El bloqueo político en el que se enrosca Israel, con un empate técnico entre los dos principales partidos políticos, hace prever la opción de una gran coalición pero existe la posibilidad de que el país tenga que celebrar unas terceras elecciones.

Israel se ve abocado a un gobierno de coalición y Netanyahu a perdedor de las elecciones

photo_camera AFP/EMMANUEL DUNAD Y MENAHEM KAHANA - Benny Gantz, líder opositor, y el actual primer ministro israelí Benjamin Netanyahu.

Las elecciones nacionales en Israel celebradas el martes, las segundas en lo que va de año, dejan al país en una situación de estancamiento político y al actual primer ministro, Benjamin Netanyahu, muy tocado.

A falta de los resultados definitivos, el futuro político del líder israelí que más años ha estado en el poder, con cuatro mandatos, es incierto debido a los resultados cosechados por el líder del partido opositor de centro izquierda Azul y Blanco, Beny Gantz. Israel se adentra en un bloqueo político en el que la principal opción es un gobierno de unidad nacional aunque no se descartan unas terceras elecciones que todos desean evitar. 

Así, tal y como venían apuntando los resultados no oficiales, durante el recuento de votos, y los arrojados por las encuestas, durante la jornada electoral el panorama político que se abre está presidido por el partido Azul y Blanco, logrando entre 32 y 31 diputados (de una Cámara de 120), entre uno y dos por encima del Likud de Netanyahu.

Ni el derechista Likud y ni Azul y Blanco (Kahol Lavan), las dos listas más votadas con diferencia, puede asegurar una mayoría gobernante. Esta situación podría dar la oportunidad a Gantz de ser invitado por el presidente, Reuvén Rivlin, a intentar formar Ejecutivo. De esta manera es más que probable que el país entre en un periodo de negociaciones con el fin de buscar la formación de un Gobierno de coalición y evitar unas terceras elecciones.

A la espera de los resultados definitivos, los comicios no arrojaron ninguna mayoría de bloques en el Knesset, el Parlamento de 120 escaños. Al no haber ninguna una mayoría en el que sería el vigésimo segundo Parlamento nacional, los partidos ya están a la búsqueda de viejos y nuevos aliados para intentar avanzar un nuevo mandato político en la Cámara

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Lo que es poco probable es que Netanyahu, el líder israelí que más años ha estado en el poder con cuatro mandatos, encuentre el apoyo del partido Azul y Blanco. Su cabeza de cartel, Gantz, dejó durante la campaña muy claro que su coalición se formó para expulsar del poder a Bibi (como se conoce coloquialmente a Netanyahu), al que considera manchado por las acusaciones en tres casos de corrupción. Muchos analistas locales consideran que es una derrota personal para Netanyahu porque su futuro depende de si el socio necesario, Azul y Blanco, le aceptará en el Gabinete o forzará el fin de su reinado. 

El mandatario ve que "podría no solo dejar de encabezar el Gobierno después de una década, sino incluso pasar a la irrelevancia política o ser descartado por su propio partido, que por el momento lo defiende a capa y espada pero que podría cambiar de opinión si el bloqueo electoral deriva en una posible convocatoria de terceras elecciones", escribe Ana Cárdenas, corresponsal en Jerusalén de Efe.

"Israel se encuentra a las puertas de otro período de bloqueo político y, aunque es probable que ahora el presidente Reuven Rivlin le dé a Gantz el mandato de formar un gobierno, le costará y Netanyahu, aún en el cargo como primer ministro interino y con una gran minoría en la Knesset, le peleará cada paso del camino e intentará que corra el tiempo del mandato de Gantz", escribe hoy el periódico local Hareetz. 

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El partido que tiene la llave a la formación de cualquier gobierno es Israel Nuestra Casa, de Avigdor Lieberman, exministro de Defensa, considerado el gran victorioso de estas elecciones. Lieberman, reforzado en los comicios con unos 9 escaños frente a los 5 de la anterior cita, según los resultados provisionales, le negó el pasado abril el apoyo a Netanyahu para formar una coalición de partidos y es probable que le vuelva a cerrar la puerta. Lieberman ya ha llamado a la formación de un Gobierno de unidad con Likud y su opositor, Azul y Blanco, pero Gantz se opone a gobernar junto a Netanyahu.

Los árabes representados por la Lista Unida se convierten en tercera fuerza parlamentaria con 13 escaños en una Knesset mayoritariamente sionista. Netanyahu debe estar extremadamente nervioso con la idea de que se pueda formar un gobierno con los partidos árabes o que puedan ser la principal fuerza en la oposición. Queda claro que esta vez la campaña de intimidación contra los árabes que ejecutó Netanyahu no le ha salido como él esperaba. En las semanas previas de las elecciones Netanyahu ha prometido anexionarse más territorios en Cisjordania, alegando que dificultan la vuelta a las negociaciones con los palestinos. Queda por ver si finalmente anexará el Valle del Jordán, tierra que representa más del 30 por ciento de la Cisjordania palestina ocupada.

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Si hubiera gobierno de unidad la Lista Unida podría incluso liderar la bancada de la oposición y su cabeza de lista, Ayman Odeh, podría llegar a ser el primer representante árabe con derecho a "asistir a las reuniones de seguridad" en la historia del país. La minoría, que supone el 20% de la población y engloba a los palestinos que se quedaron dentro de Israel tras su creación en 1948 y sus descendientes, que denuncian una histórica discriminación institucional. Odeh ha reconocido hoy en la Radio del Ejército que apoyaría un Gobierno liderado por Beni Gantz, de la coalición centrista-derechista Azul y Blanco, si esta acepta algunas condiciones.  Si saliera  adelante ese ejecutivo de unidad (la "única opción", según Lieberman) los árabes se encontrarían en una situación sin precedentes que les otorgaría gran visibilidad y acceso institucional a unos representantes históricamente boicoteados por el resto de formaciones.  Aún así, es probable que el principal cometido de Netanyahu, que llegó al poder por primera vez en 1996, a partir de ahora sea no permitir que se forme un gobierno con los partidos árabes.

Hay una posibilidad, algo rocambolesca pero no imposible: que el Likud se una a sus tradicionales aliados (los ultraortodoxos Shas y Judaísmo Unido de la Torá, con 9 y 8 escaños y el ultraderechistas Yamina, con 7) y los seis del Laborismo-Guesher, en el otro espectro político. El digital Times of Israel informó esta mañana de que el Likud se ha aproximado con la propuesta a los laboristas, que la han rechazado, según informa Efe.

Gantz se mostró hoy satisfecho con los resultados electorales que arrojan las encuestas a pie de urna y, aunque con extrema cautela por no contar con datos definitivos, señaló que aparentemente "Netanyahu no puede formar gobierno". De esta manera, "Azul y Blanco reclama ser una fuerza central en la escena política de Israel", aseguró Gantz. 

La política israelí pasa una página importante de su historia con el golpe que los electores israelíes le han atestado a Netanyahu. La posibilidad de que los árabes representados por la Lista Unida sean la principal fuerza de la oposición en el Parlamento hace pensar que el longevo líder israelí no vaya a salir por la puerta de atrás. 
 

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