La estrategia energética del país, dirigida a la exportación como herramienta diplomática y económica, podría verse eclipsada para el año 2033 a causa del consumo interno, advierte el ex ministro de Energía, Abdelmadjid Attar

Nuevas amenazas en el sector energético argelino

photo_camera REUTERS/LAMINE CHIKHI - Yacimiento gasístico en Argelia

Explotar el gas y los hidrocarburos “con inteligencia” e impulsar las energías renovables, aconseja Attar

No han sido muchos los países para los que la invasión rusa a Ucrania ha supuesto una oportunidad económica y comercial, pero sin duda alguna, en esta reducida lista la República argelina tiene un puesto reservado. Relegada durante años a una posición cercana al aislacionismo internacional, la progresiva apertura argelina iniciada a principios de los 2000 – apoyando una gran parte de sus relaciones internacionales sobre la base del comercio de los hidrocarburos – le valió la gradual integración en la escena mundial. Sin embargo, desde que el pasado 24 de febrero la ofensiva rusa hiciera tambalear el suministro energético (gasístico y petrolero) de una Unión Europea profundamente dependiente de Moscú, Argelia se ha convertido en uno de los países hacia donde se dirigen muchas de las miradas internacionales. 

En tanto que país subdesarrollado, productor de gas y petróleo justo a las puertas sur del continente europeo, la recién adquirida popularidad de Argel –que ha aprovechado la oportunidad para acercarse más a las potencias occidentales –, no parece deberse tanto a una estrategia diplomática y comercial profundamente planificada, como al resultado de unas circunstancias concretas. Desde comienzos de año, el país norteafricano ha visto crecer sus exportaciones por gasoducto en un 54%, y por vías marítimas del Gas Natural Licuado (GNL), un 13%.

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En este escenario, el otrora ministro de Energía y director general de Sonatrach (compañía productora estatal del país), y actual especialista internacional en el sector energético, Abdelmadjid Attar, ha criticado la estrategia de Argelia en lo relativo a la gestión de los hidrocarburos y del gas, y ha afirmado que, si el consumo interno del país continúa creciendo, mientras el Gobierno no mide sus planes de exportación ni acelera sus proyectos de energías renovables, antes de 2050 la producción del país podría alcanzar un punto de quiebre. 

De hecho, según el portal web ObservAlgerie, otros estudios han fechado el límite de la quiebra mucho antes; en el año 2028

Un consumo interno al alza

El consumo energético de los argelinos ha dibujado, a lo largo de las últimas décadas, una línea exponencialmente creciente. Algo que podría justificarse con el débil y muy gradual desarrollo del país, ya que, como explica el catedrático del Centro Politécnico Superior de Zaragoza y director del Centro de Investigación del Rendimiento de Centrales Eléctricas (CIRCE), Antonio Valero, en su artículo sobre la energía y el desarrollo social, los países no desarrollados o en vías de desarrollo “disponen, en general, de una tecnología menos eficiente y ello implica mayor gasto energético para obtener los mismos servicios. Las plantas de producción eléctrica, las cementeras, la creación de infraestructuras, la industria en general, están menos automatizadas, son más consumidoras de mano de obra poco preparada y ello conlleva menores eficiencias”. “Asumen una industria de transformación de materias primas con elevados impactos medioambientales, pero, a cambio, entran en la rueda del desarrollo”, agrega Valero.

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No obstante, según recoge el informe de Attar publicado en la revista Energy Magazine, a día de hoy son los sectores no productores económicamente, como los hogares y los servicios comunes, los que han experimentado un mayor crecimiento de la demanda energética, y es que, ya en 2019, las cifras de consumo interno alcanzaban casi los 67.000 millones de toneladas equivalentes de petróleo. Un 43% de la producción total, muy lejano al 21,8% consumido en 2007. 

Así, casi el 80% del consumo interno eléctrico y el 69% del gasístico se da en sectores que no son productores, y cerca del 70% del consumo de combustibles, en transportes por carretera de individuos o familias que no tienen un impacto económico o comercial más allá. 

Con estos datos sobre la mesa, el exministro de Energía argelino ha advertido que, para el año 2033, las reservas de gas y de hidrocarburos y el alto consumo interno no permitirán a Argel exportar, por ejemplo, más que el 10% de su producción de gas natural. Unas cifras que contrastan fuertemente con el 58% exportado en 2019, o el 80% de 1980. “Los cálculos muestran que, a partir de 2028, o como máximo 2030, habrá que empezar a escoger entre el consumo interno y la exportación, y que, a partir de 2035, o como máximo 2040, la producción nacional de gas ya no será suficiente”, decía Attar. 

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Frente a unas reservas de hidrocarburos cada vez más reducidas 

Por otro lado, a la problemática que pueda surgir de un consumo interno al alza altamente subvencionado, se suma también la merma de unas reservas de hidrocarburos que, desde mediados de la década de los 2000, no han crecido de manera reseñable. Los recursos gasísticos restantes deben ser “explotados con inteligencia”, fue el consejo de Abdelmadjid Attar para el Gobierno argelino ya en el año 2020. Y es que, si la estrategia de Argel para sanear sus cuentas es la de la apoyarse en la exportación energética hacia países que hasta ahora dependían de Rusia, Attar defiende que el país debe abandonar su apuesta exclusiva por los hidrocarburos y el gas, y virar con más fuerza hacia las energías renovables. 

Mientras el director general de Sonatrach, Toufik Hakkar, declaraba que “la producción energética aumentó, durante los primeros cinco meses de este año, en un 70%, y que los ingresos del sector se estiman en más de 21.000 millones de dólares”, lo que hacía evidente el interés del Gobierno en este sector; Attar reiteraba la “vulnerabilidad” que supone esta dependencia de las exportaciones de hidrocarburos y gas, que rozan ya el 98% de las exportaciones totales.

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A mediados de los años 90 Argelia vio cómo se renovaban gran parte de sus reservas, en especial las petroleras, pero desde la entrada en el nuevo siglo, el país norteafricano no ha registrado nuevos yacimientos importantes de crudo. Similar es la situación en lo que al gas y al resto de hidrocarburos se refiere. Un estudio sobre los yacimientos de hidrocarburos realizado en el año 2015 estimó en 4.500 millones de toneladas equivalentes de petróleo (tep) las reservas potenciales y probadas, incluyendo ya los 1.700 millones de tep en yacimientos probados y potenciales de hidrocarburos líquidos, y 2.500 millones de tep en gas natural (lo que equivale a más de 2.800.000 millones de metros cúbicos de gas natural). Unas cifras nada desdeñables, que incluyen también el muy reciente descubrimiento del pozo WOEN-2, al norte del campo Hassi Messaoud (que calcula producir más de 5.000 barriles de petróleo y unos 185.000 metros cúbicos de gas al día); y del pozo OSC-1, en la ciudad de Al Bayadh (925 barriles de petróleo y más de 6.400 metros cúbicos de gas).

Pero, mientras la curva de consumo interno siga creciendo al ritmo actual, sin ninguna clase de ahorro energético, y mientras las energías renovables no fortalezcan su producción para satisfacer tanto el aumento de demanda interno, como el externo, Argelia seguirá caminando bajo la amenaza en ciernes de la insuficiencia energética como sustento económico. Así lo ha subrayado Abdelmadjid Attar, advirtiendo sobre unas cifras de demanda –nacional e internacional– de gas natural que para 2050 alcanzarán los 6.000 millones de tep (más de 6.000.000 millones de metros cúbicos). 

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Nuevos proyectos energéticos en marcha

Sin embargo, las iniciativas comerciales de gas y crudo del país continúan adelante. La reactivación del proyecto TSGP –un gasoducto transahariano que conectará a Argelia con Níger y Nigeria – da buena cuenta de ello, y es que este gasoducto de más de 4.000 kilómetros, y con una capacidad anual de hasta 30.000 millones de metros cúbicos, conectaría algunos de los yacimientos más importantes de la región y podría, incluso, llegar a conectar a otros países como Chad o Mali. 

Por otro lado, al tiempo que las advertencias de Attar luchan por tomar voz dentro del sector energético argelino, llegan nuevas noticias sobre las decisiones de la compañía petrolera y gasística Sonatrach, antiguamente dirigida por el exministro: aumenta el precio del gas destinado a la exportación. “La revisión de los precios del gas exportado por Argelia se hace con todos sus socios ante el aumento de precio de gas mundial”, afirmó hace menos de una semana el presidente de la empresa argelina, Toufik Hakkar. 

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Esta medida, que en un principio afectará a todos los clientes internacionales de Sonatrach, repercutirá especialmente en el territorio español –uno de los principales compradores del gas argelino a través del gasoducto Medgaz –, y lo hará poco después de la suspensión unilateral del Tratado de Amistad entre Argelia y España por parte del país norteafricano. Un conflicto que tanto Italia como Alemania han aprovechado para reforzar su cooperación con Argel. 

Además de la firma de un acuerdo con la empresa italiana ENI, Hakkar anunció las negociaciones “de otros acuerdos con ambos socios”, así como el interés de nuevos socios del este de Europa que “actualmente están estudiándose”

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¿Y los proyectos de energías renovables? 

Según el exministro argelino, a partir del año 2030 serán las energías verdes, combinadas con las reservas de gas natural, las garantes de la seguridad energética del país. Pero el retraso de los planes de desarrollo de estas energías renovables está lastrando al país casi desde comienzos de la década de 2010. 

Según explicó Attar en una entrevista para Energy Magazine, los acuerdos sobre el inicio de la transición energética fueron negociados en el año 2011, e incluían más de 22.000 megavatios que en 2030 serían obtenidos a través de las fuentes solar fotovoltaica, solar térmica y eólica. Unas producciones en las que Argel refiere un importante potencial. De hecho, según un informe publicado por la Corporación Financiera Internacional del Banco Mundial, el país es uno de los territorios con mayor potencial eólico de todo el continente africano. “Pero, como el precio del barril de petróleo estaba creciendo, y los ingresos petroleros estaban, en ese momento, a un nivel más que satisfactorio, se tomó la decisión de ‘ser pacientes’”, indicó el exministro. 

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“Si a esto le sumas la crisis del petróleo de 2014 tras la caída del barril y, consecuentemente, de los medios financieros para mantener los programas, entonces se comprenderán las razones del retraso”, agregó Abdelmadjid Attar. “El Gobierno, o al menos lo actores energéticos involucrados, como son Sonatrach y Sonelgaz, deberían haber tomado una mayor iniciativa, sobre todo teniendo en cuenta los desafíos ‘futuros’ que ya estamos comenzando a enfrentar”. 

Los principales proyectos de transición energética argelinos apuntan a que la producción de energías renovables se duplique para el año 2030, por lo que el Gobierno argelino se encuentra en proceso de implementar nuevas iniciativas a través de licitaciones en el mercado internacional (Acuerdos de Compra de Energía o PPA), y con este propósito estableció el Ministerio de Transición Energética y Energías Renovables (METRE) en junio de 2020. Pero, mientras la distribución de la producción eléctrica continúe 96% a 4% entre el gas natural y el conjunto de petróleo, energía hidroeléctrica, solar y eólica; Argelia continuará caminando, advierte Attar, hacia la insuficiencia energética.

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