La población en este caso se identifica más con su etnia que con el Estado como tal

Los desafíos de las sociedades heterogéneas para la construcción de una paz en el Sahel: el caso de Mali

photo_camera AFP/AMARCO LONGARI - Un soldado togolés con la MINUSMA (Misión Integrada de Estabilización Multidimensional de las Naciones Unidas en Malí) patrulla en el mercado de Sofara, en la región Dogon de Malí central, el 2 de julio de 2019

Los Estados del Sahel se caracterizan por tener unas sociedades que son étnica y religiosamente heterogéneas, lo que dificultan su gobernanza. Los problemas de las sociedades heterogéneas son característicos en África, teniendo claros ejemplos de conflictos étnicos y religiosos en Nigeria, República Centroafricana y Sudán/Sudán del Sur, pero otros ejemplos como Líbano y Yugoslavia muestran cómo los problemas de cohesión social existen en la mayoría de los Estados heterogéneos independientemente del continente.

En Estados tan jóvenes, donde todavía el proyecto del Estado-nación no se ha terminado de consolidar, la población se identifica más con su etnia, tribu o líder religioso y no necesariamente con sus líderes políticos. Consideran que sus comunidades han existido antes de la colonización, durante y después. Aunque el Estado estuviera gobernado por unos o por otros, llamándolo de una manera o de otra diferente, la comunidad se ha mantenido a pesar de todos esos cambios. Para ilustrar los desafíos de las sociedades heterogéneas, se analizará el caso de Mali, en particular, pero es importante entender que los problemas son compartidos por otros Estados de la región del Sahel, como Burkina Faso y Níger. 

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El colapso de Mali en 2013, que hasta entonces era un país que se había caracterizado por su estabilidad, puso de manifiesto la falta de cohesión social entre los distintos grupos comunitarios. Sobre todo, en el norte y en el centro del país, ya que la heterogeneidad de las poblaciones supone desafíos constantes a nivel económico, de seguridad y político. 

En el norte, los grupos tuaregs luchan por la independencia del Azawad cada diez años aproximadamente desde la independencia de Mali, siendo su última revolución la de 2012, que terminó con un golpe de Estado y la expansión del yihadismo en Mali. Incluso antes de la guerra, el Estado central prácticamente no tiene una presencia sólida en la región del norte, controlado de facto por grupos tuareg.

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Algunas tribus tuareg del norte no consideran que el proyecto nacional maliense les incluya. La cuestión tuareg y los problemas de su integración en los proyectos nacionales es compartido con otros países como Níger, pero en el caso de Mali, como la mayoría se encuentran en la parte norte y no por todo el territorio, les es más fácil reclamar su soberanía. 

Como consecuencia de las revoluciones tuareg, la población del centro de Mali ha sufrido los estragos de tener una región vecina insegura, con un aumento de la criminalidad común, robo de ganado y ‘razzias’. Esta inseguridad ha impedido el correcto desarrollo de las actividades económicas de la población del centro de Mali, especialmente de los pastores nómadas que tenían que pasar por regiones controladas por los grupos tuareg, como la ruta de trashumancia desde Karéri a Niafunké. 

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La población del centro ha tenido un rol relativamente pacífico en el transcurso de las revoluciones tuareg, incluso apoyando al Estado maliense en el caso de la rebelión de los años 90. Aun así, dicha región ha sido, según sus habitantes, olvidada por el Estado.

La última revolución tuareg impactó particularmente al centro de Mali, aun así, en los Acuerdos de Paz de Argel de 2015, que pusieron fin a la revolución del norte, no se hizo ninguna mención al centro de Mali, ni se incluyó a ningún representante, ni a ningún grupo armado, ni se abordó la cuestión de la radicalización yihadista que ya comenzaba a ser un problema en la región de Macina. La falta de inclusión de ciertas comunidades en los procesos de paz provoca que no se sientan representadas. 

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La región del centro de Mali es una de las más diversas étnicamente, conteniendo la mitad de las etnias del país y la mayoría de los sistemas de producción: agricultura sedentaria, pastoreo, pesca sedentaria, y agropastoreo. En una zona con tanta diversidad étnica, aparecen conflictos relacionados con la competición entre las comunidades para la repartición de los recursos naturales necesarios para sus sistemas económicos. Entre las tensiones intercomunitarias más comunes se encuentran: la mala repartición de las tierras, las tensiones por el uso del agua, el robo de bienes y de ganado y el deterioro de los cultivos por causa de los animales trashumantes.

En una de las regiones donde mayor conflicto interétnico hay es la planicie del delta del Níger (en el centro de Mali), conocida como país Dogon, donde las tensiones entre las comunidades de peul y dogon son una causa de conflictividad en la región. Los dogones se dedican mayoritariamente a la caza o la agricultura. A causa del cambio climático, las tierras que antes se utilizaban para la agricultura están demasiado erosionadas y los dogones tienen que descender hasta las planicies del país Dogon que es donde los pastores peul llevan normalmente sus animales. Esta situación causa tensiones entre las comunidades, sobre todo cuando el ganado de las comunidades nómadas Peul destroza el terreno en el que los dogones están cultivando.

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Por otro lado, a parte de las condiciones climatológicas, con un crecimiento demográfico marcado por la alta tasa de natalidad de seis hijos por mujer, las tensiones intercomunitarias aumentan al ser más habitantes para menos territorio y recursos. Con la llegada de armas a la región provenientes del norte de Mali y el aumento de la criminalidad común, las controversias entre comunidades que antes se arreglaban de manera pacífica, por los consejos tradicionales de ancianos del pueblo, ahora se solucionan con armas. 

Los ejemplos de tensiones entre grupos tuareg, peul y dogon representan las dificultades intrínsecas de los Estados con sociedades tan heterogéneas, en las que conviven distintas comunidades, cada una con sus costumbres sociales, jurídicas y sus modelos económicos. A nivel nacional, ser capaz de representar dicha diversidad en las estructuras, es complejo, siempre hay un grupo que considera que sus intereses no se sienten representados.

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Por otro lado, el hecho de que algunos políticos y militares sean leales en primer lugar a sus comunidades y a sus jefes tradicionales pone de manifiesto la falta de cohesión social y de acuerdo en el proyecto de Estado que es Mali. Como todos los Estados del mundo, las fronteras del Estado maliense fueron definidas por un conjunto de personas en un momento histórico determinado, pero no son inamovibles.

El Estado es una entidad de razón creada por una sociedad que puede cambiar de opinión si deja de considerar que ese proyecto es el suyo. Algunos grupos tuareg tienen esto muy claro desde las revoluciones de los años 60. 

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Por todo ello, independientemente de la coyuntura actual con el golpe de Estado y con los problemas de terrorismo yihadista, es imprescindible tener en cuenta los desafíos intrínsecos de las sociedades heterogéneas para restablecer una paz duradera.

Enfrentarse a este problema estructural puede significar cuestionar el modelo de Estado y el funcionamiento de sus estructuras para que correspondan con lo que la sociedad maliense necesita. Sólo de esta manera se podrá crear una identidad nacional que dure en el tiempo. 

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