hacer un Mundial, no era un lugar para que el mundo festeje. El Mundial es un encuentro entre hermanos, esto no va a suceder, no va a ser así. La pregunta que nos debemos hacer es: ¿para qué? El fútbol no puede morir. La FIFA intenta que el fútbol muera en el sentido que era; el fútbol era un encuentro festivo, de sueños, y se está cambiando por un escenario de prohibición, muerte y de farsa, esta es la verdad. 

No ha sido entonces un destino de consenso para celebrar un Mundial.

No hay que olvidar cómo nace esto. Uno da por sentado que nace bien, pero no nace bien, nace como una red de corrupción absoluta. Esto está designado por dinero y esto me recuerda al Mundial 78 de Argentina, donde sabíamos que había tal vez la represión más dura y oscura que nos tocó vivir, que arrojó 30.000 desaparecidos, exiliados, prohibiciones políticas; y en ese marco la FIFA decidió realizar un Mundial. No es la primera vez que esto ocurre, pero ahora la información está globalizada. No podemos decir que no lo sabemos. Es muy paradójico, porque, dos años después del Mundial de Argentina, Adolfo Pérez Esquivel fue Premio Nobel de la Paz por la denuncia de torturas y desaparición forzada de personas. Hay que tener memoria. 

Qatar va a seguir arrastrando seguramente la polémica una vez se haya celebrado el Mundial.

Imagine que una semana después de que termine el Mundial, un país que no es futbolero tiene gigantescos estadios todos vacíos, van a ser verdaderos cementerios. No es como nuestros países que al día siguiente tienen partidos de fútbol. 

¿Qué gana Qatar con la organización del Mundial de fútbol?

Qatar está intentando entrar en la vida del fútbol hace mucho tiempo. Basta con mirar los casos de la camiseta del Barcelona o la adquisición del París Saint Germain. Pero yo creo que es una cuestión estratégica, aunque principalmente es un capricho de rico, que lo quiso hacer a toda costa. Solamente invirtieron más de 200 millones de dólares en espiar a dirigentes de la FIFA. Toda la plana de la FIFA fue espiada por Qatar. Para mí es un capricho, no le busquemos una lógica estratégica. Es un capricho, quisieron tener un Mundial. 

Puede ser una demostración de poder u ostentación.

Efectivamente, de ostentación, hasta con sus vecinos. Qatar hasta hace poco tuvo vetado su espacio aéreo. Qatar sufría un bloqueo por parte de sus vecinos por denuncias de apoyo al terrorismo. 

Seguiremos escuchando voces contrarias al Mundial seguramente. 

La lucha continúa tras el Mundial porque el sistema no se deroga. Nosotros somos activistas de derechos humanos, nuestra función es ir hasta el final. 

Volviendo a su actividad. ¿Nos puede contar algo más de la iniciativa del Museo Internacional para la Democracia?

Soy presidente de la Federación Internacional de Museos y Derechos Humanos a nivel mundial. Nucleamos muchos museos en el mundo. Nuestro museo hace años que está abierto, es un museo que tiene una participación ciudadana muy importante. Muestra los temas más incómodos con mucho respeto y vamos construyendo ciudadanía. Este concepto de la cultura de paz que tanto necesitan los pueblos, sobre todo en Latinoamérica, que sufre problemas como la pobreza o el narcotráfico. Las ciudades muy violentas necesitan un espacio de reflexión y construir una cultura de paz. El museo cumple un rol social muy importante y creo que los museos, junto a las universidades, son los últimos reservorios de conocimiento y respeto. Hasta el más fascista de los fascistas habla en voz baja en un museo. Ese respeto se ganó a través de muchos años. 

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¿Cómo es el trabajo de la Fundación para la Democracia Internacional y de la Federación Internacional de Museos y Derechos Humanos con las administraciones públicas y políticos para luchar por los derechos que ustedes defienden?

Nuestras fundaciones, sobre todo la de la Democracia, está atravesada por eso. Pero no olvidemos que es una Fundación privada, que no depende del Estado y que por estatutos tiene prohibido recibir dinero de los organismos municipales, provinciales o nacionales. Este es el primer punto que nos da una independencia absoluta del poder, para así abordar los temas más incómodos con libertad. No todos los museos tienen la posibilidad de esto. Este Museo de la Democracia es el primer museo privado del mundo porque la mayoría de los museos de la democracia dependen de organismos o gobiernos y eso sí les hace más subjetivos porque dependen de los presupuestos oficiales, y más en Latinoamérica donde hay la costumbre de meterse en lugares de cultura para insertar ideología. Nosotros tenemos esta libertad, que no es menor, que es relevante y que nos permite poder visibilizar ciertas problemáticas que hoy son muy difíciles. Con respecto a la Federación, esta es la gran lucha, la de la libertad de los museos, que puedan decir lo que piensan, libremente y sin recibir presiones de los organismos estatales. Este es el gran desafío que tenemos. 

¿Un último mensaje por lanzar?

Sencillamente decir a los fans que disfruten del Mundial, que el fútbol no es culpable de esto, el fútbol es un deporte hermoso, mágico. Sirve para divertirse y festejar, da alegría, conocimiento de otras culturas. Que disfruten. Los culpables son los responsables de organizar eventos deportivos donde no se puede. 

Cogiendo una frase que dijo en su día Diego Armando Maradona en su retirada: “La pelota no se mancha”.

Efectivamente, la pelota no se mancha. 

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