“Todas las medidas emprendidas en nombre del rescate de la economía se convierten, como tocadas por una varita mágica, en medidas que sirven para enriquecer a los ricos y empobrecer a los pobres”. Con estas palabras el filósofo polaco Zygmunt Bauman reflexionaba sobre el poder del capitalismo liberal sin ser consciente de que varios años más tarde este sistema económico llevaría a Líbano al borde del abismo. La crisis económica que azota a este país ha creado el escenario perfecto para el resurgimiento del espíritu de las protestas de octubre de 2019, al mismo tiempo que tiempo que aumenta la tensión entre los partidarios y opositores del grupo chiíta Hezbolá, respaldado por Irán.
Los enfrentamientos entre los partidarios Movimiento del Futuro --partido político del Líbano liderado por Saad Hariri – y el movimiento Amal, organización política chií alineada con Hezbollah han protagonizado las protestas este fin de semana. El colapso de la moneda, el aumento de la inflación y la profunda crisis financiera que atraviesa Líbano han llevado a cientos de personas a acudir a las manifestaciones que se han celebrado en todo el país. Sin embargo, la violencia se ha apoderado del sentimiento de protesta y ha provocado que estas manifestaciones pacíficas acabaran con decenas de neumáticos en llamas, el uso de gas lacrimógeno por parte de la policía y el despliegue del Ejército libanés.
En Líbano, la crisis económica ha adquirido una dimensión política. El primer ministro de Líbano, respaldado por Hezbollah, salió el pasado viernes a dar un discurso para tratar de apaciguar los ánimos. “Vuestro derechos están garantizados por los bancos y por el Banco Central. El Estado es el garantizador, por eso tenemos que proteger al Estado para que sea el garantizador de todos sus hijos, sus pertenencias, su dinero y su futuro”, afirmó durante un discurso televisado. No obstante, estas declaraciones no convencieron a los cientos y cientos de manifestantes que durante el fin de semana han salido a las calles de Beirut y otras ciudades del país.
En este discurso, el mandatario libanés insistió en que “el país no está en bancarrota”, sino que enfrenta “dificultades económicas” y aseguró que desde el Ejecutivo “no permitirán que se pierda dinero del pueblo”, culpando a los anteriores gobiernos de empobrecer a la nación Árabe. El periódico Arab News considera, sin embargo, que las instituciones financieras han sido los “principales puntos de blanqueo de dinero iraní y sirio”. “Estados Unidos está listo para imponer nuevas sanciones contra el régimen de Assad, al mismo tiempo que Líbano seguirá pagando las consecuencias por milésima vez. Es el precio de ser arrastrado al “eje de la resistencia” de Teherán”, han aseverado.
Líbano -un país con unos cinco millones de habitantes y que alberga a más de un millón y medio de refugiados- es una de las naciones más endeudadas del mundo. En estos momentos, el estado liderado por el primer ministro, Hasán Diab, se enfrenta a su peor crisis económica desde la guerra civil que sufrió el país entre 1975 y 1990. Las protestas que comenzaron en octubre para poner fin a la mala gestión de los recursos se han convertido, tras el parón por la pandemia del coronavirus, en enfrentamientos entre los partidarios de Hezbollah o aquellos que piden su desarme.
Los ciudadanos del Líbano han mostrado su preocupación por el rápido aumento de la inflación y el descenso del nivel de calidad de vida en su nación, exacerbado durante los últimos meses por la pandemia del coronavirus. Al Monitor ha asegurado que tras producirse varios enfrentamientos entre los partidarios de Amal y Hezbolláh en el centro de Beirut, los simpatizantes del grupo chiíta irrumpieron con “unas 200 motocicletas” en uno de los principales focos de protesta, según Elie Hindy, director ejecutivo del centro de investigación del partido mayoritariamente cristiano Fuerzas Libanesas.
Zeina Helou, activista política e investigadora, ha explicado a Al Monitor que no se sentía cómoda con la convocatoria de la manifestación de este sábado por varias razones, entre ellas el aumento del papel de los partidos políticos. “Sabía que muchos partidos políticos estaban detrás de esto y algunos grupos nuevos que no son muy transparentes. Personalmente no confío en los partidos políticos, incluso en aquellos que actualmente afirman estar fuera del gobierno y que se han unido a la oposición”, ha manifestado.
Por su parte, Mustafa Allouch, miembro de la oficina política del Movimiento del Futuro considera que “el liderazgo al menos del lado suní, está ausente”. “Al mismo tiempo vemos la pobreza, la pérdida de la esperanza. Todo esto llevará al caos. Y cuando digo caos, es caos porque se traducirá en atrocidades en la calle, saqueos, anarquía”, ha alertado.
“El presidente Aoun convocará el Consejo Superior de Defensa el lunes por la tarde para estudiar la situación de la seguridad tras los últimos acontecimientos”, anunció su oficina en la red social Twitter al conocer el impacto de estos enfrentamientos. La crisis económica que asola a Líbano – que ha provocado un aumento del desempleo y ha obligado al país a incumplir su deuda soberana por primera vez – ha desatado la ira entre las miles de personas que han salido a la calle a protestar contra el sistema político existente.
El Gobierno ha elaborado un paquete de reformas para relanzar la economía y está en negociaciones con el Fondo Monetario Internacional para atraer ayuda financiera; mientras que las previsiones no son nada favorables para este país, ya que se espera que la inflación supere el 50 % antes de acabar el año, en un estado donde más del 45 % de la población vive por debajo del umbral de pobreza.