La organización de países turcoparlantes, liderada por Ankara, aspira a ser una “nueva realidad geopolítica” en el espacio euroasiático, mientras las tensiones estallan de nuevo entre Armenia y Azerbaiyán en Nagorno Karabaj

La Organización de los Estados Turcos: un intento de Unión Europea en Asia Central

photo_camera Servicio de Prensa Presidencial vía AP - El presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, a la derecha, el presidente de Kazajistán, Nursultan Nazarbayev, a la izquierda de espaldas, el presidente de Kirguistán, Sooronbay Jeenbekov, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, el presidente de Uzbekistán, Shavkat Mirziyoyev, y el primer ministro de Hungría, Viktor Orban, durante la Cumbre del Consejo de Cooperación de los Estados de Habla Turca en Cholpon-Ata, Kirguistán, el lunes 3 de septiembre de 2018

Desde la Organización de las Naciones Unidas (ONU) hasta la Unión Europea, pasando por la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), la escena internacional está plagada de organizaciones y agrupaciones internacionales que persiguen muy diversos objetivos: relaciones económicas, vinculaciones políticas y diplomáticas o asociaciones étnicas y culturales. 

Precisamente en este último grupo se encuentra la propuesta de afiliación étnica de Turquía para los Estados de habla túrquica de Asia Central: la Organización de los Estados Turcos (OTS, por sus siglas en inglés), fundada hace ya más de 13 años por Azerbaiyán, Kazajistán, Kirguistán y Turquía con el objetivo de promover una cooperación integral entre sus Estados miembro. Una especie de Unión Europea turcoparlante en los territorios centrales del continente asiático. 

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En este contexto, el reciente estallido de la violencia en Nagorno Karabaj entre Armenia –socio manifiesto de Putin en la región– y Azerbaiyán –miembro de la OTS y, por ende, respaldado por Ankara –, parece situar políticamente al bloque del lado de Bakú, tal como sucedió el pasado mes de agosto. “La OTS reitera su apoyo y compromiso con la integridad territorial y la soberanía del país hermano, Azerbaiyán, y expresa su disposición a contribuir a los esfuerzos de rehabilitación, reconstrucción y reintegración posconflicto en los territorios liberados de Azerbaiyán”, afirmaba la organización a través de una declaración conjunta. 

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“La Secretaría de la OTS da la bienvenida al regreso de la ciudad de Lachin, y las aldeas de Zabukh y Sus [territorios disputados entre ambas partes durante los últimos años], a Azerbaiyán, como continuación del proceso de implementación de la declaración trilateral del 9/10 de noviembre de 2020”, agregaba el documento, que no olvidó incluir su apoyo a la normalización de las relaciones entre las potencias caucásicas. 

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Breve historia de la Organización de los Estados Turcos 

El proyecto de crear un centro de poder turco en la región asiática se remonta hasta la época del difunto presidente otomano, Turgut Özal, que ostentó el liderazgo del país entre 1989 y 1993. En este sentido, y respaldado por un histórico posicionamiento regional a favor de la independencia de los países de Asia Central, el propósito de Özal se centraba en la extensión del soft power turco –que se serviría de las afinidades lingüísticas, étnicas y culturales–, para construir y consolidar sus relaciones políticas y comerciales con las potencias de la región.  

Así, la Organización de los Estados Turcos, nacida en 2009 en la estela de esta iniciativa –bajo el nombre de Consejo Túrquico, o Consejo de Cooperación de los Estados de Habla Túrquica –, se concibió como una organización intergubernamental con objetivos de cooperación económica, política, educativa y cultural, que aspira a convertirse en un influyente núcleo regional. La OTS cuenta con tres sedes ubicadas en Estambul (Turquía), Bakú (Azerbaiyán) y Astaná (Kazajistán), donde se alojan la Secretaría General, la Asamblea Parlamentaria (TÜRKPA) y la Academia Túrquica, respectivamente.

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A día de hoy, y tras la octava y última cumbre de la OTS, en noviembre de 2021 –cuando adoptó su denominación actual–, la organización se conforma de cinco Estados miembro de pleno derecho (Azerbaiyán, Kazajistán, Kirguistán, Turquía y Uzbekistán) y dos observadores (Turkmenistán y Hungría, a través del cual espera desarrollar importantes relaciones con los países europeos). En este mismo encuentro, la OTS ratificó también el documento “Visión del Mundo Turco–2040” (“Turkish World View–2040”), dejando entrever la primacía del poder de Ankara en el seno del grupo. 

El interés de Ankara en este proyecto –como plataforma para fortalecer su influencia en la región– parece innegable. Y es que el establecimiento de unas bases claras que consoliden la cooperación entre los Estados miembro de la OTS es un objetivo primordial, pero la creación de lazos fuertes entre la organización y el resto de potencias asiáticas y europeas, es también un propósito con importancia mayúscula. Convertirse en una “nueva realidad geopolítica” en todo el territorio euroasiático, han concluido los expertos internacionales. Algo que beneficiaría a Turquía en tanto que “puerta de entrada” a este mundo turco, y punto de enlace común entre Europa, Asia Central, e, incluso, Rusia, en el campo del comercio de hidrocarburos.

“Parece que Ankara quiere convertirse en el dueño de todo el mundo turco”, han sido alguna de las críticas realizadas a Turquía por parte del investigador Vladimir Avatkov al medio Al Arab. 

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Una organización al alza 

Debido a la importante presencia de recursos naturales, fuentes energéticas, y modernas infraestructuras y conexiones logísticas desde los territorios de la OTS hacia la Unión Europea y China, cada vez más miradas internacionales parecen girarse hacia la organización. Hasta el mes de julio de este 2022, cerca de 15 países han expresado su interés en unirse a la OTS en calidad de observadores, a los que se suman los que han pretendido ya convertirse en Estados miembro. 

El desarrollo de rutas de transporte para la exportación, y de corredores energéticos que atraviesen el Mar Caspio desde Asia Central, son para la Organización de los Estados Turcos algunas de las cuestiones prioritarias. Lo que ha permitido a sus países miembro recibir grandes inversiones en materia de infraestructura y dibujar sobre sus territorios algunas de las conexiones de exportación de energía más relevantes de todo el globo, especialmente en lo que respecta a los movimientos de exportación regionales –como sucedió, por ejemplo, con la desviación de la ruta del gasoducto Trans-Caspio, a través de Turkmenistán. 

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