El puesto de jefe de la Dotación Suní, que da acceso a 6.000 millones de dólares, está vacante

La pugna por el control de la religión en Irak protagonizada por los Hermanos Musulmanes

PHOTO/REUTERS - Una mezquita suní de Bagdad, Irak, el 4 de junio de 2019

La organización de los Hermanos Musulmanes, nacida en Egipto, aspira a expandir una agenda islamista por toda la región MENA -Middle East&North Africa-. Es conocida su actividad en países como Libia, Sudán, Túnez o Yemen; su colaboración con Turquía y Qatar; y su designación como grupo terrorista por su país natal y por otra serie de estados como Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Bahréin. Sin embargo, sus ambiciones en Irak parecen haber pasado más desapercibidas. La organización entró en suelo iraquí a principios de la década de 1940, con un programa específico denominado “Manifiesto del Partido Islámico iraquí” que fue presentado en los años 60 del siglo pasado. Sin embargo, este primer intento de penetrar en las capas de la sociedad iraquí no tuvo éxito hasta 1991, tras la invasión de Kuwait, cuando su presencia comenzó a florecer con el resurgimiento del Partido Islámico iraquí, de corte suní y con una serie de objetivos concretos: el establecimiento de un estado islámico; la defensa del pluralismo siempre y cuando respete el islam; la adopción de valores como la libertad, la tolerancia de diferentes opiniones y consultas (shura) para la el proceso de decisiones; y la promoción de elecciones políticas y la abstención de la violencia política, según recoge en su libro ‘La Hermandad Musulmana: génesis y desarrollo’ (2002) el experto Basim Al-Azami. 

En 2003, después de la invasión de Estados Unidos, consiguió posicionarse como una fuerza efectiva en la escena política iraquí, llegando a ser en la actualidad el mayor partido político islamista suní del país. Y como tal, siguiendo los preceptos de los Hermanos Musulmanes, ansía tener una influencia cada vez mayor entre el pueblo iraquí, para lo que necesita controlar la religión y, en concreto, la Oficina de la Dotación Suní de Irak, una administración creada por el Consejo de Gobierno tras la caída de Saddam Hussein en el año 2003. Esta entidad, como explica el analista Hamman Latif en The Arab Weekly, “no es solo una fuente financiera importante, sino una llave importante para las maniobras políticas dentro de la casa suní y en el contexto de las relaciones con los otros componentes sectarios de la sociedad iraquí y los países que los patrocinan, incluidos Irán, Turquía y Qatar”.

Clérigos en una conferencia de prensa de la Oficina de Dotación Suní de Irak

El último jefe del “Diwan de Sunni Endowments”, como se conoce en inglés, Abdul Latif Al Hemyem, abandonó el cargo en “circunstancias misteriosas” este mes de febrero, siendo reemplazado por el subsecretario Saad Kambash, quien desempeña actualmente esa labor en funciones.

En una de sus últimas acciones, Kambash se reunió el pasado 10 de junio con el presidente del país, Barham Saleh, quien subrayó la “importancia de promover valores de tolerancia y cohesión entre el pueblo iraquí, así como abordar el extremismo y la radicalización, con miras a crear una generación que sea consciente de sus deberes y capaz de asumir la responsabilidad”, según recogió un comunicado de la Oficina de la Presidencia. El mandatario iraquí también le recordó al jefe interino del Diwan “el importante papel que desempeñan los líderes para proteger la cohesión nacional y la coexistencia pacífica entre los componentes de la sociedad iraquí”. 

El puesto, por lo tanto, sigue estando vacante a la espera de que el primer ministro Mustafa Al-Kazemi designe al nuevo dirigente, y la lucha por conseguirlo entre las distintas facciones iraquíes de los Hermanos Musulmanes, y de los círculos sunitas del país, se ha recrudecido. Pero, ¿qué significa detentar esa posición? De acuerdo con Latif, “la posición del jefe del Diwan of Sunni Endowments es funcionalmente equivalente a la de un ministro, con la diferencia de que quien se siena en esa silla administra un tremendo imperio financiero […] ya que controla los ingresos generados por miles de santuarios religiosos en todo el país, a los que los visitantes donan millones de dólares anualmente, así como una gran cantidad de bienes inmobiliarios, tierras arrendadas y activos de inversión”. Según The Arab Weekly, los ingresos de la Oficina se estiman en alrededor de 6.000 millones de dólares al año.

El expresidente de la Dotación Suní iraquí, Abdul Latif Al Hemyem, en la mezquita Hajj Diab al-Iraqi en Mosul, Irak, el 10 de febrero de 2017
¿Quiénes se disputan el puesto?

Latif ofrece en dicha publicación una radiografía de los principales candidatos a la carrera de jefe del Diwan, que “está enfrentando a las diversas alas del Partido Islámico iraquí”, puesto que los aspirantes pertenecen a diferentes ramas de la Hermandad Musulmana en Irak. 

El primer candidato es el propio secretario general del Partido Islámico, Rashid Al-Azzawi, que cuenta con el apoyo de los partidos chiíes vinculados a Irán, a los que ha estado vinculado la mayor parte de su trayectoria.

Otro aspirante es Salim al-Jabouri, expresidente del Parlamento iraquí entre 2014 y 2018. Originalmente, fue miembro del Partido Islámico, pero en los últimos años se retiró de la vida política de la formación junto con otro grupo de líderes, aunque sin romper su vinculación con los Hermanos Musulmanes.

Un tercer candidato, Salahuddin Fleih, que pertenece a la formación política y es sobrino del investigador principal del Consejo de Jurisprudencia, Ahmed Hassan al-Taha, se vio obligado a retirar su aplicación después de que se lanzara una campaña en su contra por presunto conflicto de intereses por la posición de su tío, que, sin embargo, habría entrado ahora él mismo en la carrera hacia el puesto en sustitución.

“Según fuentes políticas, ninguno de los candidatos para el puesto tiene ninguna ventaja política sobre los demás”, revela el analista. “Esta competencia abiertas entre las alas del Partido Islámico es una señal más de la profunda crisis que paraliza a la Hermandad en Irak […] El Diwan es la última oportunidad para que el Partido Islámico organice sus filas en el país, en medio de las expectativas de que el ala que terminará presidiendo el Diwan será la que representará a los Hermanos Musulmanes en Irak”, concluye Latif.

El expresidente del parlamento iraquí Salim al-Jabouri
Las diferentes Dotaciones de Irak

Cabe recordar, en este punto, que además de la Dotación Suní, en Irak también existen la Dotación Chií, presidida por Ghani Zghaier Atiyah; y la Dotación Cristiana, dirigida por Eng. Raad Kajeji. Los tres jefes se reunieron recientemente con el presidente, Barham Saleh, quien, ante las tensiones crecientes protagonizadas por la Hermandad, les instó a “unificar el discurso religioso y mejorar la unidad entre los componentes iraquíes para enfrentar la violencia y el extremismo”, según comunicó la Oficina de la Presidencia.

Todo ello se enmarca en un escenario convulso, vertebrado por, además de las tensiones internas en la Dotación Suní, la falta de apoyo de Turquía a la Hermandad iraquí, a diferencia de otros países como Siria, Libia o Yemen. “Su estrategia para infiltrarse en Irak difiere debido a la ausencia de una rama fuerte de la Hermandad en la que se pueda confiar”, aludiendo al Partido Islámico iraquí, que no ha podido jugar un papel clave en la formación de los gobiernos iraquíes “debido a la fuerte hegemonía de los partidos chiíes respaldados por Irán y su monopolio de las instituciones estatales”, explican desde The Arab Weekly.

Otro factor que define el complejo tablero es la confrontación abierta entre suníes y chiíes, que se intensificó el año pasado. Cabe recordar, en este punto, que, durante el mes de junio de 2019, las autoridades chiíes comenzaron a buscar “hacerse cargo formalmente de las tierras y propiedades estatales que, según dicen, son históricamente chiíes”, algo que “indignó” a los funcionarios suníes, puesto que los “grupos chiíes iraquíes estaban tratando de profundizar su control en áreas estratégicas suníes”, según informó entonces el analista John Davison en la agencia Reuters. El objetivo “oculto” de este movimiento, de acuerdo con el experto, era facilitarle un “corredor estratégico” a Irán, que buscaba compensar las sanciones económicas de Estados Unidos. Así, y como ha sucedido en reiteradas ocasiones durante los últimos meses, Irak vuelve a convertirse en el campo de batalla del enfrentamiento entre las dos superpotencias, Washington y Teherán, cuyos intereses han penetrado en todas las capas del pueblo iraquí, llegando hasta la religión.

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