Los manifestantes culpan a la incompetencia de la élite gobernante de la explosión de Beirut y piden una reorganización completa del sistema político

Líbano, un futuro impredecible

AFPPATRICK BAZ - Un hombre envuelto en una bandera libanesa, ante el puerto devastado de la capital del Líbano, Beirut, el 9 de agosto de 2020

El pesimismo y la desesperación han conquistado cada rincón de Líbano, una semana después de que una explosión en el puerto de Beirut acabase con la vida de más de 160 personas e hiriera a más de 6.000. Esta tragedia ha reabierto viejas heridas en la sociedad libanesa que, durante los últimos días, ha salido a las calles para exigir respuestas. Los manifestantes culpan a la incompetencia de la élite gobernante de este desastre y piden una reorganización completa del sistema político de Líbano, dominado por dinastías familiares que se han ido sucediendo en el poder durante los últimos quince años. En este complejo escenario, el primer ministro de Líbano, Hassan Diab, anunció este lunes la dimisión de todo el gobierno tras el aumento de la violencia en las protestas que se han ido sucediendo en el país tras la explosión del pasado martes.

Activista

“Hoy respondemos al deseo de los ciudadanos de exigir transparencia a quienes han sido responsables del desastre que ha estado oculto durante siete años y a su deseo de un cambio real. Frente a esta realidad... anuncio la dimisión de este gobierno” afirmó Diab, quien aseguró que esta tragedia había sido resultado de una “corrupción endémica” y ha pedido que se juzgue a los responsables de esta catástrofe. 

“Descubrí que la corrupción es más grande que el estado y que el estado no puede dominarla”. Con estas palabras el ex primer ministro libanés presentó su renuncia, abriendo un nuevo escenario en un país ya devastado por una crisis económica, que ha dejado al 75 % de los habitantes libaneses al borde del abismo, al 33 % en situación de desempleo y a alrededor del 15 %, es decir, al menos un millón de personas, por debajo del umbral de la pobreza. “La renuncia del gobierno del Líbano no significa elecciones anticipadas. Significa el nombramiento de un nuevo primer ministro por el parlamento existente, y todos los problemas políticos que conlleva”, ha advertido Gregg Carlstrom de The Economist.

Petardos lanzados contra la policía

Tras su dimisión, la agencia de noticias Reuters hizo público un informe en el cual se aseguraba que funcionarios de seguridad libaneses habían advertido al primer ministro y al presidente hace más de un mes del peligro que suponía almacenar tal cantidad de nitrato de amonio en el aeropuerto de Beirut. Un informe de la Dirección General de Seguridad del Estado sobre los acontecimientos que llevaron a la explosión incluía una pequeña referencia a una carta privada enviada al presidente Michel Aoun y al primer ministro Hassan Diab el 20 de julio, de acuerdo con la información recogida por esta agencia. 

Policía

“Existía el peligro de que este material, si era robado, pudiera utilizarse en un ataque terrorista. Al final de la investigación, el fiscal general preparó un informe final que fue enviado a las autoridades”, ha señalado a este medio de comunicación un funcionario que participó en la redacción de la carta y que se ha negado a ser identificado. “Les advertí que esto podría destruir Beirut si explotaba”, ha añadido.  De acuerdo con esta misma fuente consultada por Reuters, la carta enviada al presidente y al primer ministro de Líbano siguió a una serie de memorandos y misivas enviadas a los tribunales del país durante los últimos seis años por funcionarios portuarios, de aduanas y de seguridad, instando repetidamente a los jueces a ordenar la eliminación del nitrato de amonio del puerto de la capital. 

La historia de esta tragedia comenzó hace siete años, cuando un barco fletado por Rusia y con baldera moldava que viajaba desde Georgia a Mozambique atracó en Beirut.  Tras una serie de incidentes, fue sometido a una inspección por parte de los técnicos del puerto que supuestamente encontraron deficiencias y le prohibieron reanudar sus operaciones. En Beirut, las autoridades portuarias incautaron el barco después de encontrar múltiples deficiencias, según un artículo de noticias marítimas publicado en 2014. Una foto de ese mismo año muestra algunas de las 2.750 bolsas de nitrato de amonio, que siete años después han sido fotografiadas en el almacén que finalmente explotó, de acuerdo con el New York Times. El Rhosus fue condenado al olvido y su carga fue almacenada en el puerto de Beirut. Según este diario, esta embarcación comenzó a hundirse en febrero de 2018.

Hassan Diab

En enero de 2020, de acuerdo con Reuters, un juez decidió iniciar una investigación oficial al descubrir que el hangar número 12 no estaba siendo vigilado y ser consciente de que el material peligroso que se almacenaba allí podría poner en peligro a la población.  El 4 de junio, la seguridad estatal ordenó a las autoridades portuarias que proporcionaran guardias en esta parte del puerto y que nombraran a un director para el almacén, según el informe de seguridad estatal y los funcionarios de seguridad. “El problema tiene que ver con la negligencia, la irresponsabilidad, el mal almacenamiento y juicio”, ha subrayado el funcionario entrevistado por esta agencia. 

Puerto Líbano

La tragedia que ha azotado Beirut hace una semana ha desatado una oleada de dimisiones y ha aumentado la ira de la sociedad libanesa. El investigador político libanés, Nadum Houry ha explicado al medio NPR que en el país de los cedros “la corrupción se ha convertido ahora parte del ADN del sistema político del país, en el llamado, sistema consociacional sectario. No se puede nombrar un solo funcionario, sea del rango que sea, sin pasar por las redes sectarias clientelistas de lo que llamamos los zuama, los líderes sectarios. Ahora, ¿por qué es esto corrupto? Porque eso significa que no se puede responsabilizar a un solo funcionario sin pasar por estas tradicionales redes clientelistas sectarias”.

Camiones

En su opinión, la única manera de salir de esta crisis es “tener un gobierno formado por personas que estén fuera de la clase política existente”. “Sería una situación excepcional durante dos o tres años solo para estabilizar el barco y aprobar una ley electoral justa y tener elecciones en dos o tres años, que, con suerte, verán el surgimiento de nuevos partidos políticos”, ha pronosticado. En este escenario de inestabilidad tras la dimisión del Gobierno, Francia considera que Líbano debería apostar por la formación rápida de un nuevo gabinete que pueda hacer frente a la actual crisis económica y a la reconstrucción de la capital.  Por su parte, el presidente del Líbano, Michel Aoun, ha aceptado la renuncia del Gobierno presentada por el primer ministro del país y le ha instado a seguir trabajando en funciones hasta la formación de un nuevo Ejecutivo. 

La renuncia del Gobierno no ha calmado la ira de los miles de libaneses que ayer volvieron a salir a la calle, ni ha acabado con la tristeza de las personas que han perdido sus hogares o a sus familiares en esta explosión. Este acontecimiento se ha sumado al colapso de la economía, la corrupción endémica y una crisis sanitaria provocada por la COVID-19 que, en estos momentos, amenaza a parte de la población del país de los cedros, en donde viven más de un millón y medio de refugiados. 

Mientras tanto, Líbano sigue sufriendo las consecuencias de una crisis económica sin precedentes. El director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas, David Beasley, ha advertido este lunes de que Beirut se podría quedar sin pan en dos semanas y media. “Estoy muy preocupado por la falta de pan en el Líbano, porque el 85% del grano pasa por el puerto destruido de Beirut”, afirmó antes de señalar que la zona del puerto podría estar operativa en menos de un mes.  Beasley también ha informado de que su agencia suministrará en un plazo de dos semanas más de 17.500 toneladas de harina de trigo, lo que sería suficiente para poner pan en la mesa de todos los libaneses durante unos 20 días.
 

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