Turquía continúa efectuando diversas ofensivas a los kurdos, librando una guerra abierta que difumina todavía más el sueño del Kurdistán

La cuestión kurda: desde la lucha contra el Daesh hasta su abandono internacional

photo_camera AFP/SAFIN HAMED - Banderas kurdas durante las celebraciones del Nowruz, el año nuevo persa, en la ciudad de Akra, a unos 100 kilómetros al norte de Arbil, en la región autónoma kurda del norte de Irak, el 20 de marzo de 2021

Historia de los kurdos

Con una población estimada entre 25 y 35 millones de habitantes, los kurdos representan la cuarta minoría étnica más grande de Oriente Medio. A pesar de poseer una lengua propia, el kurdi, y una cultura, tradiciones e historia propia, los kurdos continúan luchando por obtener un Estado independiente.

En la actualidad esta comunidad se encuentra repartida en cinco zonas pertenecientes al noroeste de Siria, norte de Irak, noroeste de Irán, suroeste de Armenia y el sureste de Turquía. Este reparto territorial es el resultado de los reclamos por obtener un estado independiente, demanda que se remonta a milenios. Sin embargo, no fue hasta entrado el siglo XX cuando los kurdos comenzaron a considerar la creación de una patria bajo el nombre del “Kurdistán”. Tras el fin de la Primera Guerra Mundial y la derrota del imperio otomano, los aliados occidentales, Francia, Reino Unido y Rusia, se comprometieron a otorgar un Estado a los kurdos en una estipulación promulgada en el Tratado de Sévres en los años 20.

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Sin embargo, tres años después, el sueño del Kurdistán se vio frustrado cuando a través del Tratado de Lausana se establecieron los límites de Turquía. Con la reestructuración de un estado turco moderno, no se contempló ningún tipo de cláusula para proclamar un Estado kurdo y así los kurdos se mantuvieron en sus países respectivos.

Posteriormente, tras los intentos seguidos por parte de los kurdos por conseguir un Estado en los años 80 los movimientos políticos se multiplicaron. Sin embargo, los reclamos no fueron escuchados y estos fueron brutalmente reprimidos. Como ejemplo de movimientos revolucionarios que trataron de consolidar un estado kurdo encontramos en 1927 una rebelión en el sudeste de Turquía que terminó con la proclamación de la República kurda de Ararat. Este vestigio de un territorio oficialmente kurdo fue vencido tres años después por parte del Ejército turco. Asimismo, en 1947, diversos colectivos kurdos en Irán fundaron la República de Mahabad, conocida como República del Kurdistán, proyecto político que consiguió sobrevivir tan solo unos meses.

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Después de su desaparición no se han registrado intentos similares a gran escala. Así los kurdos fueron dividiéndose en las diferentes partes del territorio. En este sentido, no fue hasta la década de los 70 que las insurrecciones kurdas volvieron a reaparecer en la escena turca con intensidad durante el auge del Partido Kurdistán de los Trabajadores (PKK). Esta formación nació como organización política tras los diferentes movimientos revolucionarios librados durante la década de los 70 y tenía como fin lograr construir autonomías democráticas en las distintas regiones donde existe el pueblo kurdo.

El PKK desde el comienzo ha estado liderado por Abdullah Ocalan. Fundamentado en los principios del marxismo-lenismo, su propósito inicial era enfrentarse al Estado turco a través de ofensivas de guerras de guerrillas con el objetivo de construir un Kurdistán unificado, independiente y de carácter socialista. Tras el golpe de Estado ejecutado en Turquía en 1980, numerosos miembros del PKK se exiliaron al valle del Beeka donde se refugiaron bajo la supervisión de Siria y se preparaban para seguir combatiendo a Turquía. Para la supervivencia del PKK el apoyo internacional ha sido de una importancia trascendental. En este sentido, uno de los apoyos más importantes se produjo tras el estallido de la guerra civil siria, sobre todo por parte de Estados Unidos, entendiendo la lucha que comenzaron a librar los kurdos contra el Daesh como una oportunidad para armarles para hacer más eficaz su cometido.

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La lucha de los kurdos contra el Daesh

Los kurdos han mantenido un papel crucial en la lucha contra el Daesh. Tras las ofensivas del grupo islámico libradas en los años 2013 y 2014 en el norte de Irak y en el noroeste de Siria una importante resistencia kurda consiguió agruparse de forma independiente o formando parte de las filas del Ejército Libre sirio consiguiendo resistir y librar una contraofensiva en la lucha contra el yihadismo. Estos ataques consiguieron cambiar el rumbo no sólo de la guerra siria, si no del terrorismo en la región.

Para inicios de octubre del 2014, el Daesh consiguió asediar 350 localidades y obligaron a que 300.000 kurdos se desplazaran hacia la vecina provincia turca de Sanlurfa. El 13 de septiembre de ese mismo año, el Daesh lanzó una ofensiva al cantón de Kobane lo que desembocó en un desastre humanitario para aquellas personas que huyeron de la batalla hacia la frontera con Turquía. Esta ofensiva se expandió de manera vertiginosa y apenas en unos pocos días, el Daesh consiguió tomar alrededor de 21 provincias cerca de Kobane, enclave crucial que, gracias a la defensa por parte de la resistencia kurda, consiguió cambiar el rumbo de la lucha contra el yihadismo en Siria.

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La batalla de Kobane: clave en la caída del Daesh

De esta forma, el inicio de la Batalla de Kobane se suele fechar desde día 13 de septiembre del año 2014 hasta el 15 de marzo de 2015, con la recuperación de las aldeas asediadas por el Daesh y la expulsión del grupo terrorista de Kobane. Así, esta batalla comprendería un total de 6 meses y 2 días. El 21 de septiembre la ofensiva continuaba y el Daesh consiguió avanzar y posicionarse a apenas 8 kilómetros de Kobane, a pesar de los ataques aéreos estadounidenses lanzados contra las ofensivas yihadistas. En este momento, las fuerzas kurdas solo mantenían bajo su control la propia Kobane y 15 poblaciones al oeste. Así, el comienzo de la batalla por Kobane comenzó con una gran desigualdad ya que más de 10.000 yihadistas del Daesh se movilizaron contra unos pocos de cientos de kurdos armados con apenas armas ligeras.

En el asedio de Kobane, el Daesh consiguió concentrar numerosos tranques y una plétora de carros de combate alrededor del perímetro para sostener el asedio con importantes ataques de fuego para incitar a una batalla de desgaste. En comparación con el armamento kurdo, el Daesh se encontraba en un nivel bastante superior. Frente a los ataques las Unidades de Protección Femeninas (YPJ) junto con las Unidades de Protección Civil (YPG) respondían con fuego de armas pequeñas, tratando de economizar sus existencias de municiones antes de que llegase el suministro armamentístico del ejército estadounidense.

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Además de las deficiencias en su armamento, también se restringió la mano de obra de las fuerzas kurdas. Las autoridades turcas se negaron a permitir que los kurdos turcos ingresaran a Siria para repeler el asalto, ni tampoco permitieron que los kurdos sirios que habían sido evacuados previamente de Siria a Turquía regresaran a casa. La negativa de Turquía a permitir que las YPG fueran ayudadas o reabastecidas por simpatizantes cercanos provocó protestas de los kurdos que acabaron en una represión violenta por parte de la policía turca en Mürsitpına. Según declaran, la policía habría utilizado gases lacrimógenos y poderosos cañones de agua para dispersar por la fuerza a los partidarios de las YPG.

Sin embargo, en una primera instancia los ataques aéreos y las diferentes ofensivas no fueron suficientes para que el Daesh se retirara. A medida que los bombardeos aumentaron, los combatientes del Daesh reforzaron su presencia a través de su reserva de reclutas de Raqa y Alepo, produciéndose un aumento de terroristas suicidas en vehículos. De esta forma, Kobane comenzaría a despertar el interés internacional y de los medios de comunicación que consiguieron acceder a la zona a través de la provincia de Sanliurfa, en Turquía.

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En sólo un mes de enfrenamientos, al menos 553 personas perdieron la vida en Kobane. Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, de esta cifra total, 298 terroristas del Daesh habrían muerto. Sin embargo, las Unidades femeninas y las YPG defendieron que el número podría ser superior. Aun así, las cifras oficiales sitúan el número de muertos en el transcurso total de la batalla entre los 1.068 y los 5.000 muertos. De estos, se estima que 609 militantes eran terroristas pertenecientes al Daesh y 363 de los fallecidos formaban parte de las YPG, además de 16 voluntarios kurdos y 24 civiles. Sin embargo, cabe destacar que no se ha podido encontrar un dato oficial que haga referencia al número de mujeres de las YPJ fallecidas durante la batalla de Kobane.

Del mismo modo y conforme al informe, desde el 2019, las mujeres de la región se habrían enfrentado a “actos de intimidación” por parte de soldados sirios lo que ha propiciado “un clima de miedo generalizado que ha hecho a las mujeres confinarse en sus hogares”. Las YPJ igual que las YPG, las SDF y el resto de los grupos de autodefensa que están bajo la Administración Autónoma del norte y este de Siria siguen cumpliendo con sus funciones de autodefensa debido a que las amenazas que se ciernen sobre el territorio no han acabado. En 2018 el estado turco con grupos del ELS conquistó el cantón de Afín y en 2019 en las regiones de Tel Abyad y Serekaniye produciendo más de medio millón de desplazados. Las amenazas del estado turco que se expande militarmente por Oriente Próximo (Siria, Libia, Armenia) son una fuente constante de preocupación. Muchas de las mujeres asesinadas han sido mutiladas y sus cadáveres se han exhibido a través de las redes sociales. Según el profesor de Oriente Medio en la Universidad Ben-Gurion del Negev, Dror Zeevi, los autores de estos crímenes no son turcos sino más bien “yihadistas que se han convertido poco a poco en mercenarios” al servicio de Turquía. Esta transformación de yihadistas a mercenarios viene derivada de los apoyos turcos al premiarles con un botín de guerra. Con esta estrategia, Turquía quedaría eximida de las responsabilidades directas en el conflicto.

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Los ataques hacia la población kurda y en especial hacia las mujeres, desde el retiro de tropas estadounidenses y la toma de la zona por Turquía, no han dejado de aumentar. Según la ONG Rojava Madrid el pasado junio un supuesto ataque turco perpetrado con drones mató a tres mujeres. Entre ellas se encontraba la activista Zehra Berkel, conocida por luchar por los derechos de las mujeres en el pueblo de Helince, a las afueras de Kobane. La hermana de Zehra, Delia Berkel aseguró a través de un vídeo que Turquía pretende “minar nuestra esperanza y nuestra voluntad”, del mismo modo recalcó que no darán “al enemigo el placer de decir que ha matado a una mujer o a una política kurda y que así ha destruido el movimiento de las mujeres”.

Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (SOHR), los defensas kurdos en la ciudad estaban siendo codirigidas por una mujer kurda de 40 años, Mayssa Abdo, de la región de Afrin, en la provincia de Alepo conocida por el nombre de combatiente Narin Afrin. Esta seguidora dirigió las defensas junto al mando de las YPG en Kobane, con el dirigente Mahmud Barkhodan. En la resistencia de Kobane, el 80% de los integrantes en la lucha eran mujeres de las YPJ, desde las unidades de coordinación hasta la línea de frente.

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Rivalidad Kurdistán y Turquía

La enemistad entre Turquía y el PKK, partido a través del cual las Unidades de Protección Femeninas emergieron, se debe a que es considerado una organización terrorista por Turquía, además de por Estados Unidos y la Unión Europea. De esta forma, las YPJ son consideradas como enemigas de Turquía y, por ende, la presencia turca constituye una amenaza para su estructura. De acuerdo con Rojava Madrid, “el gobierno turco considera a todas las organizaciones kurdas que no aceptan su política colonial como terroristas. La política de Turquía es principalmente anti kurda”, señalan.

Desde el año 2015, una de las principales peculiaridades que ha caracterizado las ofensivas kurdo-turcas han sido que estos ataques se han librado fuera de las fronteras del país. Para Turquía, el enemigo ya no es solo el PKK si no que engloba al resto de kurdos que habitan en Turquía, independientemente de su ideología, así como los que se encuentran alrededor de la región, con especial atención a los que se localizan en Siria. Según el discurso turco, la guerra siria y su vacío de poder fue el escenario idóneo para que los kurdos pusiesen en marcha su proyecto independentista basado en el confederalismo democrático de Ocalan.

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Turquía alberga más de 15 millones de kurdos, lo que representaría un 20% de la población total.  En este sentido representan la minoría étnica mas representativa en el país. Esta importancia que albergan en los aspectos demográficos, estratégicos y económicos, así como las propias peculiaridades culturales y religiosas que sostienen hacen que los intentos por tratar de reclamar un Estado independiente sean reprimidos de manera abrupta.

Los enfrentamientos entre los kurdos y los turcos se siguen produciendo de forma incesante. Hace pocos días conocíamos que dos policías turcos y otros dos más resultaron heridos en un ataque con misiles contra Azzaz, al norte de Siria. El ataque fue lanzado desde el área de Tal Rifaat por las Unidades de Protección del Pueblo Kurdo Sirio. Tras estos ataques, las fuerzas de seguridad turcas tomaron represalias después de que cinco morteros cayeran en la provincia de Gaziantep. Ante estos ataques, el presidente turco, Erdogan, expresó que “Turquía tomaría las medidas necesarias en Siria lo antes posible”.

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Durante una conferencia de prensa Erdogan expresó que “su paciencia se había agotado. Turquía está decidida a eliminar las amenazas que surgen del norte de Siria, ya sea junto con las fuerzas activas allí o por nuestros propios medios”. En este aspecto, el presidente turco aseguró que el mes pasado dos soldados turcos murieron y otros tres fueron heridos en Idlib, el último gran bastión de la oposición en Siria.

Situación actual

Nada más Donald Trump anunciase la retirada de las fuerzas estadounidenses de Siria, Turquía comenzó la ofensiva “Manantial de Paz” contra las propias autoridades kurdas que se encontraban en la zona. Dichas autoridades han sido y continúan siendo una extensión del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), tildado como organización terrorista por parte de Turquía.

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, argumentaba esta misión afirmando que el objetivo “era prevenir la creación de un pasillo del terror a lo largo de nuestra frontera sur y traer paz a la zona”. Desde este momento, la enemistad de Turquía sobre el Kurdistán se puso de manifiesto en su forma más cruda y violenta hasta hoy.

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Hace apenas unos días conocíamos la intención de Turquía por “acabar con la amenaza terrorista en Siria” haciendo lo necesario “para eliminar a los terroristas”. Para Turquía tanto las YPJ como los YPG además del PKK son considerados como grupos terroristas y su propio objetivo de crear un Estado kurdo choca frontalmente con los intereses turcos por defender la unidad del Estado turco.

Después de las declaraciones emitidas por Erdogan relacionadas con “eliminar las amenazas del norte”, el ministro de Asuntos Exteriores turco, Mevlüt Çavuşoğlu, ha subrayado las intenciones de Erdogan, lo que vaticina nuevas ofensivas contra los kurdos a través de los mismos medios.

Con los ataques y amenazas de Turquía los kurdos tratan de mantener vivas sus costumbres y su propia identidad ante una ofensiva que no cesa y poco a poco hace desaparecer las pretensiones de los kurdos por crear un Kurdistán independiente. Para los kurdos la lucha continúa firme lo que provoca el enfado de Turquía que ve peligrar con la presencia kurda su intención política de unificar todo el territorio en un Estado turco común.

Desde Europa las relaciones con Turquía no dejan de ser complicadas. En la resolución promulgada por el Parlamento Europeo en su Resolución sobre la preparación del Consejo Europeo de Helsinki expresó que “no se entablarían relaciones con Turquía mientras no respetara los criterios políticos de Copenhague”. Sin embargo, la posición geoestratégica de Turquía mantiene los intereses por parte de la Unión de tratar de mantener una cooperación, independientemente de las diferencias que sostienen.

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Además, el acercamiento de Turquía tanto a Rusia como a Estados Unidos para conseguir arsenal militar deja a un lado al pueblo kurdo presente en la zona, que con la salida de las tropas estadounidenses ahora no tienen un apoyo militar internacional.

Es muy complicado pensar en una rápida salida a la cuestión kurda sumado a la creciente cifra de refugiados en Asia y Europa, víctimas de una escalada de violencia hacia la comunidad que parece no tener fin. Tras lograr vencer al Daesh, Estados Unidos ha decidido retirarse, cumpliendo su cometido, pero abandonando a los kurdos a su suerte, como ya ocurrió en el siglo XX.  Si con ello vislumbramos la evolución del proceso contra Ocalan en Turquía, así como las insuficientes acciones Naciones Unidas y otros Organismos Internacionales respecto de la situación de los kurdos, observamos como parecen estar destinados a luchar por otros fines que no sean la creación de un Kurdistán. Ante las incesantes ofensivas turcas al PKK y al pueblo kurdo en su totalidad, los kurdos tratan de resistir en un contexto que no favorece sus aspiraciones y poco a poco son fagocitadas para dar paso a su pretensión.

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