La playa de Nuakchott
La playa de Nuakchott, capital de Mauritania, ofrece un ejemplo muy claro del potencial que tiene este país africano para su desarrollo. La experiencia y conocimiento del ámbito turístico por parte de grupos empresariales españoles podrían contribuir de una manera excepcional a la gestión más adecuada de kilómetros y kilómetros de playas vírgenes con una arena blanca suave y agradable, con un sol casi permanente que exige la protección adecuada, con un mar que ofrece todas las opciones para disfrutar del baño y de los deportes náuticos, con una riqueza pesquera de primera calidad en numerosas especies y con una gran opción de convertirse en una industria de primera magnitud y calidad que permitiera un impulso clave de la actividad económica, la creación de empleo, la mejora de la formación profesional de los mauritanos y consolidara un crecimiento necesario para la estabilidad de un país que ya resulta clave para el norte de África.
Pisar la arena de la playa de Nuakchott nos traslada a muchas de las playas españolas de los años 50, vírgenes y naturales, con una invitación tentadora para disfrutar de todo lo bueno que ofrece un entorno natural de estas características. Por eso, Mauritania comienza la transformación de las jaimas y las chabolas a los edificios de grandes hoteles en construcción en el centro de su capital, Nuakchott, donde es posible realizar una planificación ordenada, respetuosa con el medio ambiente, sostenible y ecológica de un turismo que pueda representar una de las principales fuentes de ingresos que permita al país norteafricano continuar con su proceso de desarrollo.
En este domingo del mes de mayo se da la circunstancia de unas temperaturas bajas en relación con lo que es habitual, con un fuerte viento y una mar picada que impide el baño, lo que es una demostración más del cambio climático que tanto nos debe comprometer y que precisa de una actitud clara y contundente para evitarlo. Sin embargo, a pesar de que las condiciones no son en este día las mejores, la playa de Nuakchott alberga a todo tipo de gente. Jóvenes que no paran de jugar al fútbol, mujeres con un gran protagonismo en la vida mauritana que caminan por la arena, los cuidadores de camellos y caballos que buscan ganarse la vida ofreciendo un paseo en sus animales, turistas españoles que degustan una magnífica fuente de pescado variado y ensaladas -la cuenta de cuatro personas son 85 euros- y familias enteras que aprovechan el domingo para pasarlo juntos al lado del mar.
Es curioso que la población mauritana no tiene una especial querencia por la playa y el mar. La mayoría son de origen beduino, de tierra adentro en el desierto y las dunas, y no disfrutan de lo que los europeos consideramos una de las maravillas que nos ofrece la naturaleza. El único chiringuito de esta playa está regentado por un francés, Nicolai, que llegó hace pocos años, se percató del potencial de la zona, instaló una jaima, después dos, después un porche de madera y ahora tiene un lugar modesto y manifiestamente mejorable en su infraestructura y servicio pero que le permite tener un excelente negocio.
Mauritania empieza a interesar a España. Dispone de elementos más que notables para incrementar los intercambios comerciales donde las exportaciones españolas ocupan el segundo lugar tras los Emiratos Árabes Unidos.
La reina Letizia va a visitar durante dos días proyectos de la cooperación española en Mauritania. En Atalayar, nos hemos adelantado a su visita para conocer un país desconocido en España, en Europa y en el mundo, pero que debe llamar nuestra atención para mejorar en todos los terrenos nuestras relaciones y contribuir a su desarrollo y progreso en aras de garantizar, en una zona del Sahel donde hay muchas amenazas e intereses radicales, su estabilidad, porque, hay que insistir una y mil veces, es la estabilidad del norte de África y, por tanto, la de España y Europa.