Las monarquías árabes reducen el gasto público en un contexto marcado por los ingentes beneficios marginales de los hidrocarburos

Los países del Golfo ponen fin a las políticas de endeudamiento

PHOTO/ARCHIVO - En las últimas décadas, Omán utilizó los ingresos del petróleo para sentar las bases para el día de hoy, promover el desarrollo humano y desarrollar muchos aspectos económicos, sociales y sectores culturales

Los países del Golfo han puesto en marcha una serie de medidas para reducir el gasto público. Después de haber cuadruplicado sus cifras de endeudamiento en los últimos ocho años como consecuencia del desplome de los precios del petróleo de 2014, un fenómeno propiciado por el exceso de oferta y la fuerte competencia entre productores, las monarquías árabes han decidido poner fin a esta etapa. 

La economía regional comenzó a recuperarse gracias a las reformas emprendidas en ese momento, pero la pandemia de COVID-19 trajo consigo un nuevo colapso del mercado energético. Estas necesidades empujaron a los distintos Gobiernos a aumentar de nuevo el techo de gasto, con consecuencias de las que solo ahora han comenzado a sobreponerse. 

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La invasión rusa de Ucrania conmocionó a los mercados energéticos. El desplazamiento de Rusia como proveedor preferente de gas y petróleo disparó los precios, beneficiando a los países productores del Golfo. Las ingentes ganancias marginales han envalentonado a las distintas monarquías árabes a recortar subvenciones o congelar el empleo en el sector público, entre otras medidas destinadas a reducir el gasto. 

Antes incluso de la guerra, países como Bahréin y Arabia Saudí habían desplegado planes económicos encaminados hacia la contracción de la inversión pública para mantener cierto equilibrio presupuestario. De hecho, las cuentas del Gobierno saudí para este curso cerraron el camino para el endeudamiento y previeron un superávit. Sin embargo, una gran parte de los países del Golfo ha registrado en este periodo un déficit presupuestario, que acabó siendo financiado por el retiro de reservas, préstamos bancarios y la emisión de bonos. La deuda regional ascendió hasta los 617.000 millones de dólares, según el Fondo Monetario Internacional (FMI). 

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Omán, por ejemplo, perdió ocho puestos en la clasificación crediticia como consecuencia del elevado endeudamiento, y registra unas cifras nada atractivas para la inversión internacional. La deuda pública del Sultanato pasó del 5% hasta superar el 70%. En respuesta, Mascate emitió bonos de deuda con el objetivo de financiar sus inversiones, una medida que, sumada al resto de reformas económicas, favorecieron su recuperación en la clasificación crediticia. 

La deuda de los países del Golfo sigue atrayendo una fuerte demanda de la inversión global. El mercado suele valorar los bonos de esta región por encima de los niveles fijados por las distintas agencias de calificación. 

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