La medida de veto armamentístico fue dispuesta por la Organización de Naciones Unidas y ha sido infringida por tres compañías de Turquía, Jordania y Kazajistán y por dos personas libias

La Unión Europea sanciona a tres empresas por violar el embargo de armas a Libia

AFP/MAHMUD TURKIA - Combatientes de un grupo armado de Misrata leal al Gobierno libio de Acuerdo Nacional preparan su munición antes de dirigirse al frente

La Unión Europea (UE) tomó la determinación de imponer sanciones contra tres empresas de Turquía, Jordania y Kazajistán por no respetar el embargo de armas dispuesto por la Organización de Naciones Unidas (ONU) de cara a la guerra civil de Libia, según anunciaron el lunes algunos diplomáticos europeos. 

Fuentes comunitarias manifestaron que esas tres empresas, junto con dos ciudadanos libios, fueron parte activa en el proceso de entrega de material bélico a los participantes en el conflicto que asola el país norteafricano desde 2014 y que protagonizan facciones que buscan el poder tras la caída del régimen de Muamar el Gadafi en 2011. Debido a estas medidas punitivas, los activos de esas firmas en Europa quedarán congelados y ninguna empresa europea podrá mantener relaciones comerciales con estas.

Según informaciones llegadas del ámbito europeo, estas sanciones ligadas a la violación del embargo que impuso la ONU habían sido definidas el viernes a nivel de embajadores ante la UE, y este lunes fueron confirmadas por los ministros europeos de Asuntos Exteriores, reunidos en Bruselas.

Se trata de la primera vez que la UE aplica sanciones por violación de un embargo de armas, ya que hasta ahora se limitaba a secundar las decisiones de la ONU sobre el tema.

La iniciativa de Naciones Unidas para frenar la escalada armamentística en territorio libio buscaba disminuir el nivel de hostilidades en un país como Libia, sumido en el caos político y convertido en un auténtico Estado fallido. La guerra civil que padece la nación del norte de África enfrenta al Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA, por sus siglas en inglés), dirigido por el primer ministro Fayez Sarraj, contra el Ejército Nacional de Libia (LNA, por sus siglas en inglés), comandado por el mariscal Jalifa Haftar y asociado al otro Ejecutivo oriental radicado en Tobruk.

El jefe de la política exterior de la Unión Europea, Josep Borrell

Libia se ha convertido en un escenario de intereses cruzados de diversas potencias extranjeras que tienen sus propios objetivos en el territorio libio. El conflicto se ha internacionalizado y naciones foráneas intervienen a través del envío de grupos de mercenarios que apoyan a las fuerzas militares enfrentadas sobre el terreno. Por un lado, el GNA, que tiene su base en la capital de Trípoli, es sustentado por Turquía, Qatar e Italia, y es reconocido internacionalmente por la propia ONU. Mientras, el LNA es apoyado por Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Egipto (estos tres grandes rivales de Qatar), Rusia y Francia. 

Turquía toma parte a través del envío de soldados a sueldo provenientes de Siria y adscritos, según diversas fuentes, a grupos ligados en el pasado a entidades yihadistas como Daesh o Al-Qaeda. Mientras, Rusia interviene mediante el Grupo Wagner, un grupo de mercenarios profesionales muy vinculado con el Kremlin, como han apuntado también diferentes medios. 

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, selló un pacto a finales del año pasado con Fayez Sarraj para garantizar el sustento militar otomano al GNA; además de para repartir zonas económicas de gran valor en el Mediterráneo. Algo que colisionó de lleno con los intereses de Grecia y la UE, que denunciaron este acuerdo por violar las fronteras marítimas de las islas griegas. 

La participación de Turquía ha venido siendo clave porque frenó la tendencia favorable del LNA, que domina el sur y el este del país y que lanzó una ofensiva sobre el bastión del Trípoli en abril de 2019 por la cual había ganado bastante terreno, y que tenía como objetivo declarado acabar con los focos de terrorismo yihadista alojados entre las fuerzas tripolitanas. Así, tras la entrada en acción del país euroasiático, las milicias ligadas al GNA recuperaron posiciones y llegaron a amenazar incluso enclaves como Sirte o Jufra, tenidos en cuenta como líneas rojas por el vecino Egipto, que apoya a Jalifa Haftar y que llegó a advertir con la intervención de sus propias Fuerzas Armadas si se sobrepasaban esos límites. 

A pesar de todo, antes de estas sanciones decretadas por la UE, su alto representante para la Política Exterior, Josep Borrell, consideró este lunes que había razones para un "optimismo cauto" en la crisis de Libia. "Veo una razón para un optimismo cauto. Hay un impulso positivo, hay un alto el fuego, necesitamos utilizarlo", indicó Borrell a su llegada a la reunión ministros comunitarios de Exteriores, que trata la situación en Libia entre otros asuntos. Un alto el fuego que fue acordado por el GNA de Sarraj y por el otro Ejecutivo oriental de Tobruk, pero del que no se llegó a conocer el posicionamiento por parte del mariscal Haftar. 

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