Ante el miedo existente, la opción de los operarios foráneos durante la pandemia del coronavirus es trabajar en silencio o la deportación

Qatar antepone los preparativos de la Copa del Mundo de 2022 a la salud de los trabajadores extranjeros

AFP/KARIM JAAFAR - Obras de construcción del estadio Al-Wakrah, una sede de la Copa Mundial de 575 millones de dólares con capacidad para 40.000 personas

Qatar sufre el azote del brote de la enfermedad COVID-19 y no se ha esforzado en el desarrollo de las medidas sanitarias preventivas contra la propagación del coronavirus, que ha dejado hasta el momento siete muertos y más de 4.000 casos diagnosticados en su territorio; descubriéndose así una alta tasa de infectados en comparación con el resto de la región de Oriente Medio. Los trabajadores extranjeros no escapan a esta situación y se enfrentan a la postura inflexible de las autoridades qataríes a pesar de la situación que se vive, sobre todo en lo relativo a las obras de desarrollo de las infraestructuras vinculadas a la próxima Copa del Mundo de fútbol de 2022, una cita en la que las autoridades del país del Golfo han invertido mucho dinero.

Estos trabajadores inmigrantes desempeñan su labor a marchas forzadas dada la importancia que da la nación árabe al evento que quiere celebrar en un par de años y son obligados a continuar con la tarea encomendada bajo unas pobres condiciones de trabajo a pesar de la crisis sanitaria mundial que se vive actualmente. A pesar de los llamamientos internacionales hechos por organizaciones internacionales de calado como la Organización Mundial de la Salud (OMS) relativos al procedimiento de cuarentena y distanciamiento social básico para evitar más contagios, se ha excluido a estos obreros extranjeros, que se ven forzados a trabajar sin las más mínimas medidas de salud y a vivir hacinados en campamentos superpoblados, exponiéndose así a un riesgo superlativo ante la COVID-19, lo cual puede desembocar en un peligro mucho mayor como el de la transmisión de la enfermedad al resto del país, a pesar del aislamiento de las zonas industriales y de las zonas donde se alojan estos trabajadores foráneos. 

El gobierno de Qatar afirma que está haciendo esfuerzos para proteger a los operarios que han sido apartados de las medidas de seguridad y aislamiento para prevenir la COVID-19; mientras que los informes internacionales de organizaciones de derechos humanos, informaciones de medios como Foreign Policy o testimonios de afectados ofrecen una versión más ajustada de la cruda realidad, que explica por qué Qatar tiene la tasa más alta de infección por coronavirus dentro del grupo de naciones del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG).

Trabajadores de la construcción en el estadio Lusail de Qatar, a unos 20 kilómetros al norte de la capital, Doha

Doha ya reconoció que cinco trabajadores habían contraído la COVID-19, dentro de un panorama general con siete muertos y más de 4.000 afectados en la nación qatarí. Es la primera vez que se revelan pues diagnósticos positivos entre los trabajadores en medio de la construcción de los estadios del Mundial de 2022. De esta manera, los organizadores del Comité Supremo para el Legado confirmaron a la agencia AFP que dos miembros que trabajan en el marco del estadio Al-Thumama dieron positivo por coronavirus, junto con otros tres operarios involucrados, uno en las obras del estadio Al-Rayyam y dos en las del campo de Al-Bayt. 

En este duro escenario, los trabajadores migrantes sufren supuestamente amenazas de expulsión si denuncian lo que está aconteciendo y, por lo tanto, hay muchos que callan. Varias informaciones señalan que el número de infectados puede ser mucho mayor de lo que reconocen los mandatarios qataríes, dado que un gran número de trabajadores no informan sobre su estado, especialmente si sus síntomas no son claros.

Trabajadores en la obra de construcción del estadio Al-Wakrah

El Estado de Qatar tuvo que admitir los primeros casos diagnosticados entre trabajadores de las obras de la Copa del Mundo de fútbol de 2022 ante los informes presentados por medios como Foreign Policy o The New York Times, o las investigaciones publicadas por organismos internacionales de derechos humanos como Human Rights Watch; todos los cuales denuncian que el sistema de trabajo no respeta las mínimas medidas de seguridad sanitaria ni favorece las recomendaciones sobre distanciamiento social,  lo que significa que existe un alto riesgo de transmisión entre los trabajadores, y lo más peligroso aun, que la infección se puede propagar desde estos al resto de la población.

En esta misma línea, Bin Hubbard dijo en Nineroke Times que Qatar ha mantenido a decenas de miles de trabajadores migrantes en un núcleo de viviendas atestado, lo que generó temores de que se convierta en un foco de propagación del coronavirus; y, además, señaló que esta situación ya no solo afecta al personal de las instalaciones de la Copa Mundial, sino también a los trabajadores en sectores importantes como el del petróleo y el gas. 

Trabajadores en una obra de construcción en Doha

En vista del historial de violaciones de los derechos de los trabajadores de Qatar, especialmente desde el comienzo del trabajo en las infraestructuras de la Copa del Mundo, diversas organizaciones no gubernamentales y sindicatos enviaron el 31 de marzo de 2020 una carta abierta a Qatar pidiendo que los trabajadores migrantes tengan acceso adecuado a la atención médica y a pruebas de detección del coronavirus, ya que no solamente se trata de un problema de derechos humanos, sino también de una cuestión de salud pública.

En diferentes redes sociales se han divulgado las condiciones laborales de inmigrantes en suelo qatarí y se ha señalado que Qatar había tomado medidas ante la COVID-19 cerrando lugares públicos, pero alojando a trabajadores extranjeros en áreas industriales a las afueras. 

Trabajadores extranjeros que trabajan en las obras de construcción del estadio de fútbol de Al-Wakrah, uno de los estadios de la Copa Mundial de Qatar de 2022

Por otro lado, diversos observadores destacaron que Qatar aprovechó la pandemia actual para deshacerse de cientos de trabajadores foráneos, especialmente coincidiendo con la finalización de varias obras. Y precisamente, en este momento, sí han terminado apareciendo algunas muestras de rebelión entre operarios. 

La ley del país dirigido por el emir Tamim bin Hamad al-Thani prohíbe a los trabajadores migrantes unirse a sindicatos o participar en huelgas. Las autoridades qataríes tienen una política estricta contra quienes infringen esta ley y esto genera miedo entre la comunidad trabajadora. Pero en los últimos meses, los trabajadores rompieron la barrera del miedo y se pronunciaron contra las normativas qataríes, dándose cuenta de que la buena situación que esperaban en el país del Golfo (muchos de estos operarios proceden de zonas más deprimidas de Asia) no era tal y que habían acabado en un auténtico ‘infierno’ de malas condiciones laborales. 

El emir de Qatar, el jeque Tamim bin Hamad al-Thani

Después de que Qatar se ganase el derecho de organizar la Copa del Mundo de fútbol de 2022 surgieron diversas polémicas como esta de los trabajadores inmigrantes y otras relacionadas con la investigación de sobornos hechos de cara a obtener la condición de sede mundialista para dentro de dos años; lo cual ha llevado a generar controversia y a que muchos se pronuncien sobre la idoneidad de que el país qatarí sea el país organizador.

El propio Joseph Blatter, ex presidente de la Federación Internacional de Asociaciones de Fútbol (FIFA), se refirió a este extremo afirmando que incluso Estados Unidos podría asumir la organización del Mundial de 2022 en sustitución de Qatar a tenor de las polémicas surgidas. Destacando las vinculadas con la investigación de supuestos sobornos de dirigentes qataríes a funcionarios del Comité Ejecutivo de la FIFA para que emitieran en su día votos favorables a la candidatura del país del Golfo para albergar la Copa del Mundo o supuestos pagos millonarios encubiertos de la cadena estatal qatarí Al-Jazeera a responsables del máximo órgano rector del fútbol mundial, asuntos de los que ya se hizo eco Atalayar. 
 

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