Irán cierra la frontera con Pakistán en medio de las revueltas extendidas en 31 ciudades iraníes
Las últimas semanas en tierras iraníes están siendo caóticas. Las revueltas se han convertido en una constante en todo el país y la represión por parte de las autoridades está siendo devastadora. En esta ocasión, la inestabilidad ha llegado a Zahedán, una ciudad al sureste de Irán, cerca de la frontera con Pakistán, lo que ha provocado el cierre de la frontera de Teherán con su vecino paquistaní. Sistán y Baluchistán ha sido testigo del estallido de un nuevo episodio de violencia provocado por la manifestación en la mezquita de Makki por la violación de una niña de 15 años a manos, presuntamente, de un comandante militar local.
No obstante, esta protesta no ha sido el único detonante ya que la lucha por la independencia de las dos ciudades también es uno de los focos de inestabilidad. Así lo demuestra el asesinato de Ali Mousavi, jefe de inteligencia provincial del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica, quien recibió un disparo durante las revueltas para morir horas más tarde en un hospital. Dicho asesinato ha sido reivindicado por Jaish Al-Adl, grupo militante yihadista asentado en el sur de Irán. Estos dicen luchar por la independencia de Sistán y Baluchistán y la defensa de los baluchíes, el grupo étnico mayoritario de la región.
El problema derivado de esta escalada de la violencia es el explicado por un funcionario de la Agencia Federal de Investigación de Pakistán, que ha asegurado en declaraciones bajo anonimato a Arab News que “no están permitiendo el movimiento de salida de Pakistán hacia Irán”. A lo que añadía que “el sábado permitieron que 780 personas cruzaran (…), pero el domingo detuvieron por completo todo tipo de comercio y movimiento de peatones”. Fuentes locales creen que los últimos acontecimientos en Zahedán, capital de la provincia de Sistán y Baluchistán, vienen provocados por la “brutalidad hacia la gente de Zahedán por parte de las fuerzas iraníes”.
La decisión de cerrar la frontera con Pakistán puede no ser del todo positiva para Teherán. Al menos así lo ve Sardarzada Umair Muhammad Hassani, antiguo asesor del primer ministro de Baluchistán. Hassani cree que el cierre del paso entre ambos países tendrá graves consecuencias para Irán ya que gran parte del suministro de alimentos hacia territorio iraní pasa por tierras paquistaníes. Además, decía retractarse de su opinión manifestada acerca de un posible acercamiento entre Islamabad y Teherán. Asegura que los asesinatos en Zahedán hacen imposible cualquier acto de apaciguamiento al responsabilizar a las fuerzas iraníes de los sangrientos episodios de violencia que está viviendo la región.
La cifra de fallecidos durante las protestas asciende hasta los 50. En un principio, la administración de Sistán y Baluchistán había cifrado los muertos en 19, pero la imposibilidad de tratar a los heridos en hospitales por miedo a ser arrestados por los iraníes ha provocado que sean asistidos en sus hogares, aumentando la cifra hasta el medio centenar. La Campaña de Activistas Baluchíes asegura que el número de heridos alcanza los 270 y que la mayoría son a causa de los disparos de las fuerzas iraníes. A lo largo de todo el fin de semana, la capital de la provincia iraní ha permanecido incomunicada hasta última hora del domingo, aunque el acceso Internet aún no ha sido reestablecido.
Es importante tener en cuenta que las manifestaciones en todo el país tuvieron un desencadenante clave, como fue la muerte de la joven de 22 años Mahsa Amini cuando permanecía bajo la custodia de la Policía iraní. A pesar de ello, desde el Gobierno iraní y sus aliados, restan importancia a este suceso que, aseguran, no se ha esclarecido suficientemente. Hasán Nasrala, líder de Hizbulá, grupo terrorista más poderoso del Mediterráneo oriental junto a Hamás, asegura que “la muerte de una mujer iraní en una situación que no está clara ha sido aprovechada por Occidente para involucrarse”, y aseguraba que “Irán es demasiado fuerte para ser sacudido con este tipo de eventos”.
Las protestas contra el Gobierno de Ebrahim Raisí – consideradas las más significativas en la última década – se han extendido hasta en 31 provincias de todo el país y han tenido diversas consecuencias como el cierre de la Universidad de Sharif en Teherán. Las muertes en Zahedán se suman a las ya provocadas por la represión en anteriores manifestaciones superando los 100 fallecidos en Irán a manos de las autoridades desde el comienzo de las protestas a mediados del mes de septiembre.
