El borrador final presentado por la Unión Europea se encuentra a la espera del visto bueno de Teherán

La reactivación del acuerdo nuclear, en manos de Irán

photo_camera AFP/ ATTA KENARE - El presidente electo de Irán, Ebrahim Raisi, da su primera rueda de prensa en la capital, Teherán, el 21 de junio de 2021

Desde que el expresidente republicano, Donald Trump, abandonó el acuerdo nuclear en mayo del año 2018, los esfuerzos diplomáticos se han multiplicado con tal de conseguir una reconciliación que conduzca a cumplir el principal objetivo del Plan de Acción Integral Conjunto: frenar las ambiciones nucleares del país chií, consideradas una amenaza no solo para la región, sino para la seguridad internacional.

A pesar de que el camino para conseguir este acercamiento se ha caracterizado por ser difícil, llegando incluso a mantener las conversaciones sobre el acuerdo totalmente paralizadas, la Unión Europea presentó lo que ha tildado como “el texto definitivo” que recogería todas las condiciones y clausulas que los países signatarios deben incluir, incluyendo, entre ellos, a Estados Unidos y a Irán. 

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Como respuesta a la propuesta europea, funcionarios estadounidenses han indicado que “Estados Unidos está listo para concluir rápidamente el acuerdo” y que el texto de la Unión Europea “es la única base posible” para conseguirlo. En este contexto, el resto de los países integrantes -Alemania, Francia, Reino Unido, Rusia y China – se han mostrado a favor del plan europeo, a excepción de uno: Irán. A pesar de que el texto de la Unión Europea ha propiciado un acercamiento entre las partes, por el momento esto no quiere decir que Teherán esté dispuesto a firmarlo.

De hecho, son muchos los que se han mostrado escépticos sobre la posible firma iraní. Ni siquiera Estados Unidos se muestra convencido de que Teherán vaya a dar luz verde al Plan. A pesar de que el documento todavía no se ha hecho público, el simple hecho de que, en el marco de la reciente gira diplomática del presidente estadounidense, Joe Biden, por Oriente Medio reiterase en Israel que las Guardias Revolucionarias iranís seguirían siendo para Washington un grupo terrorista se aleja, todavía más, de las condiciones emitidas por Teherán para llegar a un entendimiento.

Y es que, para Irán, el hecho de que Estados Unidos considere a la Guardia Revolucionaria como un grupo terrorista supone atravesar una línea roja que el país chií no está dispuesto a pasar por alto. Entre otras cuestiones, para Irán también es sumamente importante que la Agencia Internacional de la Energía (IEA) cese las investigaciones sobre los hallazgos de uranio enriquecido en tres territorios israelís no reconocidos. 

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Para el analista y especialista en Oriente Medio, Daniel Bashandeh, Irán estaría tratando de negociar desde la ambigüedad con el fin de “ganar tiempo” ya que Teherán “puede retrasar sus objetivos, pero no eliminarlos”. Con estos objetivos, Bashandeh se refiere a las aspiraciones iranís por fabricar una bomba nuclear, algo que “ha afirmado en múltiples ocasiones (…) y que puede hacer porque la parte más difícil, es decir conseguir el uranio enriquecido, ya lo tienen”.

De hecho, desde que Biden se negó a eliminar a la Guardia Revolucionaria como organización terrorista, Irán decidió instalar nueve centrifugadoras avanzadas en lugares subterráneos que habrían conseguido enriquecer uranio al 60%, una cantidad que está lejos de emplearse únicamente para usos civiles.

Por otro lado, Bashandeh señala que, a pesar de que parece que la presión internacional está sobre Irán, “al Gobierno de Joe Biden es al que más le podría interesar volver al acuerdo porque se está jugando mucho”, incluyendo “el apoyo popular”. 

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Afirma que en esta “calma tensa”, uno de los principales objetivos de Irán -sí firma el acuerdo- es “que se le trate en igualdad de condiciones que a Estados Unidos”, algo que está lejos de escenificarse. Además, el hecho de que Rusia y China formen parte del Plan juega un factor clave en la propia geopolítica regional. Para empezar y de darse finalmente el acuerdo, Estados Unidos debería firman un nuevo Plan con Rusia y China en un escenario muy diferente al del 2015 y, para continuar, Washington conoce la influencia que ahora mismo tanto Pekín como Moscú tienen en Irán, por lo que sería una nueva forma de reducir ambas influencias.

En este sentido, Bashandeh resalta la importancia del acuerdo comercial que Irán mantiene con China, lo que sería un “acuerdo estratégico que reforzaría la cooperación económica y política entre ambos”. A esto cabe sumarle las continuadas visitas a Irán que han protagonizado diferentes funcionarios rusos, incluyendo la reciente visita del presidente ruso, Vladimir Putin, al país en lo que sería su primera visita fuera de Rusia desde la invasión rusa sobre Ucrania. 

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Junto a esto, China ha jugado un papel fundamental a la hora de aliviar a Irán de las sanciones económicas impuestas desde Estados Unidos ya que las compras de petróleo se han ido sucediendo, a pesar de que la compra de productos chinos se ha mantenido de manera constante, sin percibir apenas mayores cambios. Además, ahora, con la crisis energética propiciada por el conflicto ruso-ucraniano, Irán podría tener un comodín como país que pueda proveer de petróleo en un momento en el que los precios se han mantenido al alza.

Teniendo en cuenta estos factores, el acuerdo nuclear va más allá de los propios intereses de frenar a Irán de ser una potencia nuclear. Como en muchas otras situaciones, Estados Unidos, China e incluso Rusia se juegan mucho como países influyentes en la región con la firma del acuerdo, por no hablar del hecho de que en estos cuatro años y en lo que ha sido una negociación tumultuosa, Irán ha seguido haciéndose con uranio enriquecido, lo que no le ha desviado de su camino por fabricar una bomba nuclear, algo que ha negado sistemáticamente. 

Coordinador de América: José Antonio Sierra. 

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