Solo Alemania ha contenido su deuda en el 60% del PIB, mientras en Japón se ha disparado hasta el 235%

La ralentización aparece con los países en los niveles de deuda más elevados de la historia

photo_camera Ralentización de la economía

La sombra de una nueva crisis planea sobre el horizonte del mundo civilizado, sin que ningún país haya logrado todavía afrontar con garantías el gran desafío derivado de la anterior recesión. Las economías avanzadas afrontan el nuevo cambio de ciclo con una deuda pública disparada y muy difícil de corregir. Unos compromisos de pago que han pulverizado los objetivos que la Unión Europea había fijado en el 60% del producto interior bruto (PIB) y que en muchos casos ronda el 100% e incluso se supera.

España se encuentra en unos niveles de alerta, pero es las cifras de Francia son similares. Italia lleva varios decenios sin lograr reducir su endeudamiento. Los años de bonanza han permitido a nuestro país contener la deuda en el 97,60% según el periodo del que se tienen cifras de todos los países, el pasado ejercicio. El caso de Francia es similar al español, con el 96,40%, mientras Italia se situaba en el 132,20%. Alemania se desmarca de esta tendencia, con un virtuoso nivel del 60,90%.

La única manera homogénea para comparar el endeudamiento de los distintos estados es el de la relación entre deuda y PIB. Esta variable representa el conjunto de productos y servicios que genera una economía en un año, con lo que una ratio de deuda del 100% supone que ese país debe una cifra equivalente a lo que su economía produce en un ejercicio.

La crisis ha causado estragos en otras economías en apariencia fuertes, como es el caso de Estados Unidos, donde el endeudamiento se encuentra situado en el 106,23%. En 2015 este endeudamiento llegó al nivel del 125% pero de esta cifra se descontó una importante suma considerada deuda intergubernamental, lo que redujo ampliamente esta ratio.

Campeón nipón

La economía japonesa es campeona del endeudamiento, con el espectacular nivel del 234,98%. El país aún no ha logrado recuperarse del estallido de la burbuja inmobiliaria de comienzos de los años noventa, que le condujo a la deflación durante varios lustros.

Los países no han resuelto sus problemas de deuda, con lo que el aspecto fiscal se ha convertido en la principal amenaza para los países desarrollados en este final de década. Y estos niveles se van a prolongar durante años, porque la crisis va a dificultar la reducción de la deuda, el numerador de la ratio deuda/PIB. Por el lado del denominador, la economía se va a estancar o contraerse, lo que tampoco contribuirá a ese descenso, sino más bien lo contrario.

El Instituto de Finanzas Internacionales ha hecho públicos hace unas semanas unos datos que producen un auténtico estremecimiento. El conjunto de los países del mundo debe, nada más y nada menos, que tres veces lo que producen sus economías en un año. Este organismo ha advertido que la política de tipos bajos seguida por los grandes bancos centrales ha alentado el crecimiento de la deuda mundial.

El mundo se ha entrampado hasta las cejas. Su deuda asciende hasta los 246 billones de dólares, lo que supone el 320% del PIB mundial. La teoría económica considera que el límite tolerable de endeudamiento debería situarse en el entorno del 100%, por lo que lo que deben las economías constituye una auténtica amenaza para el futuro.

Europa fijó en los años noventa de la anterior centuria un objetivo muy ambicioso de deuda, el 60%. El endeudamiento español superaba el nivel del 80% cuando se produjo el cambio de Gobierno en el año 96 y la tarea se consiguió hasta que unos niveles que parecen ahora virtuosos, por debajo del 35% en el año 2008. Con la óptica actual, parece que fue hace siglos.

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