Históricamente, el gas llegaba a Francia a través de Alemania y Bélgica para su consumo interno o para su redirección a España y Suiza, pero, desde la guerra, la dirección del gas ha virado

La ofensiva rusa invierte las rutas del gas en Europa

photo_camera AFP/PHILIPPE WOJAZER - El presidente de Francia, Emmanuel Macron

Bajo la campiña de los Vosgos, conocida por el paso de los competidores en el Tour de Francia y sus amplios cultivos de uva, se encuentran las tuberías que se prevé rescaten a Europa. La estación compresora de Morelmaison, situada en esos páramos, recibe gas de Noruega, Qatar y Estados Unidos para empujarlo hacia el corazón de Europa, y, en particular, hacia Alemania. Este polígono industrial cumple una misión cauta, pero esencial para transportar gas a Europa, en particular a Alemania, que dependía en un 55% de Rusia antes de la guerra en Ucrania. 

En la superficie se aprecia apenas un 2% de la red subterráneas de tuberías y válvulas permitiendo que tan solo cuatro personas sean las encargadas del correcto funcionamiento de la terminal. La estación de Morelmaison, de las 26 estaciones que existen en tierras galas, es una de las mejor posicionadas estratégicamente porque proporciona la interconexión entre los gaseoductos que reciben gas de Dunkerque a través de Noruega, cuyo destino históricamente era Francia. 

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Hay 26 estaciones compresoras de gas como las de Morelmaison dispuestas en Francia en la red de 32.527 km de tuberías que gestiona la administradora francesa de transporte de gas GRTgaz. Permiten interconectar las arterias que llegan y salen de la estación mediante un conjunto de válvulas, pero también gracias a generadores para elevar la presión del gas para satisfacer las pérdidas originadas durante el transporte. “Los flujos de gas que pasan por la estación abastecen a Alemania, Suiza y Bélgica, y, por lo tanto, permiten así una muestra muy tangible de solidaridad y compensación por la disminución del flujo desde Rusia”, subraya Guillaume Tuffigo, responsable de la división de marketing de GRTgaz. 

Ante la extinción del gas ruso en las tuberías, Europa ha tenido que renovar sus suministros, utilizando gas natural noruego y gas natural licuado de Qatar y Estados Unidos, que llega por barco a cuatro terminales de GNL francesas en pleno funcionamiento. Calificada durante mucho tiempo por las firmas de gas como el “callejón sin salida” del gas ruso, Francia se ha enmendado paradójicamente en uno de los puntos de acceso del gas en Europa desde que el gas de Moscú dejó de gotear, o casi. Una idea que era “impensable hace dos años”, admite Thierry Trouvé, director general de GRTgaz. “No vimos muchas razones para pensar que este flujo este-oeste pudiera ser desafiado”, agrega. 

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Históricamente, el gas llegaba a Francia a través de Alemania y Bélgica para su consumo interno o para su redirección a España y Suiza. Pero, desde la guerra, las carreteras de gas y la dirección de las tuberías se han invertido. En concreto, Francia recoge gas de España y “a partir de ahora, los flujos irán de Francia a Bélgica y Alemania”, declara Guillaume Tuffigo. Francia, a través de la red GRTgaz, ha multiplicado por siete el transporte de gas a Suiza en 2022 respecto al pasado curso. Al mismo tiempo, GRTgaz recibió un 70% menos de gas de Alemania en 2022 en comparación con 2021. Como símbolo de este giro histórico, Francia envía desde el 13 de octubre gas directamente a su vecino alemán, en virtud de un acuerdo de ayuda mutua entre ambos países. 

Hasta el 22 de noviembre, se habían enviado a Alemania 2,7 teravatios (TWh) de gas, el equivalente a lo que suministrarían tres reactores nucleares, a través de la estación de gas fronteriza de Obergailbach (Mosela, Francia), un lugar conectado a su vez con Morelmaison. Francia pone a disposición una capacidad de transporte de 100 GWh/día, el máximo técnicamente posible en esta fase. Por el momento, Europa, cuyas existencias están llenas (93% el miércoles), puede repudiar de los gasoductos rusos, pero ¿por cuánto tiempo? “Hasta que no se disponga de nueva capacidad de producción de gas licuado, será difícil durante otros cinco años”, presagia el Thierry Trouvé.

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