La llave para cambiar muchas cosas

Fútbol para la esperanza es el título de la exposición que Casa Árabe alberga en sus dos sedes, de Madrid y Córdoba, hasta febrero de 2023. Un proyecto concebido por Ofelia de Pablo y Javier Zurita aprovechando el gancho de la celebración por primera vez en la historia de un mundial de fútbol, a celebrar en un país árabe, Qatar.

Ambos artistas han optado por ese otro mundial, el que se escribe con minúscula, el que enseña cómo el fútbol despliega toda su fuerza como herramienta de cambio social. Ambos artistas exploraron esta vertiente a raíz del primer campeonato mundial que se celebró en África en 2010, aquel que dio el primer título universal a la selección de España. “Nos dimos cuenta –señalan- de que los balones ruedan cada día en muchos lugares para luchar por la igualdad de género, la inclusión social, la integración, en definitiva, para contribuir a construir sociedades mejores y más justas”.

Grandes fotografías murales y otras que captan detalles muy especiales componen esta muestra, elaborada a partir de esos equipos modestos y anónimos, en los que se refugian tantos niños y niñas árabes, llegados a España en condiciones complicadas, pero que han comenzado a potenciar sus sueños a partir de estos campos de esperanza. Campos a menudo de fortuna, solares urbanos de tierra y piedras, o de fieltro o césped artificial en el mejor de los casos, pero en donde marcan a diario los goles de sus particulares éxitos: sentir que pertenecen a una comunidad, aprender la importancia del trabajo en equipo y de las reglas.

Como afirman  Zurita y De Pablo, “no tienen millones de seguidores que gritan al unísono al verlos regatear, pero el partido que juegan es el más importante de sus vidas”. En esas instantáneas pueden apreciarse los rasgos de alegría, cimentada en esos sueños de esperanza, que tratan de superar las duras cargas con las que llegan: la desigualdad, el peso de una infancia difícil, que a menudo ha contemplado serios problemas familiares.

El fútbol se convierte así en una herramienta para salir adelante. Están en equipos desconocidos del gran público: Alacranas de Hortaleza, Darna de Barcelona, Dragones y Dragonas de Lavapiés, Jugones de Villanueva de la Cañada, con homólogos en otros continentes como Football for Hope de Sudáfrica. Equipos que el entrenador de Alacranas, Javier Fernández “Cambro”, califica de “gran barco pirata que va rescatando gente rota para ayudarlos a salir a flote”.

“Es la llave para cambiar muchas cosas”, dice a su vez Zanele Menwale, entrenadora del proyecto Play Soccer, del suburbio de Ethafeni en Johannesburgo. “Son niños y niñas que luchan por defender sus derechos, y a veces su vida, armados tan solo con un balón de fútbol”. Es, pues, el otro mundial que se juega en los campos de esperanza.

Zanele Menwale concluye: “La higiene, la salud o el control de natalidad son herramientas tan importantes como la educación para darles una oportunidad a esas niñas que vienen atraídas por el magnetismo del fútbol”. Y es que el indiscutible deporte universal de masas es la herramienta capaz de derribar muros, ya sean dentro como fuera de él. Algo que atestiguan los ya muy numerosos ejemplos de que cambia la vida de la gente, los hace mejores, como nos declara la marroquí Fátima Boubkri, del equipo Madres Dragonas de Lavapiés.