Se espera que la negociación se reanude, como pronto, después de Navidad

Irán aplaza las conversaciones nucleares tras “avanzar mucho” esta semana

PHOTO/ARCHIVO - Ebrahim Raisi, presidente de Irán

No ha pasado ni un mes desde que Irán volviese a sentarse con los países del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas – menos Estados Unidos, con quien no ha negociado de forma directa – en Viena. El objetivo de conseguir un nuevo acuerdo nuclear no ha parecido estar cerca ni hace seis meses con la primera ronda de negociaciones, ni ahora con las poco más de dos semanas de negociación que se posponen de nuevo. Para Irán, los últimos días han sido muy productivos y se ha logrado “avanzar mucho”, mientras que Europa opina todo lo contrario y lamenta seguir en una situación de bloqueo.

Las partes no se ponen de acuerdo. Para Teherán los avances han sido muy importantes. Ali Bagheri, el principal negociador de Irán dijo hace unos días que “las dos partes están a punto de ponerse de acuerdo sobre los asuntos que deberían estar en la agenda”, y añadía que “es una evolución positiva e importante ya que, al principio, ni siquiera estaban de acuerdo en los temas a negociar”. Esta opinión contrasta radicalmente con la expresada por los diplomáticos europeos que dicen estar “perdiendo un tiempo precioso lidiando con nuevas posiciones iraníes inconsistentes con el (acuerdo nuclear)”.

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El anuncio del aplazamiento de las conversaciones llega en un momento en el que, al igual que acabaron las de antes de verano, no han tenido unos avances importantes para el regreso del Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA, por sus siglas en inglés) o la firma de un nuevo acuerdo similar. Lo que preocupa en los países occidentales es que no existe una fecha concreta para la vuelta a la mesa de negociación. Algunas fuentes consultadas por el medio Al-Sharq afirman que podría ser el 27 de diciembre, mientras otros apuntan que hasta después de Año Nuevo es muy improbable que se retomen los contactos en Viena.

De momento, todo parece indicar que las delegaciones regresarán a sus países, lo que deja entrever que la reanudación no será en pocos días. En este tiempo se espera una reflexión por parte de ambas partes ya que las posturas tanto de Irán como de Estados Unidos no han cambiado un ápice desde el comienzo de las negociaciones indirectas el 29 de noviembre, al menos de cara al público. Es más, Joe Biden, lejos de mostrar voluntad por la retirada de sanciones que exige Teherán, avisó de que la posibilidad de aumentarlas era muy grande si no se producía un cambio en la tendencia de las conversaciones de Viena.

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Con quien sí hay cierta consonancia por parte de Irán es con China. El canciller iraní, Hossein Amir Abdollahian, ha elogiado la posición de los de Xi Jinping al mismo tiempo que criticaba la de Occidente. No obstante, el canciller confía en que “las partes occidentales actuarán sobre la base de la lógica y, como Irán, participarán en las negociaciones de buena fe e iniciativa”. Unas palabras que no han sentado nada bien en Europa que dicen haber “tenido muchas horas de compromiso y todas las delegaciones han presionado a Irán para que sea razonable”, acusando a los iraníes de mostrar dos caras diferentes en la mesa de negociación y de cara a los medios de comunicación.

Lo que está claro es que, si ninguno cambia, la negociación no avanza. Y, desgraciadamente para Occidente, la situación respecto a meses atrás o incluso a la firma del JCPOA en 2015, está muy lejos de ser la misma. El programa nuclear iraní ha tenido un considerable avance, forzando a Estados Unidos a dar su brazo a torcer, algo que de momento no ha hecho. Para Teherán, el acuerdo que abandonó Washington unilateralmente en 2018 con Donald Trump a la cabeza representa “una línea roja” y “no aceptará nada menos”, lo que parece evidente teniendo en cuenta que el JCPOA fijaba en 3,67% el límite de pureza del uranio y los iraníes llevan meses almacenando uranio enriquecido al 60%.

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El cambio de Gobierno que sufrió Irán durante el verano acabó con la presidencia de Hasán Rohaní para dar paso al ultraconservador Ebrahim Raisí. Siempre se ha dicho que lo malo conocido es mejor que lo bueno por conocer, y los últimos acontecimientos parecen dar aún más valor a ese dicho. Los de Raisí no parecen mostrar mucha flexibilidad y el optimismo que mostraban Josep Borrell y Enrique Mora hace pocos días parece haberse desvanecido. Lo que se espera sean aproximadamente dos semanas de pausa – veremos si se alarga – deberán servir para que ambas partes recapitulen y se sienten a la vuelta a negociar con una voluntad de entendimiento real que aún no se ha dejado ver en meses de conversaciones.
 

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