El fiscal general, respaldado por Hezbolá, ha puesto en libertad a todos los detenidos por la investigación de la explosión de Beirut

Líbano perpetúa su crisis: golpe judicial y desplome de su moneda en menos de una semana

photo_camera PHOTO/AFP - Familiares llevan retratos de las víctimas de la explosión del puerto de Beirut en 2020, mientras protestan frente a la residencia del fiscal general Ghassan Oueidat en Baabda, al este de la capital, Beirut, el 25 de enero de 2023

La crisis del Líbano se recrudece cada día que pasa. Al vacío de poder tras la finalización del mandato de Michel Aoun y la crisis económica y social, se une un nuevo episodio a nivel judicial. La investigación en el marco de la explosión de Beirut que acabó con la vida de 200 personas y dejó 6.500 heridos en 2020 ha sufrido un nuevo revés. El fiscal general del Líbano, Ghassan Oueidat, ha puesto en libertad a todos los detenidos por la causa, una decisión aplaudida por Hezbolá.

La decisión del fiscal ha enfurecido a los familiares de las víctimas de la explosión que han visto obstruida esta investigación desde el día que comenzó. Los vaivenes judiciales – con importante connotación política – han generado mucha irritación en la opinión pública que pide responsabilidades. El juez encargado de la investigación, Tarek Bitar, reanudó recientemente el proceso que llevaba más de un año suspendido. La decisión de enjuiciar a personajes influyentes de la sociedad libanesa, incluido el propio Oueidat, no sentó demasiado bien en las instituciones, llevando al poder judicial a criticar públicamente al juez.

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Como contrapartida, el fiscal ha ordenado la puesta en libertad de todas las personas detenidas por esta causa, que asciende hasta las 17. La notificación de Oueidat comunica que “hemos decidido liberar, sin excepción, a todos los detenidos en el caso de la explosión del puerto de Beirut y prohibirles que viajen, poniéndoles a disposición del Consejo Judicial en caso de que éste se reúna e informando a quien sea necesario”. Esta noticia ha sido aplaudida por el representante de Hezbolá, Ibrahim al-Musawi, que califica la decisión como “un paso en el camino correcto para restaurar la confianza en los jueces después de que fuese demolido por algunos miembros del poder judicial”.

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Estas palabras de Al-Musawi van dirigidas directamente a Bitar, a quien ya acusaron de parcialidad y politización tras su intento de interrogar a algunos de los miembros del partido. La batalla del juez, no sólo con Hezbolá, sino con todo el parlamento libanés ha entorpecido la investigación que, dos años y medio después, no avanza. Tarek Bitar pidió al anterior parlamento que se levantase la inmunidad de los exministros afiliados a Hezbolá “en preparación para el enjuiciamiento e iniciación de proceso en su contra” por probable “delito de intento de homicidio y negligencia”.

Según el juez, al tener conocimiento de la existencia del nitrato de amonio y no tomar medidas para evitar una posible explosión – que acabó sucediendo – podría incurrir en estos delitos. No obstante, el parlamento se negó a acabar con la inmunidad de los exministros y no pudieron ser interrogados. Como tampoco se pudo interrogar a los agentes de seguridad debido a la negativa del Ministerio del Interior. Además, las fuerzas de seguridad del Estado se negaron a ejecutar las órdenes de detención, un capítulo más de lo que los observadores catalogan como cultura de la “impunidad” a la que ha estado vinculada el Líbano históricamente.

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La reiterada intromisión política en el proceso judicial lleva tiempo agotando la paciencia de las víctimas que protestan en las calles pidiendo un proceso justo y transparente. Pero todo parece indicar que sus peticiones son más cercanas a una utopía que a un futuro próximo. La puesta en libertad de los detenidos refleja que la intención por depurar responsabilidades es inexistente y que la investigación, a pesar de reanudarse tras un año de suspensión, va a continuar obstaculizada como ya lo estaba antes de paralizarse. Con ello, se agudiza una crisis que sigue a la económica y social que atraviesa el país.

Se desploma la libra libanesa

Desde que comenzó la crisis financiera en el Líbano, la libra libanesa ha perdido el 97% de su valor, experimentando una fuerte caída la última semana. En menos de siete días, la moneda ha perdido un 13% de su valor, alcanzando un cambio de 57.000 libras el dólar el miércoles por la mañana. Esta nueva caída ha provocado nuevas protestas por parte de una sociedad que está sufriendo desde que el país comenzó a sufrir la escasez de dólares. Según informó la Agencia Nacional de Noticias del Líbano, los manifestantes bloquearon varias carreteras en todo el país.

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Más del 80% de la población libanesa se encuentra por debajo del umbral de la pobreza, dato empeorado notablemente por la exponencial subida de la inflación durante el último año. Sólo en 2022, la inflación creció un 171%, uno de los datos más altos de las últimas cuatro décadas, según las cifras de la Administración Central de Estadísticas publicadas este mes. A esto hay que añadir los nuevos precios del combustible anunciados por el Ministerio de Energía, provocando un cierre masivo de gasolineras y largas colas en las pocas que sí abrieron con normalidad.

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