El desarrollo de eventos de la intervención turca en el noreste de Siria, y la entrada del régimen de Bachar al Asad en el conflicto, ha empujado a Estados Unidos a cambiar radicalmente su postura

La presión puede con Trump, que impone sanciones a Turquía, y el caos se apodera de Siria

AFP/OZAN KOSE - Ciudad siria de Ras al-Ain, vista desde el lado turco de la frontera, en el sexto día de la operación militar de Turquía contra las fuerzas kurdas.

La invasión de Turquía en Siria junto a la presión bipartidista, y desde el mismo Ejército, contra la decisión de Estados Unidos de retirar las tropas de Siria y abandonar a sus aliados, las Fuerzas Democráticas Sirias (FSD) liderados por las milicias kurdosirias de las Unidades de Protección Popular (YPG), ha llevado a que el presidente Donald Trump intente recalcular su estrategia. 

Para ello su primera decisión ha sido imponer una serie de sanciones contra la economía turca por la intervención militar que está llevando a cabo Ankara en el noreste de Siria contra civiles y combatientes kurdos. Se trata de un claro giro a su postura sobre la situación en la zona y llega después de haberle dado al presidente Recep Tayip Erdogan luz verde para que iniciara un ataque a lo largo de la frontera sirio-turca hace poco más de una semana. Erdogan comenzó la ofensiva militar, aérea y terrestre, el pasado día 9 pero ahora Trump reclama un alto al fuego "inmediato" en sus operaciones militares en el norte de Siria contra los kurdos. 

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El objetivo de Trump es mostrar una línea más dura tanto con Erdogan como con el régimen sirio que están llevando el conflicto a un nuevo escenario, inconcebible hasta hace escasos días. La intervención turca ha llevado a que el régimen de Bachar al Asad llegara el domingo a un pacto con los kurdosirios para frenar la ofensiva turca. Esto le ha dado al Ejército la opción de entrar en un territorio sobre el que no tenía presencia ni influencia, cambiando el tablero del conflicto sirio de manera evidente. Además otorga a Rusia, aliado clave de Damasco, un papel de jugador determinante en el porvenir de Siria.  

En un comunicado, con un tono muy distinto al del día 6 en el que anunciaba la retirada de las tropas de Siria (prácticamente un giro de 180 grados), Trump denunció las “acciones desestabilizadoras en el noreste de Siria". "Estoy completamente preparado para destruir rápidamente la economía de Turquía si los líderes turcos continúan por este camino peligroso y destructivo", aseguró en relación a la incursión del Ejército turco en Siria contra los kurdos.

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Así, Trump anunció que, mediante orden ejecutiva, subía los aranceles contra el acero turco hasta el 50%, al mismo nivel anterior a la reducción de esos gravámenes en el mes de mayo,  y cerró las puertas a un posible acuerdo comercial entre ambos países. Además, ha bloqueado los activos y ha prohibido la entrada en EEUU de los ministros turcos de Defensa Nacional, Hulusi Akar; de Interior, Suleyman Soylu, y de Energía, Fatih Donmez; y ha sancionado a los propios ministerios de Defensa Nacional y de Energía.  Las autoridades han bloqueado los activos que los ministros puedan tener bajo jurisdicción estadounidense, ha prohibido a personas o entidades estadounidenses  mantener relaciones comerciales o financieras con los designados por el Tesoro y ha puesto en suspensión la entrada de esos funcionarios turcos en su territorio.

Según el vicepresidente Mike Pence, Donald Trump habló el día 14 con el máximo comandante de las FDS, Mazloum Kobani, y aseguró que será el mismo el que lidere una delegación en el futuro inmediato para negociar con Ankara, junto a Robert O'Brian, el nuevo asesor de Seguridad Nacional que sustituyó hace unas semanas a John Bolton al frente del cargo. 

Las relaciones entre Turquía y EEUU, aliadas en la OTAN, dará mucho de qué hablar en las próximas semanas. En menos de un mes, el próximo 13 de noviembre, se espera la visita de Erdogan a la Casa Blanca, una reunión que estará marcada por el anuncio de la subida arancelaria y las sanciones impuestas por Trump y la intervención turca en Siria. 

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Mientras tanto, y pese a las amenazas de Trump, el conflicto continúa y el caos se apodera poco a poco del noreste de Siria con muertes, desplazados e informaciones contrarias abundando sobre el terreno. Turquía ha reforzado su presencia militar en las zonas bajo su control en el norte de Siria ante el avance inminente de las fuerzas leales al presidente sirio, Bachar al Asad. Las fuerzas leales al presidente sirio se han desplegado en zonas que estaban controladas hasta ahora por los kurdosirios en el norte de Siria para enfrentarse a los turcos y a los rebeldes leales a Ankara. El Ejército entrando en algunas ciudades, como Tal Tamer, Tabqa y Ain Issa, información confirmada por el Ministerio de Defensa sirio a través de la agencia de noticias oficial, SANA. 

Parece ser que los efectivos de Damasco han llegado también a la ciudad de Manbech, una ciudad estratégica que tanto turcos como sirios quieren controlar. Manbech, el territorio al este del Éufrates que quedaba fuera de la "zona segura" planificada inicialmente por Ankara. "Nuestro acuerdo con Estados Unidos en Manbech fue que la limpiaríamos de organizaciones terroristas en un plazo de 90 días. Manbech no ha sido evacuada. Una vez lo sea, entrarán los dueños originarios del lugar", dijo el presidente turco.

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La ciudad de Kobane (Ayn al Arab, en árabe)  es la otra importante en contienda. Pence dijo que EEUU había recibido confirmación por parte de Erdogan de que no habría ataque contra la ciudad de Kobane pero Erdogan lo ha repedito en varias ocasiones. Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos y la agencia SANA, un centenar de miembros de la coalición internacional liderada por Washington habrían dejado sus bases en Kobane para dirigirse a Irak, aunque la alianza no se ha pronunciado hasta el momento. En ese contexto, Erdogan dijo ayer que Rusia "ha dado una respuesta positiva" a los planes de Ankara de entrar en la ciudad siria de Kobane tras la retirada de las tropas estadounidenses.

Kobane forma parte de la "zona de seguridad", el pretexto que Turquía ha utilizado para llevar a cabo la incursión militar en el noreste de del país vecino. Erdogan contempla una zona de 480 kilómetros de la frontera turca y de 30 kilómetros de ancho, desde el río Éufrates hasta el extremo oriental de Siria, áreas principalmente ocupada por los kurdosirios.

La batalla que Turquía está librando en el noreste de Siria contra los kurdosirios ya involucra a tantos jugadores que una salida rápida parece cada vez menos probable. El rol de las potencias extranjeras en el escenario de la guerra civil de Siria ha evolucionado hasta llegar a una situación en que la salida será negociada, y política, o no será posible. 

Trump se ve como la persona capaz de actuar como mediador entre Erdogan y las Fuerzas Democráticas Sirias aunque esas negociaciones hoy tendrían que incluir a Al Asad y a Vladimir Putin. Una mezcla de intereses y personalidades que puede llevar a una situación sin salida, excepto para los kurdosirios que se ven obligados a desplazarse y buscar un futuro en otros lugares, desde Iraq hasta Europa. 

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