L'Oeuvre d'Orient, la asociación francesa al servicio de los iglesias orientales, llega a España de mano de Casa Árabe

Pocos cristianos en Oriente Medio pero más influyentes que nunca

PHOTO/ATALAYAR - Irene Lozano, directora de Casa Árabe, presenta la ponencia en la sede de Casa Árabe

La frase que encabeza este artículo corresponde al patriarca caldeo de Bagdad, Louis Raphael Sako. La citó monseñor Pascal Gollnisch, que presentó en Casa Árabe la implantación en España de L’Oeuvre d’Orient, la asociación francesa que desde hace más de 160 años trabaja al servicio de las iglesias orientales. 

Confieso que, pese a haber visitado numerosas veces los países que componen el incandescente magma de Oriente Medio, nunca me habían ofrecido una visión tan fuera de lo común respecto de la presencia allí de los cristianos. Cuando los medios nos informan de que un misionero cristiano es asesinado en el mundo cada quince días; cuando las guerras interétnicas han hecho decrecer la población de cristianos en Irak, Siria y Líbano; cuando raro es el día que no hay un atentado contra algún templo cristiano, y en fin cuando salvo en el país de los cedros y en Israel no existe libertad religiosa, el cliché que se forja es que el cristianismo está perseguido en aquella región como nunca. 

Nada más lejos de la realidad global si es Pascal Gollnisch quién explica la geopolítica de Oriente Medio con la claridad y sutileza de los mejores analistas. “Cuando se es minoría, y los cristianos lo son, la vida no es fácil –dice-, pero no hay que confundir discriminación y violencias puntuales con persecución, que es el intento constante y sostenido de eliminar todo rastro de una determinada creencia o cultura y de quienes las practican”. 

Perdura una visión de los cristianos de oriente a través de la visión greco-latina de los mismos. Es el primer error de análisis, porque esos cristianos tienen sus raíces en la mayor proximidad a Cristo. Raíces arameas, siriacas y caldeas, de manera que no han tenido necesidad de ser evangelizadas por la cultura cristiana greco-latina. Han crecido y desarrollado sus capacidades 'interpenetrando' el ser de países que son mayoritariamente musulmanes, pero que en su inmensa mayoría les consideran también como parte integrante e inalienable de su cultura y civilización. 

Quedan, ciertamente, solo 400.000 cristianos caldeos en Irak, pero son más influyentes que nunca. Tan rotunda afirmación del patriarca de Bagdad podría parecer una reivindicación exagerada. Sako lo justifica en que quizá la palabra y acciones de esa minoría son tenidas en cuenta ahora más que nunca, sea para intentar la conformación de un gobierno en Bagdad o para el desarrollo conjunto de la reconstrucción de un país devastado por la guerra.  El propio patriarca recibió a principios de este año con toda publicidad y transparencia a una delegación de Muqtada al Sadr, el actual “hombre fuerte” de la política iraquí, reunión de la que salió un calendario político-legal para la devolución de los inmuebles –casas y terrenos-, a los legítimos propietarios cristianos a los que se les había sustraído ilegalmente, tanto por sujetos individuales como por grupos organizados.

Patrimonio, educación y salud, los tres pilares del arraigo 

La recuperación de ese patrimonio cristiano oriental es justamente uno de los principales objetivos de l’Oeuvre d’Orient, en Siria, como testimonio del arraigo y de la legitimidad de los cristianos en las comunidades orientales. 

“La inmensa mayoría de los musulmanes de estos países cree que la erradicación de los cristianos sería una tragedia y una pérdida irreparable de la cultura propia”, señala con énfasis Gollnisch, que enarbola los más de 400 centros educativos y otros tantos sanitarios, que financian educación y cuidados a  otros cinco millones de personas. La atención de los mismos no solo a los cristianos sino a los musulmanes que la precisen es el mejor modo de interrelación, cuyo fruto más visible es la tolerancia, la comprensión mutua y el trabajo conjunto para el desarrollo y la prosperidad del país. 

En su paseo por la geopolítica de la región, Gollnisch coincidió con Jumana Trad, presidente de la española Asociación para la Promoción Social, en que Líbano es sin duda el mejor laboratorio interreligioso. Ambos reconocen que el país está prácticamente quebrado, con el 80% de la población bajo el umbral de la pobreza, y los jóvenes sin más horizonte que marcharse en busca de un futuro mejor. Las oleadas de refugiados procedentes de la guerra en Siria, la explosión en el puerto de Beirut, que devastó más de la mitad de la otrora floreciente capital de la llamada Suiza de Oriente Medio, y la infiltración del terrorismo, hacen aún más difícil si cabe la reconstrucción de un país en el que conviven nada menos que 19 confesiones religiosas. 

Las milicias cristianas libanesas se han desarmado voluntariamente, no así las de los chiíes, lo cual es inaceptable a juicio de Gollnisch, toda vez que es absolutamente anormal que un partido político-religioso disponga de un ejército superior y más potente que el del propio Estado. 

Frente a la tentación occidental de querer imponer un determinado modelo político y de desarrollo, el obispo Gollnisch es tajante: “Es una tarea que compete a los arraigados habitantes de esta región de Oriente Medio, musulmanes y cristianos. El futuro de Irak, de Egipto, de Siria o de Líbano será el que quieran todos ellos trabajando conjuntamente”. 

En la animada conversación del abarrotado auditorio de Casa Árabe no se dejaron de recordar los sucesivos engaños de las potencias occidentales hacia los árabes, a comenzar por el ensalzado agente del servicio británico conocido como Lawrence de Arabia, que prometió la libertad e independencia si les ayudaban a derrotar al Imperio Otomano. Al final, y como es sabido, la consecuencia fue un reparto franco-británico de los territorios. 

En esta apresurada visión geopolítica también quedó patente que el mundo musulmán está en crisis, es decir en búsqueda de respuestas a las preguntas que les plantea el mundo actual. Y, de nuevo, la misma exigencia: no será con imposiciones exteriores sino con tolerancia, comprensión y cooperación que unos y otros, musulmanes y cristianos, las hallarán.    
 

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