Bennett anuncia la disolución de la Knesset y el acceso al cargo de primer ministro de Lapid dentro de una semana, con Netanyahu como gran beneficiado

Israel se dirige a sus quintas elecciones en tres años, con Lapid como nuevo primer ministro interino

PHOTO/AP - Naftali Bennett, a la izquierda, conversa en la Knesset con Yair Lapid

El primer ministro israelí, Naftali Bennett, y el ministro de Asuntos Exteriores, Yair Lapid, anunciaron el lunes, en una conferencia de prensa conjunta, que en la próxima semana llevarán a cabo la disolución de la Knesset (el Parlamento del país) y la convocatoria de nuevas elecciones, las quintas en tan solo tres años, que se esperan para este otoño. Además, Bennett abandonará el cargo, que será ejercido interinamente por Lapid.

Esta decisión se produce días después de que la coalición liderada por estos dos políticos cumpliera su primer año en el Gobierno. El Ejecutivo surgió del acuerdo de 8 partidos pertenecientes a todo el arco parlamentario, desde la izquierda a la derecha, incluyendo un partido árabe, en una Knesset fuertemente polarizada y dividida, tras dos años de parálisis política.

Este compromiso implicaba que Bennett, líder de Yamina (“Hacia la Derecha”), un partido derechista minoritario, ocupara el cargo de primer ministro durante los dos primeros años, mientras que Lapid, que dirige el segundo partido de la Knesset, Yesh Atid (“Hay un Futuro”), ocuparía la cartera de exteriores para después suceder a Bennett como premier. 

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El principal objetivo de esta heterogénea alianza fue lograr la salida del Gobierno de Benjamín Netanyahu, tras 12 años seguidos al frente del país, cuya figura se había vuelto fuertemente divisiva, inclusive entre parte de la derecha, al estar a la espera de juicio por corrupción.

Pero esta coalición, unida únicamente por su rechazo a “Bibi”, ha estado caracterizada por una fuerte falta de consenso con respecto a asuntos clave, desde los derechos de los ciudadanos árabes al papel de la religión en el Estado o a la política de asentamientos en los territorios ocupados de Cisjordania, temas fuertemente divisivos en un Ejecutivo que incluía desde antiguos líderes colonos, como el propio Bennett, a políticos islamistas árabes.

Esta división terminó ocasionando la deserción de dos diputados de derechas, privando a la coalición de su mayoría en la Knesset, situación empeorada por la imposibilidad de obtener el apoyo del ala izquierda y árabe de la coalición en varios votos clave. El último de ellos versó sobre la extensión de la aplicación del derecho civil israelí a los asentamientos en territorio palestino ocupado, cuyo rechazo ha supuesto el último clavo en el ataúd de la coalición. Finalmente, ante el temor de que Netanyahu pudiera llevar a cabo una moción de censura, Bennett y Lapid se han adelantado, disolviendo el Gobierno.

Ahora Lapid accederá al cargo de primer ministro interino, por una cláusula en el acuerdo por la que el político de centroizquierda se convertiría en premier si el Gobierno se disolviera por la deserción de diputados de derechas.

Bennett, que pasará a ser el primer ministro más efímero de la historia del país, definió la decisión como “difícil”, pero necesaria. “Hicimos todo lo posible para mantener este Gobierno. Créanme, no se dejó una piedra sin remover, por el bien de nuestro hermoso país y por ustedes, los ciudadanos de Israel”, afirmó un Bennett aparentemente emocionado.

El primer ministro saliente, exmiembro de las fuerzas especiales del país, también defendió el balance de su Gobierno, que, pese a la falta de consensos, logró sacar adelante un nuevo presupuesto y varios éxitos en política exterior, desde la profundización de las relaciones con sus nuevos socios árabes a la oposición del acuerdo nuclear iraní y el reforzamiento de su asociación con Estados Unidos. “Demostramos que es posible dejar de lado los desacuerdos por el bien de la nación”, destacó Bennett, quien prometió suavizar todo lo posible la transición hacia Lapid, a quien definió como “una buena persona”.

Bibi contraataca 

La tristeza de Bennett contrasta con la alegría absoluta de Netanyahu, quien puede, una vez más, acceder al Gobierno. Bibi, primer ministro de 1996 a 1999 y de 2009 a 2021, que sigue a la espera de juicio, se mostró entusiasmado ante el colapso de sus enemigos, considerándolo “una noticia maravillosa para los ciudadanos de Israel”.

“El peor Gobierno de la historia de Israel ha acabado. Un Gobierno que se apoyó en los partidarios del terrorismo, abandonó la seguridad de los israelíes, elevó el coste de vida a niveles sin precedentes, impuso impuestos innecesarios, arriesgó el carácter judío de Israel… este Gobierno se irá a su casa”, celebró el inagotable político israelí, que próximamente cumplirá 73 años.
Likud (“la Consolidación”), el Partido de Bibi, lidera las encuestas, y apunta a capitalizar el descalabro de la coalición. No obstante, jamás en la Knesset ha habido mayoría absoluta de un solo partido, y la demoscopia apunta a un Parlamento nuevamente dividido, donde no está claro que Likud y sus aliados tradicionales puedan tejer una mayoría. 

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Lapid, la nueva estrella de la política israelí

Bibi tendrá que hacer frente a Lapid, que las encuestas otorgan nuevamente el segundo lugar en la Knesset, pero que, desde la próxima semana, podrá hacer campaña como primer ministro interino. Antigua estrella de televisión y ministro de Finanzas con Netanyahu, Lapid fue la gran sorpresa de las elecciones pasadas, y todo apunta a que representará la principal alternativa a Likud en los próximos comicios.

Junto a Bennett, Lapid llamó a la unidad del país para capear el temporal. “Lo que necesitamos es regresar al concepto de la unidad israelí. No permitir que fuerzas oscuras nos desgarren por dentro”, afirmó el hasta ahora ministro de Asuntos Exteriores, quien prometió no esperar a las elecciones para hacer frente a los retos que enfrenta el país. “Necesitamos abordar el costo de vida, emprender la campaña contra Irán, Hamás y Hizbulá, y oponernos a las fuerzas que amenazan con convertir a Israel en un país no democrático”, enfatizó el líder de Yesh Atid.

Con un programa de centroizquierda, Lapid pasará a ser el primer jefe de Gobierno israelí en defender abiertamente la solución de dos Estados para la cuestión palestina desde Ehud Olmert (2006-2009), un tema que la actual coalición dejó aparcado ante las desavenencias internas.

El próximo primer ministro del país recibirá en un mes a Joe Biden en Jerusalén y tratará de capitalizar su nuevo cargo de cara a los comicios. Hay quien señala el paralelismo de este encuentro con las sucesivas reuniones en 1996 entre el expresidente Bill Clinton y el entonces primer ministro Shimon Peres, con el objetivo implícito de impulsar al político laborista en las elecciones de ese mismo año. Pero, entonces, los esfuerzos del líder norteamericano no bastaron a Peres para imponerse electoralmente, precisamente, al propio Netanyahu.

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