El primer ministro interino, Abdel Hamid Dbeibé, llama al consenso para fijar la celebración de elecciones generales

Libia se asoma de nuevo al abismo

PHOTO/AP - El primer ministro designado Abdul Hamid Mohammed Dbeibah, durante una conferencia de prensa el jueves 25 de febrero de 2021 en Trípoli, Libia

Libia se asoma al abismo un año después del aterrizaje en la jefatura del Gobierno del desconocido empresario de Misrata, Abdul Hamid Dbeibé. Designado por el Foro de Diálogo Político Libio (FDPL) tras un alto el fuego y meses de intensas negociaciones en el marco de Naciones Unidas, el primer ministro interino llegó al poder con la misión de celebrar elecciones generales antes de finales de 2021 para encarrilar la transición. Pero la incapacidad a la hora de establecer su autoridad desembocó en una nueva fractura institucional.

Dbeibé ha advertido esta semana del posible estallido de una nueva guerra civil en Liba como la que vivió el país en 2014, tres años después del derrocamiento del excéntrico dictador Muamar Gadafi en el marco de las Primaveras Árabes. El surgimiento de una nueva administración paralela en el este, encabezada por el exministro del Interior del Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA, por sus siglas en inglés) –auspiciado en 2015 por la ONU–, Fathi Bashaga, desafía el control de un cada vez más cuestionado primer ministro en funciones.

Dbeibé exigió en su lugar abrir un nuevo proceso de diálogo nacional para fijar una hoja de ruta consensuada con el objetivo de celebrar los comicios, previstos en principio para finales de 2021. “Necesitamos sentarnos y discutir una base constitucional de consenso que lleve a unas elecciones reales esta vez”, trasladó el primer ministro de unidad. “No podemos ser parte de una nueva guerra entre libios. No más guerras”, sentenció ante la creciente polarización institucional.

Bashaga Saleh

En esta ocasión, Dbeibé ha presentado una propuesta en firme, un calendario con plazos fijados que encauce la celebración electoral.

El movimiento del primer todavía ministro responde a las recientes declaraciones formuladas por el presidente de la Cámara de Representantes, Aguila Salé, quien puso de relieve el control de la capital, Trípoli, ejercido por las milicias favorables a Dbeibé. Según Salé, la única forma de entrar en la ciudad pasa por recibir el permiso de los grupos armados o, en su defecto, iniciar un conflicto. Hace unas semanas, Bashaga se vio obligado a abandonar la ciudad provocara un conato de violencia entre milicias.

El Parlamento del este, presidido por Salé, dio por finalizado el mandato de Dbeibé por haber incumplido su compromiso electoral y eligió en febrero a Bashaga como nuevo primer ministro a pesar de haber suscrito un acuerdo apenas un año antes en el marco de la ONU. Dbeibé, por su parte, calificó de “ilegítima” la votación y prometió aferrarse al poder.

En este período, el Gobierno de Unidad Nacional (GNU, por sus siglas en inglés) ha cerrado filas con Dbeibé, quien hizo público hace unas semanas que barajaba la celebración de elecciones legislativas para este mes de junio, precedidas por la emisión de un referéndum constitucional necesario para definir la nueva arquitectura legal del país. Pero el jefe de Gobierno no ha hecho avances en esta dirección, exacerbando las tensiones políticas.

Fathi Bashaga

Ante la apariencia de debilidad, Bashaga viene dando pasos firmes en plena crisis de crisis de combustible provocada por la inestabilidad del sector energético, una escasez de suministro que se produce en un país rico en petróleo. En este sentido, el primer ministro del Ejecutivo paralelo trató de escenificar la semana pasada junto a Aguila Salé su autoridad en Sirte –la región natal de Gadafi, misma ciudad en que fue asesinado por los insurgentes–, hoy copada por mercenarios del Grupo Wagner.

“Trípoli es la capital de Libia y ningún Gobierno puede trabajar desde otras ciudades. Rechazamos que Sirte sea la sede del gobierno, ya que es insegura e imparcial debido a la presencia del Grupo Wagner. Tememos la guerra y no creemos que el gobierno de Fathi Bashagha se quede en Sirte por mucho tiempo. La solución está en abordar el estancamiento porque los combates siguen siendo una amenaza”, declaró el presidente del Consejo de Estado Superior de Libia y jefe de Estado en funciones, Khalid Almishri.

Sin embargo, Bashaga no ha sido capaz de establecer su control en la capital, ni tampoco ser reconocido por la comunidad internacional. Aunque su desafío ha conseguido devolver al país la dualidad administrativa imperante durante la contienda fratricida.

Gobierno Sirte

El que fuera instructor de aviones de combate e integrante del Ejército del Aire libio durante más de 9 años y miembro destacado del Consejo Militar situado al frente del Estado tras la caída en 2011 de Gadafi ha asegurado haber mantenido una serie de conversaciones con altos funcionarios del Departamento de Estado de Estados Unidos que dirige Antony Blinken sin aportar más detalles. “Nuestro enfoque sigue siendo el de las soluciones pacíficas y la renuncia a la violencia, además de la construcción de un camino creíble para las elecciones presidenciales y parlamentarias libres y transparentes en Libia”, tuiteó Bashaga.

El ministro de Exteriores del Gobierno paralelo, Hafez Kaddour, hasta hace unos meses embajador libio ante la Unión Europea, ha enviado un mensaje en que exhortaba a las legaciones diplomáticas, Consulados y Embajadas del país en el extranjero a romper lazos con el “ilegítimo” Ejecutivo de Unidad Nacional comandado por Dbeibé. Bashaga es consciente de que necesita legitimidad del exterior, por el momento del lado del primer ministro en funciones, para arrebatarle el poder a nivel nacional.

El limbo político en que se encuentra la vasta nación norteafricana ha traído consigo un preocupante resurgimiento del Daesh, cuyas actividades habían disminuido en los últimos meses.

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