Un emprendedor norteamericano y otro británico tienen sendos tropiezos en 48 horas, pero volverán a intentarlo ante la atenta mirada de Donald Trump

Los multimillonarios Elon Musk y Richard Branson ven frenadas sus incursiones espaciales

PHOTO/NASA-Bill Ingalls - El presidente Donald Trump y su esposa Melania abandonan el Centro Espacial Kennedy tras el anuncio del retraso del despegue por causas atmosféricas

Las condiciones atmosféricas desfavorables y no el coronavirus COVID-19 han sido la causa por la que la Administración Nacional de la Aeronáutica y el Espacio (NASA) ha tenido que abortar su lanzamiento espacial más importante de los últimos 9 años. La secuencia regresiva que debía dar luz verde al encendido de los motores del cohete Falcón 9 con la capsula espacial tripulada Dragón en su parte superior tuvo que detenerse a últimas horas de la tarde del miércoles, 27 de mayo, cuando faltaban 16 minutos para su despegue, echando por tierra el programado primer viaje de una astronave norteamericana rumbo a la Estación Espacial Internacional (ISS) después de 2011.

El director del vuelo suspendió la cuenta atrás debido a las condiciones meteorológicas adversas y al peligro de que un rayo pudiera impactar en el extremo superior del lanzador y provocara un desastre. Nubes bajas, baja visibilidad y lluvia fueron la tónica dominante durante la jornada, lo que ha obligado a volver a intentarlo el sábado, 30 de mayo, a las 21:22, hora peninsular española, de acuerdo con la mecánica orbital que rige el movimiento del complejo espacial situado a cerca de 400 kilómetros de altura. 

El lanzador Falcón 9 con la capsula espacial Dragón permanecen en la rampa de despegue a la espera de mejor suerte el próximo sábado, 30 de mayo

Un testigo de excepción llegado desde Washington para presenciar el histórico despegue era el presidente Donald Trump, que acompañado por su esposa Melania había llegado al Centro Espacial Kennedy una hora antes del lanzamiento, cuando los astronautas Bob Behnken y Doug Hurley ya se encontraban sentados a bordo de la astronave Dragón. El presidente tuvo tiempo de hablar con ambos y desearles “buena suerte y que Dios esté con ustedes”, y les dio ánimos diciendo que “este es un negocio peligroso, pero ustedes son los mejores que hay”.

A diferencia de Trump, el vicepresidente Mike Pence había viajaba hasta Florida con mucho mayor margen de tiempo, el suficiente para reunirse antes del vuelo con las familias de los astronautas.

Trump con expresión seria. Llegó a la base espacial una hora del despegue y hablo por teléfono con los astronautas ya sentados en la capsula Dragón. El vicepresidente Mike Pence mucho antes, y pudo departir con las familias de los astronautas
Donald Trump se marchó malhumorado

Siempre protegido con mascarilla facial, Pence también estuvo presente cuando los dos astronautas salieron del recinto en el que estaban aislados para subir a los automóviles eléctricos Tesla modelo X que les debían acercar hasta el pie de la plataforma de lanzamiento, situada a una distancia de 14 kilómetros. El multimillonario Elon Musk, fundador de PayPal, Tesla y SpaceX, esta última la compañía fabricante del cohete Falcón 9 y de la capsula Dragón, ha aprovechado la circunstancia para poner sus vehículos a disposición de la NASA.

Una vez confirmada la suspensión de la misión, Trump rehusó hacer comentarios a los medios de comunicación y se dirigió de forma inmediata al Air Force One para regresar malhumorado a Washington.

Para el emprendedor y magnate norteamericano Elon Musk el retraso no es más que un contratiempo, que confía en solventar en el próximo intento de despegue

Un contratiempo semejante le había ocurrido tan solo 48 horas antes al también multimillonario Sir Richard Branson, también envuelto en proyectos espaciales en Estados Unidos. El hombre de negocio británico había previsto para el 25 de mayo el vuelo inaugural de su proyecto Virgin Orbit, que consistía en efectuar el ensayo de su lanzador espacial llamado LauncherOne. En este caso, razones técnicas dieron al traste con la prueba, que tuvo lugar en el otro extremo del país, sobre el océano Pacífico.

Se trataba de soltar desde 10 kilómetros de altura un cohete de 20 metros de longitud y 30 toneladas desde un avión Boeing 747 Jumbo modificado, y comprobar cómo se encendían sus motores y ascendía a para colocar en órbita un supuesto satélite de unos 300 kilos a 230 kilómetros de altura.

La prueba se llevó a cabo en las inmediaciones de la isla de San Nicolás, a 91 millas ‒unos 146 kilómetros‒ de Los Ángeles, una zona que utiliza el Departamento de Defensa norteamericano para sus pruebas de sistemas de armas, aeronaves y misiles. Bautizado “Cosmic Girl” el avión de Branson despegó del puerto espacial de Mojave, en California, a últimas horas de la tarde. 

De 20 metros de longitud y 30 toneladas de peso, el LauncherOne bajo una de las alas de su avión portador, un Boeing 747-400 Jumbo denominado “Cosmic Girl”
Ocho años de trabajo que ahora están en el fondo del mar

Efectuadas todas las comprobaciones preliminares, los pilotos soltaron el cohete de que portaba debajo del ala izquierda del aparato y el motor de su primera etapa se encendió. Pero tan solo unos segundos después se apagó por causas que todavía se desconocen y, al perder impulso, el vehículo describió una parábola, se perdió y cayó al océano. 

El fallo técnico no ha hecho perder las esperanzas del hombre de negocios británico, cuyo segundo LauncherOne se encuentra a punto de concluir su fabricación y otros más están en la cadena de producción. En función de los resultados de la investigación que Richard Branson ha ordenado comenzar, los ingenieros podrán aconsejar seguir con el programa de ensayos, introducir modificaciones técnicas en el cohete o efectuar pruebas adicionales.

Soltado a 10 kilómetros de altura, tan solo unos segundos después su motor se apagó y, al perder impulso, describió una parábola y cayó al océano

El proyecto LauncherOne es una iniciativa anunciada en julio de 2012 por el Richard Branson y su compañía de turismo espacial Virgin Galactic. En un primer momento la idea soltar el cohete desde un original avión WhiteKnightTwo concebido para servir de transporte al vehículo suborbital SpaceShipTwo. Pero Virgin Galactic modificó su planeamiento inicial y en 2015 adquirió un Boeing 747 Jumbo de la aerolínea Virgin Atlantic ‒compañía propiedad del propio Branson‒, lo bautizó con el sugestivo nombre de “Cosmic Girl” y lo reacondicionó para poder fijar bajo el cohete bajo sus alas.

Para poder llevar a cabo los vuelos de prueba y operar con las bendiciones de los Departamentos de Comercio y Defensa de Estados Unidos, en marzo de 2017 estableció en Long Beach ‒estado de Florida‒ las sociedades VOX Space y Virgin Orbit. 
 

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