Tras los últimos atentados en Yemen, Naciones Unidas asegura que los grupos terroristas tienen capacidad para el resurgimiento

La ONU alerta del repunte de actividad de Daesh y Al Qaeda

AP - Soldados yemeníes caminan tras el atentado en el desfile militar de Aden, Yemen.

La portavoz del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OHCHR, por sus siglas en inglés), Ravina Shamdassani, ha advertido de la intensificación de las actividades de los grupos armados afiliados a Al Qaeda y Daesh en Yemen, tras los últimos acontecimientos acaecidos en el país

Así, desde el 27 de julio, la Oficina de la ONU ha registrado 19 muertes de civiles en Taiz, Sa’ada y Aden, además de 42 heridos. La mayor parte de ellas se habían producido como consecuencia de un ataque lanzado contra un área de mercado el 29 de julio, si bien no está claro aún a qué grupo terrorista atribuirle la responsabilidad. 

El día anterior, el 28 de julio, los hutíes – que llevan cometiendo ataques ininterrumpidamente desde hace tres meses contra instalaciones tanto vitales como militares en Yemen, pero también en territorio saudí – lanzaron una ofensiva contra el vecindario de Al-Rawdhah en Taiz, la cual dejó un balance de un menor fallecido y otros tres civiles heridos. Cabe recordar, en este punto, que la vinculación del movimiento hutí con la organización terrorista Daesh ha sido denunciada en reiteradas ocasiones por el portavoz de la coalición internacional liderada por Arabia Saudí que combate en Yemen – también denominada coalición árabe – Turki Al-Maliki. El oficial ha asegurado, en esta línea, que “la milicia hutí ha comenzado a emprender acciones conjuntas con el grupo terrorista Daesh”.

Ya en julio, Al-Maliki aseveró que la relación entre los militantes hutíes, a los que también califica como “aliados de Irán en Yemen”, y los grupos terroristas Al Qaeda y Daesh “ha estado ahí desde el golpe de Estado que los hutíes cometieron contra la legitimidad” del Gobierno de Abd Rabbuh Mansur al-Hadi a finales de 2014 y principios de 2015.

Imagen de archivo de soldados del Ejército de Yemen.

En el mes de agosto, concretamente el día 1, Daesh emprendió un ataque contra una estación de policía ubicada en Aden, que dejó 13 policías muertos. También en dicha ciudad portuaria, los hutíes lanzaron una ofensiva con misiles y aviones no tripulados contra un desfile militar en el que participaban efectivos de las fuerzas del Cinturón de Seguridad de Yemen, un cuerpo respaldado por Emiratos Árabes Unidos (EAU). En concreto y, según los informes citados por la OHCHR, “un misil balístico fue responsable del ataque durante el desfile militar”. El resultado de dicha ofensiva fueron 36 víctimas mortales, de acuerdo con los datos proporcionados por el Ministerio del Interior yemení.

La cadena afín a la rebelión hutí, Al Masirah TV, describió el ataque como “una preparación para un movimiento militar contra las regiones controladas por el Gobierno, entre ellas, la ciudad de Aden. El repunte de la actividad en esta zona asesta un duro golpe contra la estabilidad de la región, que se mantiene, en parte, por la presencia militar de EAU. No obstante, el mes pasado, y según recoge Reuters, el país del Golfo comenzó a retirar a sus efectivos de las áreas de Aden y otras zonas de la costa occidental, si bien aseguró que “no dejaría un vacío, ya que había entrenado a 90.000 fuerzas yemeníes”. 

Al día siguiente, el 2 de agosto, un grupo de hombres armados pertenecientes a Al Qaeda asesinaron a, al menos, una veintena de soldados en una base del Ejército localizada al sur de Yemen, Al-Mahfad, en la provincia de Abyan. El control del campamento militar fue retomado posteriormente por las fuerzas del Cinturón de Seguridad y las Fuerzas de Élite de la vecina provincia de Shabwa, tras arduos enfrentamientos con los terroristas. A la contienda también contribuyeron los aviones de la coalición internacional liderada por Arabia Saudí. 

Tras dichos eventos, el comandante de las Fuerzas de Élite, Mohamed Salem Al Bouhar, aseveró que los ataques “confirman la fuerte conexión entre las tres partes [movimiento hutí, Daesh y Al Qaeda] y destaca los lazos ocultos entre ellas”.

Las fuerzas del Gobierno yemení caminan en Zinjibar el 16 de agosto de 2016 después de ingresar a la capital de la provincia sureña de Abyan, tras una ofensiva respaldada por ataques aéreos liderados por Arabia Saudí para recuperar la ciudad de los extremistas de Al Qaeda.
“El aumento de la ambición” de los grupos terroristas

La ONU describe la amenaza general que suponen estas organizaciones terroristas en el último informe del Analytical Support and Sanctions Monitoring Team, publicado el 15 de julio de este año. A grandes rasgos, señala que “Daesh se está adaptando, consolidando y creando las condiciones para un eventual resurgimiento en sus regiones de origen en Irak y la República Árabe Siria”.

Además, el documento revela que la organización liderada por Abu Bakr al-Baghdadi dispone de entre 50 millones y 300 millones de dólares en concepto de ingresos del “Califato”. Un montante que estaría disponible en efectivo, por una parte, y que habría sido guardado por “sus asociados de confianza” o invertido en empresas de Irak, Siria y otros lugares, por otra. 

Por ello, con el resurgimiento de la actividad de Al Qaeda – con los últimos ataques en Yemen – Naciones Unidas advierte de que, “fuera de la zona central de conflicto, Daesh y Al Qaeda compiten por el dominio y la importancia internacional”. Por esta razón, la ONU también alerta del repunte de la actividad de ambos grupos fuera de la región del golfo Pérsico, a lo que contribuye su renacimiento en sus zonas de origen, lo que les dota de una mayor capacidad operativa al haber ido rearmando sus centros logísticos. 

Un miembro de la Policía Federal iraquí ondea una bandera iraquí mientras celebran la victoria de las operaciones militares contra los militantes del Estado Islámico en el oeste de Mosul, Iraq, 2 de julio de 2017.

En primer lugar y referente a la esfera internacional, en el último informe del Analytical Support and Sanctions Monitoring Team de Naciones Unidas, publicado el 15 de julio de este año, se asegura que “Daesh dirigirá y facilitará ataques internacionales, además de los ataques que inspira, que siguen produciéndose en muchos lugares del mundo”, al tiempo que “Al Qaeda sigue siendo resiliente”. Ejemplo de ello son los atentados del domingo de Pascua en Sri Lanka, que dejaron más de 250 muertos y 500 heridos, que, junto con el de Christchurch en Nueva Zelanda, “ofrecen un panorama preocupante de la intensificación de los conflictos entre religiones”.

En el caso de Europa, las preocupaciones de las naciones comunitarias a que “sus ciudadanos [vinculados a las organizaciones terroristas] inicien ataques terroristas a nivel interno, como consecuencia de las dificultades de Daesh para enviar operativos al territorio europeo” han quedado plasmadas en el informe. 

En segundo lugar y, en el caso de Sahel, la ONU resalta que se está produciendo “el aumento de la ambición y el alcance de los grupos terroristas en el Sahel y en África Occidental, donde combatientes afines a Al Qaeda y Daesh contribuyen a socavar las jurisdicciones nacionales frágiles”. En este sentido, ambos grupos alimentan “la violencia interétnica para promover la radicalización”.

En tercer y último lugar, el documento expone que “la capacidad de las autoridades locales para hacer frente a los desafíos del terrorismo en Afganistán, Libia y Somalia sigue siendo limitada”. En el caso concreto de Libia, la nota de Naciones Unidas expone que “los combatientes del Daesh en Libia siguen siendo una amenaza significativa en la región subcostera, desde la zona al sur de los campos petrolíferos en el este hasta la frontera con Argelia en el oeste”. Además, dichos combatientes se han incautado de 50 millones de dinares libios (unos 31,8 millones de euros) procedentes de las instituciones de Sirte mientras la ciudad estaba bajo su control. 

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