Los desafíos económicos de la región MENA ante la invasión rusa sobre Ucrania
La región MENA (Oriente Medio y Norte de África) afronta una serie de importantes desafíos económicos y sociales como consecuencia de las secuelas de la pandemia de la COVID-19 y el actual conflicto ucraniano. Aunque la perspectiva económica para la región es generalmente “positiva”, en palabras del ministro de Finanzas de Arabia Saudí, Mohammed Al-Jadaan, no todos los países que conforman la región van a experimentar el mismo crecimiento económico ni con la misma rapidez.
Así, Al-Jaadan declaró en un panel en el Foro Económico Mundial (WEF) que, a pesar de que las perspectivas económicas a medio plazo eran “muy positivas”, lo que podría “encajar en un país, o los desafíos que enfrenta, podrían no ser los mismos en otro” por lo que habría que tener “cuidado de no tomar a MENA como un solo bloque”, aunque existan “muchas ventajas y desafíos comunes”.
Señala que, aunque los desafíos se encuentran en todo el mundo, “en ciertas áreas de la región MENA son más serios”. Explica que “la seguridad energética, impulsada por la recuperación posterior a la pandemia, los desafíos de la cadena de suministro y ahora la seguridad alimentaria también es otro problema grave, nuevamente alimentado por la situación geopolítica”.
Entre estos retos destaca el hecho de que la región MENA alberga una de las crisis humanitarias y de refugiados más importantes a nivel mundial. Con la guerra de Ucrania, esta problemática se ha visto todavía más agravada, sobre todo en lo que respecta al suministro de los alimentos. Y es que países que conforman la región como Egipto, Líbano, Siria, Yemen, Jordania o Palestina, países que ya de por sí afrontan diferentes crisis, además de la inflación, importan el 50% del trigo por parte de Rusia.
Algunos ya están atravesando niveles severos de hambruna, situación que podría empeorar ya que la interrupción de las importaciones del grano de trigo corre el riesgo de exacerbar la inseguridad alimentaria, especialmente en aquellos países que atraviesan conflictos internos severos.
En este contexto, la directora regional de la organización CARE MENA, Nirvana Shawki, afirmó que “los precios del trigo se han disparado de una manera sin precedentes desde el comienzo de la crisis en Ucrania. La guerra está llegando a las costas de MENA en forma de hambre. La gente está pasando hambre por el conflicto y la violencia; por la desigualdad; por los impactos del cambio climático; por la pérdida de tierras, empleos o perspectivas; por una lucha contra el COVID-19; y un conflicto a miles de kilómetros de ellos que los ha dejado aún más atrás”.
Egipto, subida de precios
El país egipcio podría sufrir una importante crisis alimentaria en cuanto al suministro del trigo como consecuencia directa de la invasión de Rusia sobre Ucrania debido a que estos dos países son los mayores proveedores de trigo en Egipto. El país, con una población de 102,3 millones de habitantes, necesita alrededor de 18 millones toneladas de trigo al año para suplir a todos los habitantes, una cifra que se habría visto reducida desde el inicio del conflicto en Ucrania.
Así, desde el primer día de la invasión, el precio del trigo ha aumentado en un 44% solo en la primera semana mientras que el aceite de girasol sufrió un alza de un 32%. Estas cifras se producen en un país en el que su población consume 150/180 kilos de pan per capita de forma anual. Estos datos son significativamente superiores al promedio mundial, que se sitúa en torno a los 70/80 kilos anuales.
De esta forma, la provisión de trigo y por ende de pan, hace que el suministro de este para la población egipcia sea un componente esencial que influye en la estabilidad política del país.
Aunque ciudadanos egipcios como Mohamed Abdalhamid todavía no han notado la escasez del trigo e indican que “el suministro de pan sigue siendo suficiente” sí que denuncian una “importante subida de los precios en general” y señalan que “el precio de la libra se ha devaluado hace un mes en cuanto al euro y al dólar en una media de dos libras más”.
Líbano, escasez en las reservas de trigo
A la crisis política, la debacle económica, la pandemia de la COVID y la crisis social, la escasez de alimentos no ha tardado en golpear al país libanés. Este país, que alberga además de dos millones de libaneses, un millón de refugiados sirios y palestinos que ya sufren de por sí una importante crisis alimentaria.
Y es que El Líbano mantiene, al igual que Egipto, una importante dependencia de Ucrania y Rusia respecto al suministro del trigo, un total del 66% seguido de un 12% de trigo ruso. Junto a esto, la capacidad de almacenamiento de reservas es solo del 50%, ya que la reserva de cereales del país resultó gravemente dañada por la explosión de Beirut del 4 de agosto del año 2020.
Así, el director del CARE Líbano, Bujar Hoxha, afirmó que “el racionamiento de pan comenzó hace unos días. El precio de una bolsa de pan ha aumentado en un 20% en cuestión de pocos días y ahora Líbano tiene solo tres semanas de reserva de trigo”.
Siria, con las secuelas de un conflicto inhumano
Siria sigue sufriendo las consecuencias de la guerra civil, un conflicto interno que acabó convirtiéndose en una contienda internacional y que trajo consigo una de las crisis humanitarias más graves de nuestro siglo, llegando a desplazar a 12 millones de personas.
En la actualidad, y tres años después del fin de la guerra, más del 65% de la población necesita asistencia humanitaria. Ahora, la guerra de Ucrania ha provocado una subida de los precios a niveles récord mientras que la población sigue perdiendo los medios de subsistencia de las familias sirias.
De acuerdo con organizaciones humanitarias ubicadas en siria “la gente hace cola durante horas para conseguir pan y todavía siguen intentando recuperarse de las heridas de la guerra”, en un momento en que se espera que exista una importante oleada de falta de alimentos en la zona.
Yemen, enquistado en una de las peores guerras civiles
A la ya de por si guerra enquistada que atraviesa el país, con todas las crisis que conllevan de por sí el propio conflicto, el país yemení atraviesa una de las peores crisis humanitarias a nivel mundial. De acuerdo con el Informe de Clasificación Integrada de Fases de Seguridad Alimentaria (IPC), alrededor de 31.000 personas viven con niveles de extrema hambruna.
Al disparo de los pecios, las necesidades humanitarias siguen aumentando de manera exponencial en un escenario que no es nuevo para la población yemení después de ocho años de guerra civil, que, de la misma forma que ocurrió en Siria, se ha convertido en un conflicto de carácter internacional donde distintas potencias se disputan sus propios intereses.
