Al-Sudani ignora las palabras de Antony Blinken, que había mostrado la voluntad norteamericana de colaborar con Bagdad

Irak se aleja de Estados Unidos y se muestra favorable a nuevos acuerdos en materia de energía con Rusia y China

AFP/HAIDAR MOHAMMED - Refinería de petróleo en Irak

La influencia iraní en Irak parece ganar la partida a Estados Unidos en sus intentos por acercar posturas con el Gobierno de Mohammed Shia Al Sudani. Los iraquíes ven con buenos ojos mantener sus relaciones con China, Rusia e Irán y, según los observadores, Bagdad tiene ya avanzados futuros acuerdos con estos países. Al Sudani ya mostró, además, la intención de aumentar la participación de Irak en la OPEP, que en este momento se encuentra en un contexto complicado por los recortes en la producción.

Desde Irak tienen claro que seguir los pasos de su socio iraní es la mejor opción para su economía. Y es que la situación iraquí no es la mejor ya que actualmente se encuentran en un proceso de reconstrucción para el que precisamente esperan contar con la ayuda de sus socios iraníes. El inconveniente – que no parece ser tal para Irak – de esta colaboración con Teherán sería la incompatibilidad con la asociación propuesta por Washington, aunque la línea de trabajo del Gobierno de Bagdad no parece pasar por la Casa Blanca.

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Sin embargo, en Estados Unidos esperan o, mejor dicho, esperaban, hacer cambiar de idea a los iraquíes ofreciéndoles acuerdos de colaboración en diversas materias. El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, aseguró que su país “está dispuesto a trabajar con el gobierno y el pueblo de Irak para perpetuar el respeto por los derechos humanos, aumentar las oportunidades económicas, promover la independencia del sector energético en Irak y abordar la crisis climática”. Sin embargo, los observadores creen que estas palabras de Blinken no han surtido efecto alguno en los planes de Irak, que sigue manteniendo su idea de estrechar lazos con sus socios orientales.

La realidad es que China ha trabajado mucho para mantenerse en una posición cercana a Bagdad, como demuestra la firma de acuerdos en materia petrolera en 2019, lo que llevó a Pekín a convertirse en uno de los mayores beneficiarios del petróleo iraquí. De hecho, actualmente importa el 44% de los 800.000 barriles de crudo que exporta Irak diariamente. Adicionalmente, la Compañía de Exploración de Petróleo de Irak y la Corporación Nacional de Petróleo Marino de China han comenzado a hacer estudios sísmicos de forma conjunta como parte de una primera fase de exploración de petróleo y gas a gran escala en alta mar.

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Como no podía ser de otra manera, la influencia que está ganando el país liderado por Xi Jin Ping no ha sido a cambio de nada. Y, como suele ser habitual en esta región desde hace unos años, la Iniciativa de la Franja y la Ruta (Belt and Road Initiative) se está detrás de ello. Hasta 10.500 millones de dólares se han destinado al financiamiento de proyectos relacionados con infraestructura, incluida la construcción de una planta de energía y un aeropuerto. 

A esto hay que añadir el último contrato firmado entre China e Irak valorado en 386 millones de dólares para construir una instalación de trenes para el procesamiento de petróleo en la zona de Qurainat para el desarrollo de la producción en el sur de Rumaila, el campo petrolero más grande de Irak. Cada uno de los trenes se espera que tenga una capacidad cercana a los 120.000 barriles de petróleo. Todo ello es lo que, según los observadores, ha provocado que Irak no se plantee dejar de lado a su socio chino por acercarse a Estados Unidos cuyos esfuerzos por aliarse con los iraquíes parecen caer en saco roto.

Coordinador de América: José Antonio Sierra. 
 

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