A través de la presencia del grupo Wagner y la paulatina influencia de Irán, ambos países pretenden expandir su influencia en la región y conseguir nuevos aliados

Irán y Rusia se fortalecen en Malí

photo_camera PHOTO/Ejército francés vía AP - Esta fotografía de archivo sin fecha publicada por el ejército francés muestra a tres mercenarios rusos, a la derecha, en el norte de Malí

Un mes después de que las tropas francesas saliesen oficialmente de Malí, el país continúa preparándose para la nueva etapa de transición de poder en un clima hostil, amenazado por los ataques de los grupos yihadistas.

Aprovechando el vacío de poder y seguridad que han dejado las tropas francesas, Rusia y su grupo paramilitar Wagner continúan poco a poco ocupando los huecos que Occidente ha dejado con su retirada. De hecho, las continuas amenazas sobre Malí, así como el avance del terrorismo en la región del Sahel constituye una oportunidad para que Moscú se muestre ahora como el valedor y proveedor de seguridad del país africano y expanda así su influencia. 

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De esta forma, Rusia se estaría erigiendo como uno de los principales socios del gobierno de Bamako, algo que también beneficia al propio país ya que Rusia se habría comprometido a otorgarles “seguridad, estabilidad y unidad” a cambio de que Moscú permita que sus empresas puedan buscar minerales y oro.

Sin embargo, Rusia y su presencia militar no sería el único país que ha tratado de instalarse en el país maliense. Irán, al igual que Rusia, también se habría interesado por tratar de influir en el país, además de conseguir ganar adeptos de los aliados locales, ayudando a consolidar el gobierno nacional. 

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Ya hace un año, antes de la salida de las tropas francesas, el jefe del Departamento de Organizaciones Internacionales del Ministerio de Exteriores ruso, Piotr Ilichov, afirmó que “Rusia y Malí mantienen una larga relación de amistad que se remonta al periodo de la Unión Soviética (…) seguiremos defendiendo los intereses de Bamako en el marco de las Naciones Unidas”, indicando, además, que “ a través de los canales estatales proporcionarán una asistencia activa a la parte maliense en el ámbito militar” ya que el país africano “es clave para potenciar la seguridad en el Sahel”.

La reciente visita del ministro de Asuntos Exteriores iraní, Hossein Amir- Abdollahian, a Malí así lo confirma. Y es que Teherán, en la misma línea que Moscú, trata de fomentar su cooperación con el país para tratar de frenar a los grupos yihadistas y evitar que el país caiga en el caos tanto por los conflictos internos que mantiene como por las amenazas externas a cambio de que Bakamo también permita a Teherán aprovechar sus recursos en uranio y oro, abundantes en el país. 

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Además, analistas apuntan que Rusia e Irán estarían trabajando de forma conjunta para reemplazar la influencia occidental en el país ya que estarían tratando de brindar apoyo económico y suministro de alimentos, como trigo junto con productos petroleros y fertilizantes, además de cooperar en materia de seguridad y en la rehabilitación del ejército de Malí.

En caso de darse la recuperación del ejército maliense y su fortalecimiento, gracias a la ayuda iraní y rusa, tanto Teherán como Moscú saldrán bien parados ya que se convertirán en aliados estratégicos en la región, un éxito que superaría al papel de Francia en la zona pero que haría peligrar la influencia que Occidente ha tratado de mantener en la zona a través de la ayuda en materia antiterrorista. 

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Y es que, durante los últimos meses, el ejército de Malí ha recibido por parte de Rusia modernos radares de vigilancia, helicópteros, cazas militares, drones y más entrenadores rusos, además de un mayor aumento de la presencia del grupo Wagner en las zonas que antes estaban gestionadas por las tropas francesas. 

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