Un informe del laboratorio de ideas RAND trata de despejar si las alianzas militares de Washington mejoran sus resultados económicos

¿Se beneficia la economía de Estados Unidos de su presencia militar en el extranjero?

photo_camera AFP/DELIL SOULEIMAN - Convoy de vehículos blindados estadounidenses cerca de la ciudad nororiental de Al-Qahtaniyah

Estados Unidos controla en la actualidad unas 750 bases militares en al menos 80 países. La diplomacia estadounidense ha estado dividida desde el final de la Guerra Fría sobre esta cuestión, acerca de la presencia de sus tropas en el extranjero. Una corriente de pensamiento defiende el papel de Washington como principal proveedor de seguridad a escala global, ya que recibiría como contraprestación una serie de beneficios políticos, militares y económicos. 

La otra corriente aboga por reducir considerablemente el número de efectivos destinados en bases en el exterior porque, sostienen, no se producen tales beneficios y, por el contrario, trae consigo un aumento del gasto que resta recursos a otras partidas importantes. Además, supone un aumento de la exposición a sufrir un ataque. 

Un equipo de investigadores del laboratorio de ideas RAND, compuesto por Bryan Rooney, Grant Johnson, Tobias Sytsma y Miranda Priebe, han analizado en un nuevo informe los posibles beneficios económicos de las alianzas de Estados Unidos en el plano militar y la presencia de las tropas estadounidenses en el extranjero. En el texto, los analistas desgranan la lógica de ambas corrientes y tratan de despejar si la implicación militar de Estados Unidos en el extranjero beneficia de forma indirecta a su economía. 

Vehículos blindados militares de Estados Unidos pasa en una patrulla por delante de un pozo de petróleo en Rümeylan (Rmeilan), en la provincia nororiental de Al Hasakah, Siria

El grupo recoge la perspectiva de la Administración Biden, que ha puesto de relieve en numerosas ocasiones los beneficios que recibe Estados Unidos como consecuencia de sus alianzas en materia de seguridad y su presencia militar exterior. El mandato del expresidente Donald Trump se caracterizó precisamente por llevar a cabo el planteamiento contrario, lo que propició que Washington se replegase del escenario internacional. En este punto, los republicanos coinciden con el ala más izquierdista del Partido Demócrata, que denuncia el excesivo gasto militar en las partidas presupuestarias. 

Otro argumento que esgrimen los analistas de seguridad que defienden el repliegue militar es que los compromisos de seguridad y las tropas de Estados Unidos en bases extranjeras “pueden, contraintuitivamente, socavar la seguridad nacional al exacerbar las tensiones con sus rivales”, según recoge la investigación de RAND. En este sentido, el volumen tangible de los beneficios extraídos por Washington de la presencia exterior es “menos importante” para las autoridades que la capacidad de disuasión de sus adversarios o de si incentiva a sus aliados a adoptar políticas arriesgadas que aumenten la probabilidad del conflicto. 

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump

“Ninguna de las dos escuelas del debate sobre la gran estrategia ha especificado toda la gama de estos argumentos teóricamente o los ha examinado completamente de forma empírica”, subraya el equipo de analistas en la introducción. 

La investigación de RAND tiene en cuenta, sin embargo, algunos de los efectos económicos secundarios de las alianzas militares. En primera instancia, porque Estados Unidos tiene la capacidad económica suficiente como para invertir importantes partidas presupuestarias en materia de defensa. Y, además, porque se deben de tener en cuenta en el análisis tanto las compensaciones económicas directas proporcionadas por el Estado que acoge la base militar como los efectos económicos indirectos que esta recepción genera.

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Las conclusiones del estudio arrojan algunos datos relevantes. Los consumidores estadounidenses habrían perdido el 0,4% de su poder adquisitivo en 2006 en caso de que Washington hubiera decidido abandonar la OTAN cinco años antes. Este cambio, sostienen los analistas, parece poco perceptible, pero su impacto es similar al de un acuerdo comercial regional como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte y no analiza hasta qué punto esta pérdida de poder adquisitivo podría prolongarse en el tiempo. 

En cuanto a la pertenencia a la Alianza Atlántica, los investigadores sugieren que esta está asociada a niveles más altos de intercambio comercial, de acuerdo con los datos de comercio bilateral de productos manufacturados y el bienestar económico estadounidense. 

Las alianzas militares de Washington evitan con toda probabilidad los conflictos que afectan a parte del comercio y la inversión internacional. “Sin embargo, sigue sin estar claro en qué medida los conflictos extranjeros afectan a la economía estadounidense en particular”, matiza el informe.

Coordinador América: José Antonio Sierra

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