El conservador rechaza la invitación rutinaria del primer ministro en funciones para ser informado sobre las actualizaciones en materia de seguridad

Lapid perfila su imagen de estadista para medirse a Netanyahu en las urnas

AFP/ EMMANUEL DUNAND - El ministro de Asuntos Exteriores israelí, Yair Lapid

El exboxeador, periodista y popular presentador televisivo, Yair Lapid, consiguió la semana pasada aquello que llevaba ambicionando durante 10 años, cuando dio el salto definitivo a la arena política israelí a lomos de su plataforma Yesh Atid (en español, Hay futuro): el cargo de primer ministro. Su relativamente rápido ascenso al poder no ha sido fácil. Durante el camino, Lapid hubo de ceder dos veces el liderazgo para mantener la credibilidad. Primero, el del partido Azul y Blanco al exgeneral Benny Gantz; después, el del Gobierno al colono Naftali Bennett, al que cuadriplicaba en número de escaños en la Knéset.

El líder centrista asumió la Jefatura del Ejecutivo un año después de tejer un Gobierno de coalición inédito en la historia hebrea. Hasta ocho partidos integraron el gabinete, desde la izquierda laborista hasta la derecha sionista, pasando por la formación árabe islamista Ra’am de Mansour Abbas, primera fuerza árabe israelí en irrumpir en las instituciones. Las divisiones en Yamina, el partido de Bennett, quebraron la mayoría parlamentaria, pero aseguraron a Lapid el cargo de primer ministro en virtud del acuerdo firmado con el antiguo aliado del ex primer ministro Benjamín Netanyahu. 

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En su primer discurso oficial como jefe de Gobierno, el centrista se dirigió a la nación con dos objetivos: perfilar su imagen de hombre de Estado y abogar por “un Israel judío, democrático, liberal, fuerte, avanzado y próspero” que pusiera punto final al extenso historial de extremismo, polarización y odio: “Creemos que, mientras se satisfagan las necesidades de seguridad, Israel es un país que busca la paz y tiende la mano a todos los pueblos de Oriente Medio, incluidos los palestinos”.

“El Estado de Israel es más grande que cualquiera de nosotros. Más importante que cualquiera de nosotros. Estuvo aquí antes que nosotros, estará aquí mucho después de nosotros. No nos pertenece solo a nosotros. Pertenece tanto a quienes lo soñaron durante miles de años en la Diáspora como a quienes aún no han nacido, a las generaciones futuras”, trasladó Lapid. “El Estado de Israel, los israelíes, son mejores. Hay un sentido e imaginación y poderes incomparable”.

El primer ministro en funciones reveló que en su oficina de la Knéset “dos cuadros cuelgan uno al lado del otro: David Ben Gurión y Menachem Begin. Dos acérrimos rivales políticos, pero también los dos primeros ministros más importantes que hemos tenido. Siempre lucharon, pero también siempre recordaron que tenían el mismo objetivo: construir el poder y la imagen moral del Estado de Israel”, e hizo un llamado a la unión: “El desacuerdo no es necesariamente algo malo siempre y cuando no socave nuestra estabilidad gubernamental y nuestra resiliencia interna”. 

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Lapid lanzó en su alocución varias críticas veladas al líder de la oposición, Benjamín ‘Bibi’ Netanyahu, el político más influyente de Israel que ha ocupado el cargo de primer ministro durante 15 años, 12 de forma ininterrumpida hasta que el Gobierno de coalición le desahució en junio de 2021. “La esfera política se ha vuelto cada vez más extrema, violenta y viciosa, arrastrando consigo a la sociedad”, remató Lapid, que se estrenó en la política institucional como ministro de Economía precisamente en un Gobierno de ‘Bibi’.

El primer ministro interino combinará el liderazgo del Ejecutivo con la cartera de Exteriores que ha venido ocupando hasta el próximo 1 de noviembre, fecha en que están fijadas las cuartas elecciones en menos de cuatro años. Ostentar el cargo hasta otoño puede ser una ventaja diferencial para Lapid de cara a los comicios. El centrista puede utilizar la baza de la institucionalidad para desbancar a Netanyahu, pero, al mismo tiempo, cuenta con escaso margen de maniobra para sacar adelante nuevas medidas en un contexto de inflación y encarecimiento del coste de vida. La situación de seguridad también es delicada como consecuencia de los recientes lances protagonizados por Israel e Irán, este último con el apoyo de sus milicias afines.

El periodo de aquí a las elecciones podría acabar haciéndose demasiado largo para Lapid si no da con la tecla. ‘Bibi’ podrá explotar el descontento social, que empieza a emerger en un contexto de crisis global y constantes amenazas a la seguridad. Por eso, el centrista trata de mantener un perfil sobrio y solvente, y proyectar de esta forma una imagen de firmeza contra Teherán y el resto de sus enemigos regionales como solía hacer el primer ministro más longevo de Israel, Netanyahu, envuelto en graves casos de corrupción por los que está siendo juzgado. 

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El camino que parece haber escogido Lapid, de 58 años, es el del consenso y la moderación, como viene siendo habitual en su trayectoria. El escenario poselectoral podría obligar a uno y otro candidato a formar mayorías inusitadas con bloques poco frecuentes al calor del dilatado bloqueo político que experimenta el país, como el que provocó la formación del último Gobierno. La divisiva figura de Netanyahu puede ser determinante para una eventual victoria del primer ministro interino, que podría sumar los apoyos de la facción anti-‘Bibi’.

La marcada rivalidad, sin embargo, no ha impedido que el centrista haya extendido una invitación formal por correspondencia al todavía jefe de la oposición para compartir la información de inteligencia recabada por el Mossad y las fuerzas de seguridad: “De acuerdo con la Ley de la Knéset (Parlamento), me gustaría invitarle lo antes posible a una reunión de actualización sobre los asuntos nacionales que están en la agenda”. Pero el entorno de ‘Bibi’ rechazó de plano la propuesta.

El portavoz de Likud, la formación política del líder conservador, trasladó que el ex primer ministro quería obtener las actualizaciones de seguridad legalmente exigidas del secretario militar de Lapid, pero sin contar con su presencia para “evitar que la sesión informativa sobre seguridad se convierta en una herramienta política antes de las elecciones”. Los analistas apuntan que el trasfondo de la decisión responde a las preocupaciones de imagen de ‘Bibi’, que no quiere ser fotografiado con Lapid desde una posición de inferioridad.

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