El ministro de Exteriores de Mali, Abdoulaye Diop, ha amenazado a Francia con recurrir a la legítima defensa en el caso de que la antigua metrópoli “continúe socavando” la soberanía de su territorio

Nuevo enfrentamiento entre Francia y Mali ante la ONU

photo_camera REUTERS/YURI KADOBNOV - El ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación Internacional de Malí, Abdoulaye Diop

El sentimiento antifrancés sigue siendo una constante en el Gobierno de facto maliense de Assimi Goita, y así lo hace demostrar todo su Ejecutivo. Hace menos de un año acusaron a Francia de actitudes neocolonialistas y terminaron rompiendo el acuerdo de defensa entre su país y el Elíseo, que se materializó en la salida gradual de las tropas francesas de Bamako. Se acabó la Operación Barkhane en Mali, pero no la deslegitimación de la presencia militar francesa en el país africano.

Esta vez, quien ha retomado de nuevo ese discurso, ha sido el ministro de exteriores maliense, Abdoulaye Diop, en el Consejo de Seguridad de la ONU celebrado este martes. “El Gobierno de Mali se reserva el derecho de recurrir a la legítima defensa, de conformidad con el artículo 51 de la Carta de Naciones Unidas, si Francia continúa socavando la soberanía de Mali, su integridad territorial y su seguridad nacional”, apuntaba Diop.

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El jefe de la diplomacia maliense fue invitado a esta cita por tratarse de la evaluación del informe trimestral del secretario general de la ONU sobre la situación en Mali. Una invitación que no desaprovechó Diop, quien llegó a acusar a París de violar su espacio aéreo y entregar armas a militares islamistas, para lo que pedía al Consejo de Seguridad una sesión “ad hoc” para demostrar las “pruebas concretas de duplicidad, espionaje y desestabilización de Mali” por parte de Francia.

Sin embargo, estas acusaciones no son nuevas. El propio Diop ya las presentó el pasado 15 de agosto durante la Asamblea General. Algo que fue también mencionado en esta última reunión acusando de “sorprendente” que el informe del secretario general “silencie la remisión de Mali en relación con los intentos de desestabilización y reiteradas violaciones del espacio aéreo por las fuerzas francesas”. Unos actos que el titular del Ministerio de Exteriores maliense calificaba como “agresión de extrema gravedad” que constituye una violación de la Carta de las Naciones Unidas y del Derecho Internacional.

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Al otro lado de estrado, el encargado de recibir estas declaraciones: Nicolas de Rivière, el embajador francés ante la ONU, quien dijo que todo ello no era sino un cúmulo de “mentiras y difamaciones”. El francés lamentó también que su país tenga que escuchar estas acusaciones cuando ha sufrido la muerte de 59 soldados muertos en el territorio de Mali, en una misión de asistencia de nueve años de duración solicitada por el propio Gobierno maliense en 2013.

Esta actitud antifrancesa reflejada en las palabras de Diop las consideraba Rivière como producto de la “situación de encrucijada” que vive hoy Mali, especialmente con el terrorismo yihadista. “La amenaza ante todo es la seguridad. Los grupos terroristas están extendiendo su alcance y cobrándose cada vez más vidas”, decía el francés, advirtiendo con ello de que la misión de la ONU en el país, la MINUSMA, es ya una “misión en peligro”.

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Este mismo lunes se produjo un ataque terrorista con un artefacto explosivo que se saldó con la vida de varios cascos azules de la MINUSMA en la región de Kidal, en el norte de Mali. Una pérdida que suma ya la cifra de 75 militares muertos desde el despliegue de la misión de la ONU en el país, algo que ha lamentado tanto Diop como Rivière.

Sin embargo, en medio de este cruce de acusaciones, había algo que reconocer por parte del embajador francés ante la ONU, y eso era “los primeros pasos” hacia una transición en el país africano después del golpe de Estado. El propio Assimi Goita presidía este martes la ceremonia de la entrega oficial del anteproyecto de Constitución de Mali.

Y es que esta celebración no obedece a otra cosa que a la fórmula de que un fortalecimiento de los gobiernos en el Sahel es un baluarte contra el terrorismo yihadista y una independencia respecto a la influencia rusa en la región. Una realidad preocupante que afecta a países vecinos como Burkina Faso tras el último golpe de Estado perpetuado por Ibrahim Traoré. 

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